Publicado el sábado, 08.10.13
La historia del Barrio Chino de La Habana
ALFREDO PONG
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
C erca de lo que fue la Plaza del Vapor, hoy desaparecida, entre las
calles Dragones, Rayos, Lealtad y Zanja, se encuentra el Barrio Chino de
La Habana, alguna vez el más grande e importante de las Américas.
Los chinos empezaron a llegar a Cuba en el siglo XIX. El primer grupo
llegó al puerto de La Habana en el vapor Oquendo. Se calcula que entre
1847 y 1874 entraron unos 150 mil chinos de Hong Kong, Macao y Taiwán
vía Manila (Filipinas), contratados para trabajar en plantaciones de
caña y café.
Los chinos decidían embarcarse en esta aventura hacia la América
española con el sueño de enriquecerse. En verdad, con presiones de
diversa índole y engañifas legales, firmaban unos documentos que los
obligaban a servir durante ocho años en condiciones de semiesclavitud.
Recibían cuatro pesos mensuales por una jornada de ocho horas diarias y,
según Napoleón Seuc ( La Colonia China en Cuba, 1930-1960), se
comprometían a trabajar para cualquier patrono a quien fueran cedidos;
se les daban dos mudas de ropa gratis, una camisa de lana y una frazada
anuales. Una vez que el contrato se cumplía, tenían que pagarse el
pasaje de regreso a China o reengancharse con un nuevo patrono por otros
ocho años.
Muchos de ellos, una vez libres, no tuvieron mejor opción que permanecer
en la Isla y ganarse la vida en los más disímiles oficios. Así pues,
trabajaron en la industria, el comercio, los servicios, la agricultura y
las construcciones. No rehuyeron incorporase a la lucha por la
Independencia en su momento.
Los culíes chinos lograron emanciparse de su solapada esclavitud en
1877, mediante la firma del Tratado Chino-Español, cuando el mandarín
Chin Lan Pin visitó Cuba. El tratado suspendió legalmente la
contratación, pero no la inmigración.
Desde 1869 hasta la primera mitad del siglo XX se produjo la entrada en
la Isla de diferentes oleadas de chinos libres, procedentes en su
mayoría de California, en Estados Unidos, de donde migraban por las
leyes racistas. Los "chinos californianos" llegaron a Cuba en busca de
terrenos propicios donde establecerse e invertir sus capitales.
Se inició entonces un proceso de auge y expansión de la comunidad china,
especialmente en su zona principal de asentamiento, el Barrio Chino, que
en la actualidad ocupa desde la Calle Escobar a la calle Galiano, y
desde la Calle San José hasta la Calle Reina, en el municipio Centro Habana.
Allí empezaron a establecer comercios de todo tipo, lo que originó una
pequeña burguesía comercial china importadora y financiera en
desarrollo. Esos comerciantes emplearon en sus negocios a los culíes
libres residentes en la Isla.
A la llegada a La Habana, muchos de estos últimos habían creado
asociaciones como la Kit Yi Tang (La Unión, La Habana, 1867), que se
propuso reunificar a todos los chinos; la Heng Yi Tong (Los Hermanos, La
Habana, 1868), y la Yi Song Tong, segunda alianza formada para los
chinos jaka.
En marzo de 1870 se abrió la primera casa importadora de productos
asiáticos, cuyos propietarios fueron los banqueros Ley Wong, Youy Shan y
Lang Tong, y en ese mismo año, en la esquina de la Calle Sol y Villegas,
se instaló la casa Con San Tong, el segundo gran comercio chino, fundado
con un capital de 50,000 pesos.
El chino Chun Long, con el nombre españolizado de Luis Pérez, funda en
1858, una fonda en la esquina de Rayo y Zanja, mientras su paisano Lin
Si Yin (Abraham Scull) levanta un puesto de verduras chinas y frutas.
Así se inició el Barrio Chino.
Muchos vegetales de origen asiático se empezaron a cultivar por los
chinos, quienes aprovechaban el suministro de agua fresca de la Zanja
Real. Posteriormente, con la urbanización y desaparición de la Zanja,
los chinos agricultores se asentaron en las afueras de La Habana, en
áreas de Calabazar, Bejucal y otras zonas de los alrededores. Aunque no
fueron los chinos quienes introdujeron el arroz a Cuba, sí contribuyeron
a su consumo, muy presente en su gastronomía y hoy un plato
indispensable en la mesa cubana.
El Barrio Chino se encuentra en lo que se conoce en nuestros días como
municipio Centro Habana. Está demarcado por cuatro o cinco pequeñas
calles: la calzada de Zanja (al Norte), Rayo (al Este), Lealtad (al
Oeste), y la más característica de todas, la calle Dragones (al Sur). En
su momento de auge, durante la década de 1940 y 1950, la calle principal
de negocios y servicios fue San Nicolás entre Zanja y Dragones.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX llegaron unos cinco mil
emigrantes chinos procedentes de California. Estos aportaron un gran
impulso comercial a la comunidad china; crearon restaurantes de lujo,
cafeterías, teatros, bancos, bodegas, periódicos, funerarias, casinos,
sociedades y salones donde se ofrecían reuniones y actividades
culturales, todos asentados en los alrededores de la calle San Nicolás
entre Zanja y Salud.
Una peculiaridad del barrio eran las llamadas Sociedades Chinas de
Instrucción y Recreo, pequeños centros donde se agrupaban los chinos por
apellidos y regiones de procedencia, situados invariablemente en un
primer piso, entre ellas estaban: Lung-Con-Cun-Sol,
Chang-Weng-Chun-Hong, Chi-Tack Tong, y otras muchas, que se fomentaron
para aglutinar y servir de apoyo a muchos paisanos que no tenían
familiares en la Isla. Muchas de estas sociedades alquilaban
habitaciones a sus asociados, quienes compartían baños y cocina en áreas
comunes del edificio.
Existían otras asociaciones de carácter comercial como la Cámara de
Comercio, que radicó en la Calle de la Reina, entre Manrique y San
Nicolás; la Unión de Detallistas del Comercio, que llegó a publicar la
revista Fraternidad; y la Wah Tin Yi Kuan Con Hui, la Asociación de
Lavanderías Chinas, que agrupó a más de 250.
La comunidad tenía, además, el Banco de China, que llegó a manejar un
capital de cerca de 2 millones. El banco estaba situado en los bajos del
edificio que ocupaba el Casino Chung Wah en la calle Amistad, a un
costado de la Compañía de Teléfonos. Las dos plantas intermedias del
inmueble estaban ocupadas por oficinas de abogados y servicios a la
comunidad china. El Casino estaba en la planta superior y era la
institución común a todas las sociedades.
A la caída del gobierno del presidente Batista, en enero de 1959, el
Banco fue intervenido y luego confiscado por el subsiguiente gobierno y
entonces tenía un capital de 10 millones de pesos cubanos. En resumen,
puede decirse que entre negocios confiscados o abandonados y edificios
sociales de instituciones de asistencia mutua los chinos tenían en Cuba
por esa época decenas de millones de pesos.
El sistema de atención a la salud consistía en un centro de consultas y
laboratorio en el mismo Barrio Chino y una clínica plenamente equipada y
con pabellones para pacientes, Kow Kong, localizada en las Alturas de
Lawton, llamada Kow Kong. Allí nací yo, como muchos chino-cubanos de la
época. Imposible dejar de mencionar las farmacias chinas, que expendían
una extensa variedad de remedios naturales importados de Asia. El mentol
chino envasado en un diminuto frasco de lata, con un dragón rojo en la
tapa era muy popular entre los cubanos.
La comunidad china de La Habana contaba en 1958 con cuatro cines. Uno de
ellos, el Aguila de Oro, brindaba funciones de teatro para piezas de la
Ópera China. El cine Aguila de Oro (Kiam-Yin), en Rayo entre Cuchillo y
Dragones ofrecía usualmente filmes en idioma cantonés; el cine Nuevo
Continental (Sian Tai Luk), en Manrique entre Zanja y Dragones,
películas chinas y norteamericanas; el cine Pacífico (Jay Ping Yon), en
Zanja esquina San Nicolás, películas chinas y norteamericanas
(desapareció); cine La Gran China (Sian Mend Ji Yin), en San Nicolás,
entre Dragones y Salud, películas chinas y norteamericanas (desapareció).
Tuvieron gran importancia las sociedades culturales y deportivas,
destacándose la Chung Wah Yin Lock Kou Se, primera en emplear
descendientes para actuar en la ópera cantonesa, y la Chi Mut Hai You
Wut, dedicada por entero a las artes marciales de origen chino, entre
ellas el kung fu y la Danza del León (Whu Su).
Durante los años 1940 y 1950, las actividades deportivas se vieron
reforzadas con el Club Atlético, que promovía prácticas de diversos
deportes así como las culturales tuvieron su impulso con la Banda de
Música del Kuo Ming Tang (Partido Nacionalista Chino).
Un asilo ubicado en las alturas de Palatino, cerca de la Loma de los
Zapotes, era manejado por el Casino Chung Wha, y muchos ancianos pasaron
sus últimos días en una atmósfera de cuidado y atención médica. El
cementerio chino, situado en la actual Avenida 26 del reparto Nuevo
Vedado, en las cercanías de la Necrópolis Cristóbal Colón, era la última
parada para los que terminaban su vida tan lejos de su tierra de origen.
La ceremonia de despedida del difunto incluía sus platos preferidos y el
ritual fúnebre correspondía a las costumbres de cada región y de cada
familia.
La gastronomía china tuvo un enorme impacto entre los cubanos. La
mayoría de los chinos que fueron a parar a Cuba procedía del sur del
país, sobre todo de la provincia de Cantón. Debido a que el Trópico de
Cáncer pasa por esta provincia y también por Cuba muchos chinos
decidieron asentarse en la Isla: el sol y el clima eran muy similares.
También las hortalizas, vegetales y frutas chinas germinaron fácilmente
en una tierra fértil y generosa donde el proceso de adaptación fue mínimo.
Con la llegada de los chinos californianos se amplió el menú y las
posibilidades de una cocina más sofisticada. Fueron ellos los que
trajeron el afamado "arroz frito", en verdad creado en California, y que
en La Habana alcanzó su mejor variante, ya que los mariscos eran mucho
más baratos y abundantes.
Entre los restaurantes chinos más famosos está el Pacífico, localizado
en el mismo Barrio Chino.
El juego de azar ha estado en la idiosincrasia del chino desde tiempos
inmemoriales. Fueron ellos quienes introdujeron la Charada que dedujo en
la charada cubana (una tabla compuesta de 100 números consecutivos del 1
al 100. Los primeros 36 números están tomados de la llamada charada
china o 'chiffá', los restantes son producto de la imaginación popular
del cubano). También aparecieron muchas variantes basadas en la Lotería
Española.
No hubo tiempo para que la comunidad china tuviese una presencia en la
floreciente televisión nacional. Sin embargo, en la radio, a partir de
1930 algunas radioemisoras divulgaban la música china y a partir de 1940
ya contaban con tres emisoras que transmitían ópera china y un noticiero
en lengua cantonesa.
Por otro lado, Angel Hun Jam ponía su voz al Noticiero Chino de la COCO,
de Guido García Inclán, y era pagado por el Jabón Candado, de Crusellas
y Cía. Hun Jam era afiliado a Chee Kun Tong y fue durante muchos años
editor jefe del diario Hoy Men Kong Po, de esa sociedad, más tarde
dirigió otro diario chino, el Wah Man Sion Po, hasta su disolución en 1960.
En los noticieros eran frecuentes las crónicas sociales y las
informaciones del Barrio y la Colonia China.
Existían tres diarios chinos independientes en La Habana: el Wah Man
Sion Po (comercial), el Man Sen Yat Po (Nacionalista – Kou Ming Tang), y
el Hoy Men Kun Po (de noticias e información general).
Había otro magazín en chino de menor tirada, aliado al Partido
Socialista Popular, pero dirigido a una minoría casi inadvertida dentro
de la inmensa masa de chinos, mayormente anticomunistas y pertenecientes
al Partido nacionalista Kou-Ming Tang que tenía sus oficinas en un
flamante edificio en la Calle Zanja desde mediados de los años 1950.
Durante la década de 1950, el monto de las importaciones de productos
chinos desde California, Taiwán y Hong Kong fue enorme. Bazares chinos
vendían todo tipo de productos y víveres. En este período los productos
frescos eran producidos en la Isla, desde el tofu hasta embutidos,
conservas, aliños y algunas especias. ¿Y cómo olvidar los helados
elaborados con frutas cubanas en los puestos de chinos?
La década de 1960 estaba destinada a marcar el despegue de la comunidad
china. En La Habana se notaba la presencia de restaurantes y cafeterías
fundadas con capital chino: Wakambas y Karabalí, en el Vedado; las
Estrellas de Oro de la calle Monte, restaurantes de lujo como el Hong
Kong (más tarde renombrado Yan-Tsé/Pekín/Mandarín). Por otra parte,
muchas inversiones en bienes raíces, con capital chinocubano, comenzaban
a florecer.
La inmigración china fue casi constante. Con el florecimiento de los
comercios y compañías de servicios en manos de chinos, estos se las
agenciaban para traer a sus familiares. Otros pagaban el viaje con su
trabajo a un plazo demasiado largo y duro, pero que sirvió para que la
comunidad creciera y se mezclara con los criollos.
En un principio los chinos se mantuvieron fieles a sus costumbres y
celebraban matrimonios entre ellos. Pero la cantidad de mujeres de
origen chino era escasa, de manera que muchos acabaron uniéndose con
negras y blancas. Hoy en día la mayoría de los chinocubanos son una
mezcla de chinos, españoles y africanos.
Source: "La historia del Barrio Chino de La Habana - Séptimo Día -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/10/v-fullstory/1540702/la-historia-del-barrio-chino-de.html
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario