viernes, 3 de agosto de 2012

Los poetas no mueren

Los poetas no mueren
Viernes, Agosto 3, 2012 | Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -El poeta y periodista cubano
Antonio Conte -1944-2012- murió la madrugada del 31 de julio, en el
exilio de Miami. Como los poetas no mueren, mucho menos en una noche
estrellada, es la vida que lo puso a dormir definitivamente.

Eran los años setenta del siglo pasado cuando nos saludábamos por las
calles de La Habana, donde nació. Flaco, nervioso y enamorado como un
loco de Aurora, una negra más bella que Nefertiti.

En todos sus libros publicados de poesía –Afiche rojo, Con la prisa del
fuego, En el tronco de un árbol, Ausencias y peldaños, Definición del
humo, y otros de cuentos y novela- Antonio Conte le cantó no sólo a cada
una de las mujeres que pasaron por su vida, sino a la Mujer universal y
total como madre de la humanidad.

Sufrió el exilio. Lo sabe el dictador cubano. Como cada uno de los
millones de víctimas que pueblan el mundo y que pudieron escapar del
infierno castrista. Me consta también su nostalgia, que se moría de
deseos por caminar las calles del Vedado, atravesar la bahía en las
lanchitas de Regla y Casablanca, por tomarse un guarapo, su bebida
preferida desde pequeño.

Hizo, no hay dudas, versos de los mejores, de los que nos representarán
a través del tiempo como valiosos supervivientes de nuestra tristeza
común, la de vivir en tiranía y casi morir en ella.

Es por eso que El Niño Conte –así le decíamos los que lo amábamos-, no
quiso alejarse demasiado de su suelo patrio y partió de Bogotá a Miami;
tampoco olvidarlo a través del humo cruel de la distancia y se consagró
en cuerpo y alma a la prensa independiente de Cuba, dedicándole sus
viejos conocimientos como redactor y corrector de estilo en la página de
Cubanet, donde trabajó durante doce años.

El, que sabía contar cómo las muchachas lo resucitaban de las balaceras
del destino, que era capaz de llorar en un cementerio de Angola, o por
la muerte de su amigo Roque Dalton, ahora quizás nos pueda explicar cómo
es de difícil morirse en el exilio, con tanta patria enferma doliendo en
el corazón.

Él, que murió mientras contemplaba cómo dormitaba la pasión de las
calles libres, en una apacible madrugada, tal vez pueda explicarme si
en el fondo de un espejo roto está escondida la muerte y si la muerte es
ese pájaro enloquecido que entra de súbito por la ventana, para
avisarnos que se nos acaba el tiempo.

Al final de su libro Definición del humo, dejó escrito lo siguiente:
¨…les digo a todos, alegre como un niño, que si muero mañana me
incineren temprano, para que mi ceniza descanse en claridad, me lancen
sobre el manto marino, y que no se vaya nadie¨.

Antonio Conte murió antes del alba, pensando en sus hijos lejanos, en
los amigos de joder la pava, en los muchos que hoy aquí se nos hace un
nudo en la garganta para decirle nuestro último adiós.

http://www.cubanet.org/articulos/los-poetas-no-mueren/

No hay comentarios:

Publicar un comentario