sábado, 10 de agosto de 2013

La pesadilla de Juancito

La pesadilla de Juancito
[09-08-2013]
Ariel Lázaro Fernández González
Corresponsal

(www.miscelaneasdecuba.net).- Juancito es un argentino que encantado con
los cantos de sirena de la propaganda castrista viajo a Cuba para
disfrutar de sus playas y sol, alguien en su país le había recomendado
igualmente el destino turístico argumentándole que la gente era muy
cariñosa y la pasaría muy bien, Matías en persona se encargó de
convencer a 4 de sus colegas del Banco donde trabaja para que lo
acompañaran y les quito de la cabeza la idea de visitar República
Dominicana.
Todo se comportó según lo planeado reservaron con la Agencia Turística
Cubanacan y el día señalado volaron a la isla sin mayores contratiempos.
Al llegar fueron enviados al Hotel Las Américas en el balneario de
Varadero, a unos 190 km al este de la capital, y comenzaron su aventura
de sol y playa, más todo no era como le habían dicho a ellos, se
encontraron un hotel que no tenía hielo y muchos de los servicios no
funcionaban.

Aunque la pasaron bien decidieron irse a pasar los días finales de sus
vacaciones en Cayo Coco, fueron al buró de reservaciones de la misma
agencia. Allí le aconsejaron viajar con AeroCaribbean, la línea aérea
que cubre trayectos nacionales y regionales aunque tenían la opción de
viajar por tierra con Viazul o rentar un carro, por lo que siguiendo los
consejos de los que saben decidieron tomar el avión por la comodidad y
el tiempo de viaje.

Fue ahí mismo cuando comenzó para ellos el calvario que los llevaría a
maldecir haber viajado a Cuba, compraron sus boletos y en la factura les
consignaron los números de teléfonos de las personas que en caso de
haber algún problema debían contactar en La Habana para recibir la
atención y el auxilio necesarios, le auguraron tomar los mejores
cocteles del país y que bailarían al ritmo de experimentados profesores.

En la madrugada del día 6 de agosto los levantaron en el hotel, estaba
listo el transporte que los llevaría desde ese punto hasta la terminal 1
del aeropuerto José Martí adonde abordarían el vuelo de no más de 50
minutos y a disfrutar. Mas la vida les daría una nada grata sorpresa, al
llegar, aún de madrugada, se encontraron con una terminal oscuras donde
las personas dormían en los asientos o en el piso, las moscas se posaban
donde quiera y los baños, uff, no había quien entrara del hedor que
expedían.

En ese mismo lugar una representante de la línea aérea le comunicó que
había problemas con varios vuelos y que con toda seguridad volarían a
las 5 de la tarde si el avión no presentaba algún problema. No lo podían
creer, se sintieron solos y desamparados en un lugar donde no conocían a
nadie y todo le parecía hostil, mas pronto se dieron cuenta que no eran
los únicos extranjeros que estaban varados; venezolanos e Ingleses se
las ingeniaban para descansar.

Decidieron protestar, pero la empleada les informó que eso era
responsabilidad de Cubanacan y les orientó llamar a los responsables,
así lo hicieron pero una voz iracunda desde el otro lado del teléfono
les dijo que si "eran locos o no sabían leer el reloj, que ella estaba
durmiendo y que se las arreglaran como pudiera". Poco falto para que le
diera un infarto más no todo era malo, las funcionaria de la aviación
llamaron hasta el mismísimo Delegado del Turismo en La Habana sin otra
respuesta que una promesa de recogerlos y llevarlos a un hotel hasta que
partiera el vuelo.

Por supuesto el tiempo pasó y pasó y la desesperación creció y creció.
Les entregaron un refrigerio para que desayunaran y con una sonrisa en
los labios trataban de calmarlos. De pronto una luz apareció en el
horizonte. Un representante de Cubatur buscaba a alguien, se les
acercaron y este señor les contestó que él no habían venido por ellos
sino por un ómnibus para trasladar el grupo de turistas que acaban de
llegar, todo esto en la peor de las formas. Nada, que deberían seguir
esperando.

Matías no perdió más tiempo y comenzó a entablar conversación con varios
cubanos los que le dijeron que el maltrato y los contratiempos venían
incluido en el paquete turístico que él había pagado y que sencillamente
se resignara pues si protestaba mucho, entonces podrían llamarle a la
policía para que lo detuvieran y con suerte lo deportaran del país o se
arriesgara a enfrentar una pena carcelaria en las temidas prisiones del
régimen.

Agobiado por la realidad Matías se resignó, y se sentó junto a sus
amigos a esperar por un milagro que nunca apareció, pidió una
indemnización y obtuvo por respuesta una carcajada y un "estamos en Cuba
señor". Finalmente voló a su destino a las 7 de la noche jurando por
todos los cielos que jamás volvería a visitar la isla del sol y las
playas. Sus sueños de danzar y tomar mojitos cubanos debieron esperar al
otro día si con suerte hubieran los medios para ello.

Source: "La pesadilla de Juancito - Misceláneas de Cuba" -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5204cdc83a682e10a805eaf6

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