Carromero, Payá
La credibilidad de Carromero y de la política española
Los asuntos de tribunales no se manejan "políticamente"
Eugenio Yáñez, Miami | 08/08/2013 3:10 pm
Más de siete meses después de haber regresado a España, y tras varios
meses cumpliendo su (injusta) sanción fuera de la cárcel, Ángel
Carromero amplió sus declaraciones sobre las circunstancias del
"accidente" de Oswaldo Payá y Harold Cepero cerca de Bayamo aquel
fatídico día, hace más de un año, que costó la vida a los dos opositores.
No hay que reprochar a Carromero que solamente haya hablado cuando
estuvo en su país. No sería justo pretender que lo hiciera antes, ni que
estando preso en 100 y Aldabó impugnara el libreto oficial redactado por
el régimen para sus declaraciones. Hubiera sido suicida. No existían
efectiva protección consular ni contactos diplomáticos a favor del
español. Se sabe como funciona la "justicia" en Cuba.
Sin embargo, resulta incoherente que en estos momentos vuelva nuevamente
a la carga con su versión, y reitere, como anteriormente le señaló a
Rosa María Payá, sus sospechas, o más bien sus convicciones, de que la
muerte de ambos opositores no fue por accidente, pero que no haga nada
más que ofrecer declaraciones sobre eso.
El largo brazo del castrismo llega a España, y Carromero lo sabe. El
joven español debe haber recibido amenazas desde las sombras. Que decida
volver al tema es positivo, pues demostraría que ha logrado sobreponerse
a los temores, algo que no ha hecho ni por asomo su compañero de viaje
—nunca mejor eso de compañero de viaje, y nada más— el sueco Hans Aron
Modig, convaleciente en Estocolmo de amnesia selectiva y silencio
sepulcral hace ya un año.
Si Carromero considera que a través de su Partido Popular español (PP)
podrá lograr algún resultado, ya está demasiado crecidito para creer en
Los Reyes Magos. El PP enfrenta problemas de gobernabilidad e ineptitud
ante la profunda crisis económica que vive España, además del
comportamiento delictivo de su extesorero y la ceguera (o complicidad)
generalizada de los altos cargos del partido ante esos hechos. Por si
fuera poco, aparecen corruptos funcionarios del gobierno y directivos
del partido a todos los niveles a lo largo y ancho del país. El PP no
puede estar interesado en asumir la batalla de Carromero y chocar con el
gobierno cubano. Además de que La Habana tiene en los archivos de "la
seguridad" suficientes expedientes sobre políticos españoles —de todos
los partidos— para que un Don Quijote vaya a surgir a apoyar a Carromero
sin pensarlo demasiado.
Los intereses españoles en Cuba son muchos. Intereses del Estado
español, no del partido en el poder. Lo fueron en tiempos de la colonia
y tras la independencia cubana, lo fueron durante el franquismo, y lo
han sido cada vez más en la democracia, independientemente del gobierno
que haya ganado las elecciones en España. Esos capitales son españoles,
no "populares" o "socialistas". Lo que les interesa son las inversiones
que realizan en Cuba y los beneficios que obtienen, no la muerte de
Oswaldo Payá y Harold Cepero, y mucho menos la eventual inocencia de un
encausado y condenado Ángel Carromero.
Todo gobierno español conoce perfectamente las violaciones de derechos
humanos en Cuba; la difícil situación política, económica y social por
la que pasan los cubanos; que el gobierno cobra a los inversionistas en
moneda fuerte y paga a sus trabajadores en pesos cubanos devaluados. Que
Fidel Castro estuvo oficialmente en el poder desde 1959 hasta 2006, y
que desde entonces a la fecha está Raúl Castro, ambos sin haber
realizado nunca elecciones libres ni democráticas. Saben de las
innumerables cárceles a lo largo y ancho de la Isla, de las golpizas a
los disidentes y las Damas de Blanco, de los millones de exiliados, y de
todas las arbitrariedades que el régimen ejecuta diariamente.
Y lo que es válido para España lo es también para los países de la Unión
Europea. Sin embargo, más allá de una "Posición Común" cada vez menos
común y menos posicionada, ni los europeos en general, ni los españoles
en particular, con algunas dignas excepciones, han dicho mucho, ni dicen
mucho, ni dirán mucho.
Menos aun los actuales líderes españoles. No hay que ser amnésicos ni
malagradecidos: en determinados momentos algunos se han portado muy bien
con el pueblo cubano, pero tanto los gobiernos "socialistas" como los
"populares", aun siendo críticos de la dictadura, buscan siempre
acomodos con La Habana, con el objetivo de garantizar, antes que todo,
los intereses españoles en la Isla. Aunque tales intereses monten a
horcajadas sobre las espaldas, la sangre, el sudor y las lágrimas de los
cubanos: desde las inmoralidades "socialistas" del gobierno anterior a
las incoherencias "populares" del actual, Madrid negocia con la tiranía
de los Castro con guantes de seda y lechos de rosas, mientras trata a
los presos políticos, opositores, disidentes y cubanos de a pie con
desprecio, frialdad y mentalidad burocrática para salir del paso. Nada
personal: simplemente, asuntos de negocios. Realpolitik.
Si Carromero realmente pretende algo más que limpiar su conciencia lo
que tendría que hacer, y así ya se lo han indicado claramente, es
dirigirse a los tribunales de su país y presentar el caso con relación a
la muerte del ciudadano español Oswaldo Payá. Todo lo demás, sin acudir
a los tribunales, no irá más allá de escándalo periodístico,
declaraciones cruzadas, hipótesis más o menos festinadas, alboroto,
elucubraciones, o acusaciones morales pero sin fundamento legal.
Lo que no significa, sin embargo, que llevar el caso ante los tribunales
españoles sea garantía de que se lleve a cabo el correspondiente
procedimiento, y mucho menos que se llegue a un eventual resultado
transparente, justo y esclarecedor.
Porque, lamentablemente, en la justicia española y sus funcionarios hay
síntomas de un nivel de corrupción comparable al de muchos funcionarios
electos y políticos de todos los partidos.
Lo que no es poca cosa.
Source: "La credibilidad de Carromero y de la política española -
Artículos - Opinión - Cuba Encuentro" -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-credibilidad-de-carromero-y-de-la-politica-espanola-295969
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