jueves, 4 de octubre de 2012

Revolución, contrarrevolución y “trabajo político” en Cuba

UJC, Jóvenes

Revolución, contrarrevolución y "trabajo político" en Cuba

¿Quiénes son "revolucionarios" y quiénes "contrarrevolucionarios"?

Eugenio Yáñez, Miami | 04/10/2012 10:36 am

Allá por los años ochenta, a causa de los continuos señalamientos de que
los proyectos de la Escuela en el Campo y al Campo no reportaban ningún
beneficio económico para el país, sino todo lo contrario, el Partido
ordenó una investigación para conocer el papel de tales proyectos en la
"formación de la juventud", como contrapartida al desastre económico que
representaban.

Los resultados no fueron los esperados: tanto los jóvenes como los
padres opinaban mayoritariamente que el envío masivo de muchachos tan
jóvenes al campo contribuía a deformar la personalidad y la disciplina
de los estudiantes, creaba innumerables problemas familiares, y generaba
en muchos jóvenes conductas totalmente reprochables, aun para los
cánones de la muy dúctil "moral socialista".

Ante esas realidades, lo sensato hubiera sido reconocer el fracaso de
tales proyectos, y comenzar a revertirlos. ¿A qué conclusiones arribaron
los sesudos del Partido Comunista tras conocer los resultados de la
investigación? Que era evidente la necesidad de "incrementar el trabajo
político" con los estudiantes y los padres, para que lograran
"comprender" la importancia de esos proyectos del Comandante en Jefe.

¿A qué viene hablar ahora de algo que sucedió hace más de veinte años?
No pretendo escabullirme en la historia para evitar actualidad, sino
todo lo contrario: para destacar cómo los comunistas cubanos siguen
desvinculados de las opiniones y las necesidades de la población, y tan
reaccionarios, conservadores y cavernícolas como siempre, a pesar del
proceso de "actualización" que supuestamente viven.

Según la recientemente designada secretaria general de la juventud
comunista (UJC), Yuniasky Crespo, los jóvenes cubanos están "en la mira
de la contrarrevolución", y eso le preocupa. Nada sorprendente en esa
declaración confrontacional si estuviera definiendo problemas para
buscar soluciones, pero en realidad es la inversa: trae "soluciones" a
problemas que no define. Y ahí se puede ver lo contrarrevolucionario de
la organización que ha comenzado a dirigir.

Se sabe que muchos jóvenes en el país están desempleados, que no se
respetan sus derechos, que no desean cursar estudios superiores, que
tienen muy pocas opciones de recreación, que los salarios no son
suficientes, que el país se mueve con varias monedas, pero muchos
jóvenes solamente tienen acceso a la que menos vale, que la insalubridad
espanta, que cada vez es más difícil obtener una asistencia médica
decorosa o comprar medicinas en la farmacia, que las condiciones de
alimentación, vestuario y vivienda son terribles, que los jóvenes evitan
al máximo traer hijos a este mundo, que hay alarmantes niveles de
alcoholismo, que la seguridad ciudadana se resquebraja, que la
delincuencia se extiende en las calles, que las esperanzas o las
oportunidades son muy pocas —cuando las hay—, que la represión se
incrementa, y que muchos ven en la emigración la mejor posibilidad de
mejorar su destino. Esa es la obra de "la revolución" tras más de medio
siglo.

Entonces, ¿que ideas trae la graduada y profesora de marxismo-leninismo
e historia —que antes pensaba estudiar química— para sacar a la juventud
cubana de la mira de "la contrarrevolución"? Si fuera "revolucionaria",
pensaría en ampliar las opciones de estudio, trabajo y esparcimiento
para los jóvenes, mejorar sus condiciones de alimentación, vestuario,
vivienda y salubridad, aumentar sus salarios, eliminar la doble moneda,
multiplicar las esperanzas y las oportunidades, reducir la población
penal, eliminar el alcoholismo y la delincuencia. Pero no, de nada de
eso habla. Parece que eso es lo que quiere hacer "la contrarrevolución".

Como no hay proyectos para resolver los problemas, entonces hay que
explicarlos: para la nueva dirigente de la UJC "hay que seguir
explicando las virtudes y bondades que tiene nuestra Revolución, que la
gente tenga la percepción de que si no la cuidamos podemos correr el
riesgo de perderlo todo por el acecho que sufrimos todos los días".
Bueno, eso de perderlo "todo" es relativo: ya queda muy poco que perder.

Dijo que "las nuevas tecnologías, por ejemplo, deben ser usadas para
bien, en función de nosotros, de nuestras políticas, a favor de los
jóvenes, de lo que quiere la Revolución". Es decir, no de lo que quieran
los jóvenes, sino de lo que quiere "la revolución". Es decir, los
dirigentes, los más retrógrados.

Aparentando amplitud de miras y diciendo que prefiere mirar hacia
delante, señaló: "No estamos en una urna de cristal, y nos llegan todo
tipo de influencias", por lo que "estamos expuestos a todos los
elementos que tienen que ver con la propia globalización".

La solución "revolucionaria" para esos retos de la modernidad y el
desarrollo es muy clara para Yuniasky Crespo: trabajo político. "El
trabajo político hay que sentirlo", dice. "Si no le encuentras un
sentido lógico a lo que haces, si no hallas una idea coherente, una
razón, un porqué, no serás eficaz". Es decir, reconoce que se hace
trabajo político sin "una razón, un por qué". Es interesante que la muy
revolucionaria nueva secretaria general lo reconozca, aunque no se haya
dado cuenta que lo hacía.

"Si de alguna manera la gente percibe que el trabajo político es
imposición de tareas y misiones, no se logrará nada, porque la gente
tiene que percibir que las misiones dadas no son por gusto, sino tareas
que tienen una coherencia". Cualquier pensaría que las "misiones" que se
dan a las personas deberían tener determinada utilidad; pero no, resulta
que no, que en Cuba lo que deben tener es "una coherencia".

El gran final de las declaraciones, la raíz misma de la razón de ser, la
definición de dónde están "la revolución" y "la contrarrevolución", se
resume en pretender que la UJC "sea verdaderamente el relevo de nuestro
Partido, porque si perdemos el Partido estamos perdiendo la Revolución".

Es decir, revolución y partido son la misma cosa. Tal cavernícola
afirmación de la nueva secretaria general de la UJC llega un poco tarde,
porque ya ambas cosas se perdieron hace rato.

Hace mucho tiempo que el partido comunista no es partido, y que "la
revolución" dejó de ser revolución. Aunque ella no se haya enterado.

Tal vez por eso mismo fue que la ascendieron a su nuevo cargo.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/revolucion-contrarrevolucion-y-trabajo-politico-en-cuba-280565

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