viernes, 5 de octubre de 2012

Antes de Carromero y después de Carromero

Muerte de Oswaldo Payá

Antes de Carromero y después de Carromero
Orlando Luis Pardo
La Habana 04-10-2012 - 10:52 am.

El político español es una pieza clave en este vodevil contra todos y
para el mal de todos.

Todo lo que diga será usado en su contra. Su biografía misma lo acusa:
correcaminos con decenas de multas, medio enredado en cuestiones de
Hacienda, twittero a favor de los recortes del gobierno español mientras
baila una sevillana etanólica. Ángel Carromero, para colmo miembro de un
partido que en Cuba se considera fascista (a imitación del comandante
Hugo Chávez), tendrá sus 15 minutos de infamia este primer viernes de
octubre, cuando se le condene en una vista oral obligatoriamente breve
(según el dictado de nuestro Canciller), donde ningún cubano le reclama
absolutamente nada a este ibero.

No para de lloviznar por estos días en La Habana. Después del diluvio de
más de cien mil horas con Fidel, el Estado socialista se empantana en su
transición hacia un capitalismito chinesco, donde lo único que no encaja
bien son los derechos del pueblo cubano, así en la Isla como en el
Exilio. Y Ángel Carromero será una pieza clave en este vodevil
inverosímil contra todos y para el mal de todos. Aunque el pizpireto
prisionero del PP ni se lo imagine en su cadalso de comunistas cubanos.

Sólo un extranjero "enemigo" y en plena "actividad subversiva" dentro de
la Isla, podía ser suficiente coartada para la muerte violenta de
Oswaldo Payá Sardiñas. Una muerte que durante años le fue anunciada por
personal paramilitar, incluso delante de su propia familia (y de
extranjeros, para que difundieran sin tapujos el terror de semejante
castigo ejemplar). Bien, pues, promesa cumplida. Hay cosas con las que
en el castrismo no se juega. Cosas sobre las que el castrismo nunca
mintió. Los que no tengan genes revolucionarios para asimilar esta
siniestra sinceridad, no los queremos, no los necesitamos…

Aquel fatídico domingo 22 de julio, horas más tarde del impacto y de un
sms en sueco tecleado en caliente tras el acoso, en un hospital de
provincias y sin evidencias de terapia intensiva de urgencia, moriría
también el otro pilar del Movimiento Cristiano Liberación, Harold Cepero
Escalante, que sobrevivió consciente al choque pero a nadie se le
ocurrió tomarle una declaración (ni se le permitió dársela a su familia
antes de fallecer). Menos aún sabemos del testimonio de ambulancieros,
forenses, doctores, y el personal de seguridad que en minutos tomó ese
tramo de carretera y la ciudad de Bayamo (¿quién les avisó que en el
carnet del occiso instantáneo se leía: Oswaldo Payá Sardiñas, putativo
presidente en el post-castrismo?). Sólo unos campesinos a medio
alfabetizar declararon con precisión en la TVC que el auto de la muerte
iba a más de 100 km/h de velocidad: "una tapa de lata…"

Esa madrugada, según Oswaldo Payá Sardiñas abandonaba su hogar sin
despedirse de su esposa Ofelia Acevedo Maura, la cuenta apócrifa de
Twitter @Yohandry8787 ya delataba en tiempo real su viaje al interior
del país, tergiversando que se trataba de una excursión a la playa de
Varadero. En efecto, casi una década atrás, en el oficialista libro Los
disidentes, podemos disfrutar de unas fotos violatorias de la intimidad
vacacionista de la familia Payá-Acevedo. Allí, una adolescente de 14
años parece mirar a un futuro vacuo mientras su padre se zambulle y
desaparece en la grisura del mar. Era Rosa María. Es Rosa María,
devenida hoy de súbito una nueva líder del Movimiento Cristiano
Liberación, principal voz moral incriminante de toda la violencia de
Estado que acorraló a su ciudadano padre desde que ella nació. Rosa
María Payá Acevedo, acusada antes de abrir la boca de reunirse al borde
del mar con falsos turistas extranjeros para, por un puñado de euros,
fundar la rama juvenil del MLC.

Ninguno de los seres queridos de Oswaldo Payá Sardiñas ni de Harold
Cepero Escalante está acusando al ángel exterminador de las Nuevas
Generaciones del Partido Popular. La empresa estatal propietaria del
Hyundai Accent de matrícula T31402 no ha reclamado en público
indemnización por uno sólo de los tornillos de su vehículo. Tampoco
ninguna cooperativa arrocera o forestal se ha pronunciado en defensa de
los sembradíos apachurrados o las cicatrices del arbolito homicida. Se
trata entonces de un caso de oficio donde legalmente no hay afectados,
excepto la inocencia gubernamental.

Después del videoclip presentado a la prensa, donde el joven político
español pide al mundo que no politice su caso (lo filma la policía
política, pero eso es un detalle circunstancial), ya sabemos que el peor
enemigo de Ángel Carromero no será el Estado cubano, sino el propio
pánico dopado de Ángel Carromero. A la diestra de su volante, como un
personaje perverso de Perrault o los hermanos Grimm, un democristiano
sueco roncaba la pesadilla de los justos bajo el mediodía de un
pavimento en reparaciones y un frenazo a tope de velocidad. Según su
testimonio ya con "suelo europeo bajo sus pies", y a pesar de su onírica
inocencia, Jens Aron Modig igual fue preso e incomunicado en una
habitación sin ventanas, donde sus interrogadores lo ofendieron con
impunidad, hasta coaccionarlo a declarar en cámara contra sí.

Desde Kafka es sabido que la justicia en los sistemas totalitarios nunca
se interesa por la Verdad, ese prejuicio burgués de los evangelios.
Mucho menos por la Vida, esa estadística estrafalaria. El cadáver
parlante de Ángel Carromero, como el del norteamericano Alan Gross, y el
de incontables cubanos que han pasado por esa experiencia, declarará
como un ventrílocuo que aún conserva cierta esperanza de ponerse a
salvo. Se llama instinto de conservación y es un síntoma de la
mediocridad en que patalea la vieja Europa del siglo XXI. En situaciones
límites, la democracia sólo sirve para uno mismo. El cristianismo
occidental queda entonces sin prójimos. Ángel Carromero quiere ser Ángel
Carromero, aunque sea hundido en un campo de concentración o humillado
en el camposanto donde dos seres humanos fueron zambullidos y
desaparecieron en la grisura del Mal.

No para de lloviznar por estos días en una Habana después de Castro y
antes de Carromero. Cuando este viernes 5 se verifique por fin lo que
todos sabemos y no sabemos cómo pronunciar, habrá comenzado una nueva
era cubana en la historia de la Revolución. Estaremos todos más solos,
más desolados, más expuestos al lente paparazi que pornográficamente
expuso a su familia y luego expiró a Oswaldo Payá Sardiñas.

Como en los buenos tiempos fundacionales de una guerra cínica más que
cívica, habrá que ir haciendo silencio para sobrevivir bajo este obsceno
aguacero. El exilio libre quedará a millones de euros más distante que
ahora. Los activistas de la solidaridad internacional pro-derechos
humanos preferirán manejar en cualquier otra esquina del mundo. Los
garabatos chinos y el chillido de ese lenguaje colectivista tendrán un
poquito más de sentido ante nuestra sensiblería individualista. La
etimología sin ética del vocablo "desaparecidos" sufrirá una atroz
actualización. En una salita con aire acondicionado del Oriente de Cuba,
el año cero de la cosmogonía Carromero está a punto de comenzar. Alabado
sea.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/13329-antes-de-carromero-y-despues-de-carromero

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