lunes, 13 de agosto de 2012

Fidel sí sabía hacer bien las cosas!

¡Fidel sí sabía hacer bien las cosas!
[13-08-2012]
Andy P. Villa
Escritor

(www.miscelaneasdecuba.net).- Fidel Castro siempre supo hacer bien las
cosas, entiéndase por "cosas" todas sus fechorías y actos mafiosos
durante los casi 50 años en que estuvo al mando de su "revolución",
osea, de la finca privada en la que convirtió a Cuba.

Para esto le sirvió muy bien su entrenamiento como gangster
universitario en la década de los años 1940s, que tuvo como colofón su
idea de atacar un cuartel del ejército aprovechándose de que sus
ocupantes estaban dormidos, y en su mayoría ausentes por ser día de
carnaval, y para colmo, utilizando los mismos uniformes del enemigo.
Acto que en la actualidad sería catalogado como terrorismo.

Pero su verdadera vocación de jefe mafioso pudo llevarla a la práctica
ya siendo dueño y señor de Cuba y el primer acto importante y osado lo
llevó a cabo en fecha tan temprana como octubre de 1959, al desaparecer
del escenario a quien era el segundo hombre en importancia y apoyo
popular, Camilo Cienfuegos, y sí, ¡literalmente lo desapareció sin dejar
rastro!, con el cuento de que su avión había caído al mar.

Se dice que los implicados en esa misión secreta fueron muriendo
posteriormente para no dejar cabos sueltos. Una operación exitosa,
limpia, y aunque mucha gente sospecha que lo de la desaparición en el
mar es un cuento de camino, ha logrado mantener a los crédulos lanzando
flores al mar durante 53 años. Inmediatamente después se deshizo de otro
de los hombres claves de la Revolución, de probado valor y actitud
firme, uno de los pocos que no le reía todas sus gracias y que tenía
criterio propio.

Condenó a Huber Matos a 20 años de prisión, aunque su intención inicial
era asesinarlo, pero se dice que Celia Sánchez lo convenció de que era
peligroso que se le pasara la mano matando a un hombre muy querido en la
provincia de Camagüey y en general en el Ejército Rebelde.

Luego, cuando otro de los hombres más importantes de su Revolución
comenzó a resultar incómodo, tanto por sus declaraciones públicas en
contra de la URSS como por sus ideas comunistas "puras" e
intransigentes, que empezaron a no encajar con el cauce que comenzó a
tomar aquella mentira llamada "Revolución"; Fidel Castro presionó al
argentino para que se marchara de Cuba a llevar a la práctica la utopía
de hacer otras revoluciones populares por el mundo.

De su primer descalabro en el Congo lo rescató antes de que lo mataran,
pero en su segunda aventura en Bolivia decidió abandonarlo. Aunque pudo
sacarlo, pues tenía los medios para ello, entendió que era más factible
dejarlo morir y crear un mito que seguir cargando con alguien tan
conflictivo. Durante todo el tiempo que duró al mando de la dictadura él
mismo ideó, planificó y veló porque se ejecutaran correctamente
infinidad de felonías, que van desde asesinatos en el extranjero hasta
operaciones de robo de dinero.

Su cultura sobre cómo delinquir, asesinar, hacer trampas, fabricar casos
judiciales, y demás actos delictivos encubiertos se enriqueció de la
experiencia que heredó de la KGB y la STASI. A uno de sus mejores
generales y héroe de la República de Cuba, Arnaldo Ochoa Sánchez, lo
sacrificó y fusiló acusándolo de narcotráfico para salvarse él mismo de
una acusación de tráfico internacional, cuando ya los Estados Unidos
tenían pruebas de que Cuba estaba implicada en el tráfico de drogas y no
le tembló la mano para fusilar también a uno de los fieles hermanos La
Guardia y meterle 30 años de prisión al otro, para aparentar mano dura
en contra de ese delito y salvar así el pellejo y no terminar como su
amigo Manuel Antonio Noriega.

En aquellos tiempos de gloria como jefe mafioso tuvo la suerte de contar
con buenos lugartenientes, que también sabían hacer bien las cosas y que
ejecutaron sus órdenes de forma eficiente. Dos de los más importantes
fueron: José Abrantes Fernández (Ministro del Interior) y Manuel Piñeiro
Lozada, conocido como Barbaroja (Director de la Dirección General de
Inteligencia, DGI). Ambos sabían demasiado.

A José Abrantes, después de ser su sicario durante tantos años lo acusó
de abuso de cargo, negligencia en el servicio, uso indebido de recursos
financieros y ocultación de información en la Causa 2 de 1989 y ya
estando en la prisión de Guanajay, sufrió un conveniente y fulminante
infarto.

Manuel Piñeiro tuvo un sospechoso accidente del que sobrevivió con
heridas leves, fue llevado a un hospital de ejecutivos del Gobierno
donde murió, más sospechosamente aún, también de infarto cardíaco.
Aunque hay infinidad de sospechas de todas las fechorías de Fidel
Castro, es un hecho que sabía hacer las cosas, y después eliminar a los
testigos.

Pero, a partir de que su hermano Raúl Castro heredó el cargo de
Presidente de Cuba, la realidad es que lo que ha hecho es una cochinada:

- Al poco tiempo de tomar el mando dejó morir a Orlando Zapata Tamayo
por falta de asistencia médica y ensañamiento de sus carceleros.

- Ha mandado a propinarles golpizas a un grupo de mujeres pacíficas que
caminan por las calles vestidas de blanco ante las cámaras y los ojos
del mundo.

- Casi se les muere Guillermo Fariñas en otra huelga de hambre.

- Le cayeron a golpes en un parque y ante la luz pública a Juan Wilfredo
Soto García, y después se les murió en un hospital como consecuencia de
las lesiones propinadas por la policía.

- Le ocasionaron serios problemas de salud en prisión a Wilmar Villar
Mendoza, las que condujeron a su muerte tras 56 días de huelga de hambre.

- Golpearon una y otra vez cobardemente a la líder de las Damas de
Blanco, Laura Pollán, hasta que ingresó en el Hospital Calixto García
por insuficiencia respiratoria y sospechosamente se "complicó" y terminó
convenientemente muerta.

Y ahora, para "ponerle la tapa al pomo", llevan a cabo el asesinato del
principal disidente pacífico cubano, Oswaldo Payá Sardiñas, con un
"accidente de tránsito" tan mal hecho que quedaron vivos y como testigos
dos de los ocupantes del auto, que casualmente son extranjeros, que en
algún momento tendrán que permitirles salir de Cuba y se sabrán los
detalles de esta cochinada de "operación encubierta" del DSE.

En los tiempos de Fidel no hubieran sucedido cosas como ésta. Fidel
Castro, en primer lugar, no hubiera fallado el primer intento de
"accidente". Seguramente hubiera organizado mucho mejor la operación, al
menos hubiera mandado un segundo carro detrás del que ejecutó el
"accidente" para revisar los resultados y en caso de que hubiera quedado
algún sobreviviente y testigo del asesinato, les hubieran reventado la
cabeza contra la carrocería del auto.

Hubieran hecho un buen trabajo, no este desastre. Ahora no quedarán
dudas de quiénes son los mafiosos y las sospechas de las pasadas
felonías serán más que sospechas. Fidel Castro, desde su casa de Punto
Cero, debe estarse lamentando de haber dejado el negocio de "La Familia"
en manos tan inexpertas. Definitivamente, como dice el dicho popular:
"No es lo mismo Juana que su hermana".

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=36760

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