lunes, 13 de agosto de 2012

Ojo por ojo

Ojo por ojo
Lunes, 13 de Agosto de 2012 00:15
Escrito por Jorge Olivera Castillo

Cuba actualidad, Habana Vieja, La Habana, (PD) El afán por destruir y
amargarle la vida al prójimo, más allá de conductas pasajeras, es hoy en
Cuba algo que se practica masivamente sin distinciones de edad ni sexo.

No solo voy a referirme al hecho de arruinarles la tranquilidad a los
vecinos con altavoces que semejan andanadas de grueso calibre en forma
de reggaetón, salsa o baladas, casi siempre arrojadas al éter sin
acicalamientos sonoros. Lo importante es el alcance de la onda expansiva
de decenas de canciones programadas para torturar a la mayor cantidad de
personas posible.

Para colmo de males, hay veces en que la impugnación al escándalo es
otro escándalo similar, también a golpe de estridencias musicales.
Cuando suceden estas luchas a nivel de cuadra, el infierno resulta ser
una ridícula analogía.
Aunque se llame la atención en los medios de prensa sobre el asunto y
existan leyes para multar a los transgresores, estos ejemplos de
incivilidad se multiplican.

Procurar soluciones personales a través de la persuasión, es una vía
segura para enfrentar groserías y agresiones físicas de parte de los
infractores.

La proliferación de actitudes como las aquí descritas, se insertan
dentro del proceso involutivo generalizado, en que los parámetros de
educación formal exhiben una caída en picada muy difícil de restablecer
en la medida en que se sigan prolongando los plazos para la iniciación
de los respectivos cambios estructurales.

Hace pocos días leía en el periódico Juventud Rebelde la alerta de un
ciudadano llamado Vladimir, residente en Remedios, en el centro del
país, en relación al "canibalismo" de que es objeto el estadio de béisbol.

De nada sirvió el remozamiento de la instalación, ocurrido en el 2010.
Según el autor de la denuncia publicada en la sección Acuse de Recibo,
han sido robados varios metros de cerca, bloques, entre otros elementos
constructivos.

Lo penoso de la situación es que esto ocurre en cualquier sitio de la
geografía cubana, sin exceptuar ningún área. Hasta las entidades que
brindan servicio al turismo internacional se encuentran a merced del
saqueo, aunque a menor escala, en comparación con lo que ocurre en el
resto de empresas, fábricas, escuelas, hospitales y espacios al aire libre.

Las campañas de concientización para que se cuiden y respeten las
propiedades del estado caen en oídos sordos.
Con total seguridad es factible afirmar que existe una cultura del
despojo. Lo que se repara hoy, es destruido mañana. Pudiera parecer una
interpretación tendenciosa, pero la realidad fundamenta las opiniones
más sombrías.

Es raro observar una escuela que no tenga los ventanales destruidos, o
no esté despintada ni tenga el piso mugriento. Las mismas coordenadas
sirven para la red hospitalaria que incluye camas destartaladas,
lámparas sin bombillas e inodoros también despojados de parte de sus piezas.

En el edificio donde vivo, apenas quedan barandas en la escalera y a la
puerta le han arrancado la cerradura en tres oportunidades.

Ni los bancos de concreto en los parques, se salvan de la destrucción.
Sustituir la madera por el cemento con el fin de evitar la rotura o el
despojo, no ha tenido los resultados previstos.

Tales incidencias continúan produciéndose en toda la isla. Parece una
catarsis colectiva. Una manera de desquitarse los golpes que reparte
meticulosamente el socialismo real.

En cualquier momento, la anarquía puede romper los diques y desbordarse
con la furia de un tsunami. El desastre está en ciernes. Aquí seguimos
como equilibristas en el alero, por culpa de una claque de tarambanas
encaramados en la cima del poder.

Abajo, sombras y concavidades. El abismo.

Para Cuba actualidad: oliverajorge75@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/4891-ojo-por-ojo.html

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