miércoles, 31 de julio de 2013

La miseria característica

La miseria característica
julio 30, 2013
Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — Vivir a la orilla de la Vía Blanca es ser testigo del
flujo de gente que a diario pasa en guaguas, autos, motos, bicicletas, o
simplemente a pié, en busca de sus sueños.

Van a las turísticas playas del Este, o a los centros de trabajo que
pululan en las arterias de La Habana, o hacia los brazos de un ser
querido, o a los lugares menos sospechados. Otros, pasan con intenciones
de robar o abandonar a su mascota.

Mi casa, como ya he dicho en otras ocasiones, se encuentra aledaña a
esta carretera, en un punto inexacto de la misma; zona que no es
exactamente rural, tampoco urbana. Allí me crié, convirtiéndome en un
ser no exactamente rural, tampoco urbano.

Mi padre, fornido militar de origen campesino y voluntad de concreto,
sin saber mucho del tema le "metió mano" y construyó nuestra casa. Era
la época en que yo crecía educado al calor de la moral de los ochenta.
Se cimentaba así mi personalidad.

Como toda esa gente que a diario pasan por mi casa, yo también tengo
sueños y necesidades económicas que salgo a resolver casi todos los
días. Voy a la ciudad y allí pongo en juego mi personalidad ochentista y
escrúpulos campesinos. Luego vuelvo a la casa y comparto con mi gente lo
logrado.

Lo logrado muchas veces no me alcanza para resolver tantos problemas que
se presentan. Los cimientos de la casa comienzan a ceder por las
vibraciones de esos camiones, cuyos choferes los guían por la Vía
Blanca, también en busca de sus sueños.

Hay rachas en las que todo parece romperse al unísono; las paredes, las
puertas, las ventanas, los espejos, los muebles y los pocos equipos que
aún quedan. Para todas esas rupturas, no hay repuesto.

Hay pedazos del alma que parecieran irse cuarteando junto con la casa,
cimientos de la personalidad que ceden bajo la presión de los tiempos, y
lo logrado, me repito, no alcanza.

Aunque me diga que el espíritu es eterno y la materia perecedera, que
esta sociedad te engaña con banalidades y que podría irme a vivir al
desierto como asceta de la India, tengo miedo de no ser más que un perro
de los que a veces abandonan muy cerca de la casa, especie evolucionada
para depender de la raza humana y su miseria característica.

Source: "La miseria característica" -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=89004

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