miércoles, 3 de octubre de 2012

La “crispación” del debate político, una socialización de la cultura política revolucionaria

Debate Ideológico, Censura

La "crispación" del debate político, una socialización de la cultura
política revolucionaria

Los cancerberos ideológicos, junto al discurso oficial, son los primeros
responsables de una esfera pública "contaminada" de intransigencia y
difamación

Marlene Azor Hernández, México DF | 03/10/2012 10:39 am

Al margen de las formas de represión militar y física a los oponentes,
en el nivel del discurso público y desde el inicio de la Revolución, el
enfrentamiento entre los adversarios políticos fue radical y
discursivamente beligerante para criminalizar (ofensas, insultos,
difamaciones) a los que no aceptaban el cambio revolucionario.

A los que dejaban el país se les fue clasificando como "gusanos",
"traidores a la patria" "mercenarios" "vendidos a una potencia
extranjera", "contrarrevolucionarios", "diversionistas ideológicos",
"escoria", "agentes de la CIA".

Lo que al principio se utilizó solo contra los que inicialmente
abandonaban el país, se extendió a toda discrepancia del discurso
oficial. Luego de los años 90, con la aguda crisis y la emergencia de
nuevos actores autónomos, estos sean blogueros, activistas culturales
y/o civiles que hagan críticas sustanciales al régimen político y de
todas las tendencias políticas, reciben las mismas etiquetas.

Las restricciones institucionales y legales, como bien señala Rafael
Rojas que delimitan lo permitido, y las represalias a los que enjuician
y/o se enfrentan a las políticas gubernamentales, han creado la paradoja
en el campo del activismo cubano, que hablar de "derechos humanos"
(sociales, culturales, económicos, civiles y políticos) y pronunciarse
por ellos en una petición civil a entregar en el Parlamento cubano, —con
todo el respaldo de la legalidad vigente—, es una frontera precisa de
deslinde entre "los amigos" y los "enemigos", siempre desde los
criterios de las autoridades cubanas pero se expande a toda la opinión
pública permitida[1].

La práctica política y sus límites.

El monopolio de los medios masivos de difusión y el reconocimiento de
legitimidad solo a los que participen en los canales "legales" (Partido,
UJC, organizaciones de masas y espacios públicos permitidos) y un
sistema de sanciones económicas, legales, e institucionales para los que
no respeten los límites de lo establecido por el discurso oficial y la
legalidad vigente, facilita las estrategias discursivas superficiales
y/o difamatorias y el intento cada vez menos fructífero de invisibilizar
a los opositores internos en la esfera pública permitida en el interior
del país.

Es necesario hacer una distinción entre las condiciones de diálogo de
intelectuales y activistas civiles con relaciones imprescindibles con
las instituciones estatales (para publicar, salir al extranjero a
eventos con pasajes pagados por el Gobierno cubano, o contar con el
permiso de salida —otorgado discrecionalmente y gestionado por las
instituciones culturales—, participar en determinados foros y espacios
públicos permitidos e incluso crearlos) y el resto de los intelectuales,
artistas y activistas que no tienen esa relación y por lo tanto no
tienen esas vías de reconocimiento e integración. Tampoco el resto de la
población cuenta con esas prerrogativas, lo cual significa que cuando
nos alejamos del ámbito artístico e intelectual reconocido y/o permitido
por el poder, los discursos cambian y se radicalizan enfrentando las
represiones, intimidaciones, arrestos y difamaciones permanentes, o en
el mejor de los casos, el silencio y la invisibilidad de su existencia
como parte de la sociedad civil.

Los "duros" de adentro.

En este grupo podemos analizar a Machado Ventura, Enrique Ubieta, Iroel
Sánchez, Percy Alvarado y en ocasiones Miguel Barnet (por supuesto, la
lista lamentablemente es más larga). Sus estrategias discursivas no se
explican por sus historias de vida, sino porque ocupan puestos
importantes en las instituciones políticas o culturales del país o son
agentes de la Seguridad del Estado. A partir de esas posiciones dictan
y/o influyen en la política de "contención" contra los intelectuales y
el resto de los activistas civiles de todas las variantes ideológicas.

Estrategias discursivas.

Machado Ventura criminaliza la crítica en su discurso del 26 de julio
este año, prohibiendo hacer balances críticos de las reformas porque
esto significa apoyar la "conspiración del enemigo"[2].

Enrique Ubieta infantiliza y/o criminaliza la discrepancia con sus
puntos de vista porque es un "contagio" con el capitalismo. Dicho sea de
paso no define qué es socialismo, qué es revolución, y por su falta de
rigor conceptual y su falta de argumentación racional, el socialismo y
la revolución son el gobierno actual y él es el único anticapitalista
"puro"[3]: Levanta el estandarte de la independencia nacional y deja
guardada en la gaveta, la invisible soberanía ciudadana.

En la misma estrategia discursiva "dura" encontramos a Iroel Sánchez,
que difama de todos los opositores y no presenta pruebas de nada, con la
construcción permanente de "la conspiración internacional" como línea
argumentativa[4].

Miguel Barnet criminaliza de "mercenarios" a Yoani Sánchez y a Oscar
Espinosa Chepe como razón para no permitirles asistir a LASA[5].

Percy Alvarado, alumno aventajado en hacer el ridículo nacional, la
emprende contra blogueros activistas e intelectuales con amenazas de
"medidas activas" propias de las técnicas de la Seguridad del
Estado[6]:" lo sabemos todo", "tenemos mucha más información de cada uno"

Tienen en común, un discurso de amenazas, descalificaciones,
difamaciones sin presentar pruebas, lo que obliga a una pérdida de
tiempo y energía para rebatir sus pobres argumentos y/o sus largos y
aburridos escritos en contra de sus "víctimas", pero tienen una posición
de poder que en otras circunstancias, quedarían relegados al olvido. Son
los estalinistas del discurso público, los cancerberos ideológicos que
dictan los límites de la crítica.

Estos cancerberos de los intereses del Estado y el Gobierno cubano,
siempre de espaldas a las necesidades y reclamos de la población, atacan
los espacios públicos permitidos y/o a los activistas e intelectuales
que actúan en esos espacios y denigran a los intelectuales y activistas
de todos los grupos opositores.

Son los primeros responsables, junto al discurso oficial, de
"contaminar" y coartar la esfera pública cubana con los discursos de la
intolerancia y la difamación. El diálogo respetuoso y argumentado
racionalmente es su principal enemigo, las conspiraciones y las
sospechas sus tácticas predilectas.

[1] Espacios de discusión pública permitidos y más conocidos, los
coordinados por Espacio Laical, por la Revista Temas, la revista
Criterios y la Red Observatorio Crítico. Espacios de discusión públicos
demonizados Estado de SATS, Razones Ciudadanas
[2] "Los enemigos de la Revolución —tanto los de afuera como los de
adentro—, bajo la sombrilla de la crítica a una supuesta lentitud o poca
audacia de las medidas adoptadas, ocultan sus verdaderas intenciones de
restaurar el régimen de oprobio existente en Cuba hasta 1959." Discurso
de Machado Ventura, el 26 de julio en Cubadebate.
[3] "La añorada contaminación de la crítica revolucionaria. Algunas
reflexiones" en La isla desconocida.
[4] "La CIA se organiza en La Habana" en La pupila insomne.
[5] Ver Oscar Espinosa Chepe "¿Quién es el mercenario?".
[6] Ver Desiderio Navarro "Mi respuesta a Percy Alvarado Godoy" en
Rebelión. En el blog de Percy Alvarado, no aparece el artículo en discusión.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-crispacion-del-debate-politico-una-socializacion-de-la-cultura-politica-revolucionaria-280541

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