miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nuestro gran reto

Opinión

Nuestro gran reto

Trabajar en una transición con responsabilidad implica un conocimiento
real del escenario que enfrentamos, en el que se manifiesten las
particularidades de grupos e individuos desde una perspectiva global

Antonio G. Rodiles, La Habana | 05/12/2012 9:23 pm

El arresto arbitrario de la abogada Yaremis Flores el pasado 7 de
noviembre fue seguido por dos oleadas, una represiva, llevada a cabo por
el régimen contra numerosos activistas de la sociedad civil, y otra,
impresionante y que agradecemos, de solidaridad con las víctimas.

En lo personal, lo sucedido reafirmó mi visión del reto fundamental que
enfrentamos como país: la articulación de todas sus partes para
transitar a una democracia en la que participe toda la nación.

Visualizar y trabajar en pos de una transición hacia la democracia, en
el escenario tan enrevesado que vivimos, es un proceso que implica ante
todo madurez política e intelectual, honradez, y un alto grado de
civismo. Necesitamos comprender que tal dinámica no involucrará un único
eje, un único ángulo. No es posible pensar una transición en la que no
estén también contemplados todos esos cubanos que hoy habitan en las
diferentes esferas del Estado. Tampoco es posible concebir una
transición sin la plena participación de aquellos que están fuera de la
Isla y que constituyen parte esencial de la nación. No es posible
esbozar una transición sin los trabajadores, intelectuales,
profesionales y emprendedores que están dentro y fuera de Cuba.

Creer que el cambio en nuestro país sucederá como un pase mágico, que en
un abrir y cerrar de ojos generará una sociedad moderna, asentada en un
estado de derecho, es una fantasía demasiado simplista y engañosa. Los
opositores al régimen totalitario tenemos el deber y la responsabilidad
de mostrar a todos los sectores de la sociedad cuál es el proyecto de
país plural e incluyente que defendemos, y lo que esperamos de la
democracia.

La estrategia del régimen ha sido siempre la misma. Se ha concentrado
sistemáticamente en obstaculizar a toda costa el crecimiento de la
sociedad civil. Intimidar, reprimir, encarcelar, desangrar el país,
generar desconfianza entre la oposición, crear conflictos internos para
minar nuestro trabajo, "entretenernos" y así dejarnos poco tiempo para
incidir con efectividad sobre la sociedad es una estrategia que le ha
reportado frutos y que debe ser desmontada ya. Tenemos que fijar nuestra
ética, nuestros presupuestos, nuestro ritmo.

Trabajar en una transición con responsabilidad implica un conocimiento
real del escenario que enfrentamos, en el que se manifiesten las
particularidades de grupos e individuos desde una perspectiva global.
Para garantizar ese abanico de intereses y visiones es necesario que
cada cubano goce de sus derechos fundamentales, de ahí la importancia de
la campaña "Por Otra Cuba" y nuestra solicitud de apoyo a todos los
cubanos y a la opinión pública internacional.

Frente a esta iniciativa ciudadana y pacífica, el gobierno ha respondido
con el recrudecimiento de la represión y el uso desmedido de la
violencia, dando otro portazo a una nueva propuesta cívica. Sin embargo,
este escenario violento comienza a perfilar fracciones dentro de la
sociedad: por una parte están quienes, aun dentro del sistema, creen que
es posible una nación próspera donde las diferencias políticas e
ideológicas sean parte de lo cotidiano, donde prime el respeto y la
decencia; por otra, se halla ese segmento enrarecido, conformado por
intereses mezquinos, cinismo y bajos presupuestos éticos, que pretende
con su actuar irresponsable y prepotente conducirnos a un camino púrpura
a manos de la violencia y la brutalidad. Nos toca decidir a los cubanos
de qué lado ubicarnos, desde que posición deseamos incidir y actuar.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/nuestro-gran-reto-282008

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