jueves, 13 de septiembre de 2012

Votar o no votar?

¿Votar o no votar?
Jueves, Septiembre 13, 2012 | Por Pablo Pascual Méndez Piña

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Al igual que en Venezuela
y Estados Unidos, el régimen cubano efectuará comicios generales
próximamente. En octubre, el mandatario bolivariano Hugo Chávez pugnará
con Henrique Capriles para saber si los venezolanos desean la
continuidad del socialismo del siglo XXI, o prefieren apostar por el
raciocinio.

En noviembre, el presidente Barack Obama y el candidato Mitt Ronney
competirán para proponer a los estadounidenses sendas estrategias que
los liberen de la crisis económica, el déficit presupuestario y el
desempleo.

Pero en Cuba, el dictador Raúl Castro -único candidato a las
elecciones- no está presionado, pues no tiene que competir con otro
aspirante por el cargo y, como es tradicional, ofrecerá al pueblo el
mismo "jarabe de componte" de siempre: Represión, derrumbes, picadillo
de soya, croquetas de claria, café mezclado con cualquier tipo de
semilla, baches, dengue hemorrágico, cólera, derrames albañales, peste,
suciedad, robos, corrupción, salarios miserables, pérdida de valores
morales, diferencias sociales, menos transporte público, menos leche
para los niños, menos respeto a los derechos humanos…

Y para reforzar la función circense, el presidente de la Asamblea
Nacional, Ricardo Alarcón de Quesada, no cesará de tararear su
estribillo, donde dice que van a votar más de 8,5 millones y que la
participación de los cubanos a las urnas será casi total. De hecho, los
sondeos oficiales (no hay otros) estiman una asistencia superior a 95%,
abrumadora mayoría que legitimará, a la vista de los incautos, una
dictadura que desde hace más de medio siglo mantiene el poder a la brava.

En Cuba, "el voto es un derecho y no una obligación", según pregonan
ahora los voceros oficiales. Mientras, entre telones, hay quienes
afirman que los cubanos tendrían la oportunidad de someter al régimen a
un virtual "referéndum revocatorio moral", si todos los que rechazan su
política no asistieran a los colegios electorales. Pero tal posibilidad
causa pavor, incluso entre acérrimos críticos de la dictadura.

Ustedes, los periodistas independientes, no resolverán el problema, me
espetó alguien que se identificaba con el seudónimo de Ricardo. Era un
trabajador de una tienda de recaudación de divisas, "shopping", a quien,
tras oírle criticar duramente al régimen, le pregunté: ¿Entonces tú no
vas a votar?

Se enfureció. Dijo que el periodismo no tumba ningún gobierno, y que él
es capaz de salir a la calle esgrimiendo palos y piedras para batirse
contra tanques, cañones y hasta cohetes intercontinentales, pero que
votará, porque si no lo hace, le expulsan del trabajo, y entonces su
familia sufriría las consecuencias. Incluso, llegó a aconsejarme que
hiciera lo mismo: "Compadre, tú debes pensar más en tú familia. Le estás
haciendo tremendo daño".

Rolando Hernández, un jubilado de 76 años, quisiera un cambio de
gobierno, pero también votará en noviembre, por miedo a que le cancelen
el contrato para barrer calles, y aunque sus rodillas no aguantan más,
día a día se levanta por la madrugada para barrer su norma: "No es un
sueldo extraordinario -alega- pero al menos, me alcanza para darme algún
trago de hueso de tigre" (ron barato)." Hernández también piensa que: "A
la dictadura hay que tumbarla saliendo pa' la calle, no dejando de votar".

Otros, como Felipe Echevarría, un desempleado de 53 años, alega que un
líder opositor dijo por Radio Martí que lo más efectivo es anular la
boleta. Y él está de acuerdo, pues considera que de esta forma patentiza
su inconformidad con el régimen más inteligentemente y corriendo menos
riesgos.

La oposición cubana no ha trazado ninguna estrategia contra la farsa
electoral del próximo noviembre. Ni siquiera ha llamado a los electores
para que concurran o no a las urnas. En las calles, los criterios son
polémicos. De 50 personas consultadas, 49 me confirmaron que votarán,
porque comen, visten y subsisten gracias a actividades que realizan
ilícitamente, sea apuntando bolita (juego prohibido), robando, o
ejerciendo distintos tipos de corrupción en los centros de trabajo…
Entonces temen que los señalen como disidentes, que es el nivel más
grave en la escala oficial de actos delictivos.

Así, pues, el próximo noviembre, "Ricardo" votará para no señalarse, a
fin de poder seguir llevando dinero sucio a su casa. Rolando hará lo
mismo, para después pescar tremenda borrachera con su ron "hueso de
tigre", y Felipe anulará la boleta en forma anónima.

De cualquier modo, ninguno de los tres podría elegir al presidente de su
país, porque ya fue elegido de antemano -él mismo se eligió-, y porque
los nominados en sus boletas serán gentes que ni siquiera conocen. Ello,
claro está, no impide que estos pobres diablos se conviertan en
cómplices de la dictadura que tanto aborrecen.

http://www.cubanet.org/articulos/%c2%bfvotar-o-no-votar/

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