lunes, 1 de octubre de 2012

La lógica de los tramposos

La lógica de los tramposos
[30-09-2012]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Al tramposo sólo le importa ganar. Recurre
al embuste como un medio porque lo que precisa es seguir adelante. No le
interesan las reglas en lo más mínimo. De hecho sólo las usa cuando le
conviene.

El populismo contemporáneo, este que conocemos, corrupto, demagógico y
perverso necesita del poder como del aire para respirar. Lo necesita
para perpetuarse, para permanecer, pero sobre todo para seguir haciendo
negocios a la sombra del Estado, con el agregado central de no perder la
impunidad con la que se maneja a diario.

Pese a la retórica de la que se ufanan, la democracia es para ellos solo
un instrumento que les sirve para sostenerse, y es por ello que
desarrollan toda una línea argumental delicadamente elaborada para hacer
de esa herramienta su eje, como si realmente creyeran en ella.

En realidad, solo usan el instrumento, lo utilizan en la medida que les
resulta funcional y útil. No creen para nada en sus bondades, solo
sostienen una relación claramente utilitaria con esa institución.

Defienden a rajatablas lo que ellos llaman mayorías populares. Mientras
los vientos soplen a su favor, seguirán definiéndose como demócratas, y
harán de esa idea su máxima bandera. Mientras ganen elecciones y
obtengan acompañamiento en las urnas, intentarán imponer el razonamiento
por el cual los más siempre tienen razón, solo por ser más.

Y bajo ese paraguas argumental es que desafían, con soberbia, a los que
piensan diferente, para jueguen su juego, instándolos a presentarse a
elecciones, para poder legitimarse hasta el cansancio, solo para
ganarles con esa regla que adoran, solo porque les rinde y les conviene.

Lo que no dicen, pero piensan íntimamente, es que un día cualquiera,
cuando las urnas ya no acompañen como en el presente, cuando la sociedad
reflexione de un modo distinto y deje de claudicar frente al miedo,
tienen otros argumentos preparados para justificar esa circunstancia.

Algunos incautos, de esos que aun creen en la honestidad intelectual de
estos personajes del populismo contemporáneo, probablemente despierten
ese día de este largo letargo, o tal vez ni así lo hagan y se sumen
mansamente a la nueva argumentación que tienen preparada para su derrota
electoral.

Los tramposos nunca pierden, son embusteros, solo les interesa ganar, no
tienen ni códigos, ni valores morales, mucho menos honestidad para
aceptar la posibilidad de estar equivocados.

Siempre tienen un as en la manga para no dar el brazo a torcer. Ellos no
están dispuestos a reconocer errores, mucho menos aceptar que otros
piensan mejor o que tienen ideas que se ajustan al mundo real de un modo
más eficiente. Precisan ganar a cualquier precio y solo precisan ir
acomodando argumentos según como soplan los vientos.

Creen en esta democracia mientras los votos los favorezcan, pero estos
mismos que aplauden a las mayorías promoviendo elecciones libres,
defienden sistemas antagónicos en los que no hay elecciones, en la
medida que los que gobiernen sean solo amigos o personajes afines.

No les interesan los sistemas, mucho menos aun respetar el pensamiento
diferente. Les interesa solo imponer ideas, formas de vida, y sobre todo
defender sus intereses más mezquinos, esos que les permiten impunidad
eterna, poder interminable y negocios para siempre.

La sociedad, la gente, la comunidad, el bien común que tanto dicen
defender, es solo el argumento que utilizan y la excusa que precisan
para seguir haciendo de las suyas. Las pruebas que sostienen esta
afirmación son demasiadas y abundan. Ninguno de ellos es austero, mucho
menos aun pobre, todos tienen causas judiciales, sospechas y hasta
procesos iniciados. No son trigo limpio. La democracia concebida como
ellos la interpretan, les permite estar cubiertos, y seguir su camino
sin represalia alguna.

Probablemente algún día perderán una elección, como ya les ha ocurrido
en el pasado, pero tienen preparados novedosos argumentos para cuando la
mayoría que los apoya deje de ser su sustento.

Cuando ganan es porque el pueblo los avala, los adora y los ama. Cuando
pierden los comicios, es simple, el establishment, las corporaciones, el
poder económico, el imperio y los intereses sectoriales, impusieron el
poder del dinero y sojuzgaron al pueblo.

Ellos nunca pierden. Las reglas son solo una circunstancia, no pueden
jugar limpio, no está en su naturaleza ni en su esencia. Sus mentiras,
su hipocresía, su forma de actuar cotidianamente, los muestra como
realmente son. Sólo usan la lógica de los tramposos.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37239

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