lunes, 1 de octubre de 2012

Cambios en la dirección de las cooperativas, ¿para qué?

Cambios en la dirección de las cooperativas, ¿para qué?
[01-10-2012]
Elías Amor Bravo
Economista ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- Una escueta nota en la portada de Granma
nos lleva a la noticia. Y dice textualmente, "El Pleno del Comité
Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP),
efectuado el 30 de septiembre del 2012, acordó liberar a Orlando Lugo
Fonte como su presidente".

La destitución de Lugo, que no es otra cosa lo sucedido, es un
acontecimiento relevante, si se tiene en cuenta que este dirigente lo ha
sido de la ANAP, al mismo tiempo que del Consejo de Estado, durante casi
25 años continuos. Incluso en el régimen castrista, donde los espacios
temporales parecen más cortos que en ningún otro sistema político, cinco
lustros es tiempo más que suficiente para cualquier dirección de una
organización.

Esa especial combinación entre dirigencia de organizaciones sociales y
la pertenencia a los órganos institucionales del Estado, es otra de las
características que se producen en los sistemas autocráticos en los que
el poder segmenta sus parcelas en un intento de mantener su statu quo
inalterable a lo largo del tiempo.

La dirección de la ANAP durante 25 años es tiempo más que suficiente
para obtener algunas conclusiones sobre los éxitos o fracasos de Lugo.
El Pleno que aprobó su destitución, con presencia del vicepresidente
Machado Ventura, al parecer, no escatimó en elogios y reconocimientos a
la labor desempeñada por el dirigente reemplazado.

Con datos de la Oficina Nacional de Estadística de Cuba, Lugo se marcha
en un momento especialmente controvertido, si se analizan los resultados
de los últimos seis años.

En 2005, existían en Cuba 6.931 cooperativas, en su mayoría agrícolas.
Esa cifra se ha reducido en 2010 a 6.253. Es decir, casi un 10% han
pasado a mejor vida durante la dirección de Lugo. En ese mismo período,
el número total de organizaciones productivas de la economía, incluyendo
al sector presupuestado, ha descendido solo un 7%, lo que indica que las
cooperativas han experimentado una evolución mucho más negativa que el
conjunto.


Otro dato significativo se refiere al empleo generado. Las cooperativas
representaban a 242.100 trabajadores en 2007, y en 2010, esta cifra se
ha reducido a 217.000, un 10,3%. Ahora la comparación con el empleo
total es, si cabe, más negativa, ya que el conjunto de los puestos de
trabajo ha registrado un crecimiento del 2% en el mismo período.

Lo cierto es que, a la vista de estos resultados, no creo que los
miembros de la ANAP tengan mucho que agradecer a quién ha sido su máximo
representante. Es posible que su "ejemplar consagración" se haya
dedicado a otras cuestiones, si se tiene en cuenta que el sector
cooperativo agrícola sigue teniendo un carácter minifundista, apenas
alcanza el 6% de la superficie total, y a pesar de los enunciados
oficiales de los "Lineamientos" y demás, sigue presentando una imagen
poco desarrollada, marginal e inadecuada para los objetivos de una
economía eficiente y competitiva.

Cabría preguntarse cuál es la razón de esta deficiente situación del
sector cooperativista agrícola. En los países donde las cooperativas
existen, su actividad es muy eficiente, resisten muy bien los ciclos
económicos y generan riqueza y empleo para los socios y sus familias.

¿Por qué en la economía castrista ocurre lo contrario? La respuesta,
como sucede en otros casos, se tiene que situar en el ámbito político e
institucional. No es posible dirigir la economía con criterios marxistas
y estalinistas del siglo pasado, que apuestan por la eliminación de la
propiedad privada, el castigo a la generación y acumulación de rentas, y
la imposición de la planificación central como instrumento de asignación
de recursos. Las consignas comunistas, desde hace muchos años, han
pasado a mejor vida en la mayoría de países del mundo. Si a las
cooperativas agrícolas cubanas se les permitiera funcionar libremente
como lo que son, empresas privadas de trabajadores, la situación sería
muy distinta. Por lo tanto, es urgente y necesario desplazar a la
dirigencia partidista de las unidades de producción y dejar que sean los
técnicos los que adopten las decisiones más adecuadas.

Ahora dicen que el cargo de Lugo pasará a ser ocupado por Félix
González Viego, quien desde hace más de dos años ejerce como
vicepresidente de dicha organización, y por tanto cabe atribuir,
igualmente, los resultados que antes se han presentado. Es muy escueta
la nota de Granma, señalando que "tiene 50 años de edad, es licenciado
en Economía y ha ocupado diferentes responsabilidades administrativas y
políticas en la provincia de Villa Clara, donde asumió durante ocho años
el cargo de Presidente del Comité Provincial de la ANAP".

Vamos a ver por dónde empieza González. Tiene, como siempre ocurre en
estos casos, los 100 días que todo gestor dispone para mostrar que
apuesta decididamente por superar los obstáculos y fijar un modelo
distinto. Ya le hemos dado algunas pistas. Tal vez en el castrismo,
donde los plazos se alargan innecesariamente, sea conveniente ofrecerle
al menos 200 días. No importa. Vamos a seguir sus decisiones, y
trataremos de ayudarle a ir en la dirección más adecuada para que el
sector cooperativo rompa los lazos que lo atenazan e impiden evolucionar
hacia la eficiencia y la competitividad.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37250

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