miércoles, 22 de agosto de 2012

Anatomía de un intento de asesinato de mi reputación

Represión

Anatomía de un intento de asesinato de mi reputación
Carlos Alberto Montaner
Miami 22-08-2012 - 12:29 pm.

La maquinaria gubernamental de difamación aprovecha la presentación de
una novela en Italia para hacer campaña. El autor responde a una
entrevista llena de difamaciones y, a su vez, lanza unas preguntas.

Carlos Alberto Montaner.

Ignoro si Anna Cherubini existe, o si es el nombre real o el seudónimo
de una comunista italiana que escribe al dictado de los servicios
cubanos de inteligencia. Da igual. Lo importante no es la persona, sino
lo que ha escrito. Es una muestra perfecta para explicar cómo funcionan
las llamadas "medidas activas" contra los demócratas de la oposición
desarrolladas por el Departamento Ideológico del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba dirigido por el coronel Rolando Alfonso
Borges, versión caribeña de Joseph Goebbels.

El 17 de agosto pasado, en las páginas de TellusFolio, un exitoso site
italiano, con motivo de la presentación en Italia de la traducción de mi
novela La mujer del coronel (Edizioni Anordest), una persona que firma
como Anna Cherubini me pide que responda un cuestionario (Le domande da
fare a Montaner).

En realidad no se trataba de una legítima entrevista, sino de lo que los
abogados llaman, en español, un intento de "asesinato de la reputación"
y en inglés "character assassination". No obstante, voy a responder
extensamente el cuestionario y, al mismo tiempo, me gustaría que la
señora Cherubini, o quienquiera que se esconda tras ese nombre,
responda, a su vez, las preguntas que deseo hacerle.

En todo caso, para entender en qué consiste esta medida activa
desarrollada por los servicios de inteligencia, muy utilizada por la
Unión Soviética y sus satélites cuando existía el comunismo en Europa
(no hay que olvidar que el gobierno de los Castro, y en especial el
Ministerio del Interior, fueron modelados por el KGB y la Stasi en la
década de los 60), a continuación sigue una definición escrita por el
Dr. Juan Antonio Blanco, profesor e historiador quien era, hasta hace
una década, analista del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y
hoy vive exiliado y al frente de un departamento de estudios
latinoamericanos en el sur de la Florida. Dice Juan Antonio Blanco en la
segunda edición del libro El otro paredón:

"El asesinato de reputación (character assassination) es un proceso
deliberado y sostenido dirigido a destruir la credibilidad y reputación
de una persona, institución, grupo social o nación.

Los promotores del asesinato de reputaciones para lograr sus fines
emplean una combinación de métodos abiertos y encubiertos como son la
formulación de acusaciones falsas, fomento de rumores y la manipulación
de informaciones.

El asesinato de reputación persigue la finalidad de anular la capacidad
de influencia de la víctima, silenciar su voz y lograr su rechazo por la
sociedad. Al transformar a sus víctimas en no-personas las hacen
vulnerables a abusos aún más graves como pueden ser la agresión física,
el encarcelamiento, la expropiación de bienes, el destierro, asesinato e
incluso genocidio de todo el grupo social al que pertenecen.

La propaganda nazi antisemita y el Holocausto que le siguió son el
ejemplo más extremo de los peligros asociados con las campañas estatales
de asesinato de la reputación. Cuando un gobierno se vale de ese recurso
para justificar agresiones y abusos contra sus víctimas puede
considerarse a esas campañas como una forma de terrorismo estatal. Por
lo general, las masacres, crímenes de lesa humanidad y genocidios son
precedidos por una campaña de este corte.

En el siglo XXI, con el arribo de las Web 2.0 y las redes sociales
virtuales, la diseminación de falsedades se realiza de modo mucho más
rápido y efectivo. Los prejuicios sociales sembrados contra la víctima
terminan por arraigarse gradualmente en la memoria social colectiva y
las personas —en especial las nuevas generaciones— los aceptan como la
historia verdadera o la biografía real.

Con el paso del tiempo, las percepciones falsas que fueron
deliberadamente fabricadas y difundidas por diversos medios de
comunicación, pueden ser incluso incorporadas a los sistemas de
educación, y se convierten en parte de la historia oficial que se acepta
socialmente y resultan entonces difíciles de revertir".

La 'entrevista' de Anna Cherubini

A continuación reproduzco las preguntas de la señora Cherubini en Le
domande da fare a Montaner, así como mis respuestas:

Ya han pasado unos días desde que Gordiano Lupi moderó, el pasado
viernes, en el marco incomparable de las islas Tremiti, la presentación
de un libro de Carlos Alberto Montaner Suris. No pude asistir a este
interesante evento, así que encomiendo a continuación a Tellusfolio las
preguntas que quería hacerle al señor Montaner.

¿Cree usted que es éticamente aceptable que alguien que dice ser
periodista reciba pagos regulares del gobierno de EE UU a través de la
Oficina de Transmisiones a Cuba, para producir noticias negativas contra
Cuba, como se descubrió en 2006?

Este escándalo llevó a la destitución de tres periodistas del diario The
Miami Herald (Pablo Alfonso, Olga Connor, Wilfredo Cancio Isla) y se han
puesto al descubierto las conexiones entre la administración de EE UU y
los periodistas en el sur de Florida, incluyendo a Montaner,
destinatario de miles de dólares.

El Nuevo Herald y The Miami Herald jamás me han pagado por publicar
noticias negativas sobre Cuba. Son dos publicaciones serias y objetivas.
Yo no hago esa clase de periodismo sectario, semejante al de Granma, que
es el órgano de un partido político. Los dos diarios, en inglés y
español, como muchos periódicos del mundo, compran y me pagan mi columna
semanal.

Radio Martí es, como sucedía con Radio Free Europe, una emisora
financiada por la sociedad norteamericana para burlar la censura
totalitaria de los Castro. Es una reliquia de la Guerra Fría,
sencillamente porque el gobierno de los Castro es una reliquia de la
Guerra Fría. Esa entidad, como todos los medios en donde aparecen mis
escritos, había contratado mi columna para que la leyera semanalmente.
La columna podía ser sobre Cuba, la Unión Europea o sobre cualquier
cosa, porque escribo a propósito de múltiples temas, y por esos
artículos pagaban el mínimo que autorizan las normas (cien dólares). La
razón por la que ellos me ofrecieron ese espacio para reproducir mis
columnas, y por la que yo acepté pese a la ridícula remuneración que
pagaban, era porque Cuba, mi país, es el único de América Latina en el
que no aparecen mis columnas debido a la censura estalinista que allí
impera. Era la única forma de compartir mis puntos de vista con mis
compatriotas.

Tampoco es verdad que los periodistas de The Miami Herald que
colaboraban con Radio Martí —como los que en Europa trabajan en otros
medios y esporádicamente colaboran con la BBC o con Radio Exterior de
España, ambos medios pagados con fondos públicos— resultaran expulsados
del periódico. Quienes salieron del diario fueron el presidente de The
Miami Herald, Jesús Díaz, como consecuencia del absurdo reportaje
publicado, y el periodista autor de la información, Oscar Corral, este
último por un penoso delito de carácter sexual en el que incurrió poco
después.

Olga Connor cotinúa escribiendo en el periódico semanalmente. Pablo
Alfonso y Wilfredo Cancio fueron readmitidos cuando se comprobó la
injusticia que habían cometido con ellos, y luego decidieron marcharse.
A mí, muy cordialmente, me llamó Humberto Castelló, director de El Nuevo
Herald, para ofrecerme excusas y jamás dejaron de publicar mis columnas.

Radio Martí, por cierto, está obligado por la ley a mantener los mismos
altos estándares informativos de La Voz de América, entidad que controla
sus emisiones. En esos micrófonos no se puede mentir ni difamar, como
hacen Granma y los otros voceros del régimen. Por eso, una parte
sustancial del pueblo cubano escucha Radio Martí con la misma avidez que
en época del Telón de Acero los pueblos sojuzgados por el comunismo
escuchaban Radio Free Europe.

¿Cómo se justifican los contactos con el terrorista Juan Felipe de la
Cruz, en julio de 1973 en Madrid?

Juan Felipe de la Cruz, autor del atentado realizado en Montreal en 1972
contra el diplomático cubano Sergio Pérez Castillo, murió en el Avrain
Hotel, cerca de París, víctima de la bomba que se prepara para golpear
la Embajada de Cuba, pocos días después de la reunión en España con
Montaner, quien le dio un coche de alquiler, según lo confirmado por
Orlando Bosch en su libro Los años que he vivido.

Yo no tengo absolutamente dada que ver con esos hechos. El Dr. Orlando
Bosch, en su libro dice lo siguiente: "Acción Cubana recibió de su gente
en Cuba informes confidenciales sobre la visita de un alto funcionario
castrista a Francia. Se planeó un atentado. La misión fue encomendada a
Juan Felipe de la Cruz, quien voló a Madrid y se trasladó a París en
auto alquilado que le propició, sin conocimiento de causa, Carlos
Alberto Montaner".

¿Qué fue lo que realmente ocurrió? Algo que sucedía con alguna
frecuencia. Muchos cubanos de Miami, como yo tenía cierta popularidad
entre los exiliados, vivía en España y mi teléfono estaba en la guía,
cuando viajaban a Madrid llamaban para pedir informaciones de cualquier
tipo (hoteles, pensiones baratas, restaurantes, médicos, y hasta
colegios para sus hijos). Pues bien, hace 40 años, creo recordar,
alguien, presumiblemente el señor Felipe de la Cruz, invocando el nombre
de un periodista amigo, llamó a mi oficina de Madrid para preguntar qué
agencia alquilaba coches a buen precio. Como era habitual, lo atendí
cortésmente y le pasé la llamada a mi secretaria, quien le dio los
nombres y teléfonos de tres agencias, como solía hacer. Eso fue todo.
Por ello el Dr. Bosch aclara que, el alquiler del auto lo "propició, sin
conocimiento de causa, Carlos Alberto Montaner". No tenía la menor idea
de nada.

Dejémoslo claro: me repugna profundamente el terrorismo. Me parecía
abominable cuando lo practicaba abundante y cruelmente el Movimiento 26
de Julio, la organización creada por Fidel Castro durante la lucha
contra la dictadura de Batista (hubo noches en las que hicieron estallar
cien bombas en La Habana), y me siguió repugnando cuando la oposición,
en los primeros tiempos de la dictadura comunista, integrada casi toda
por personas que procedían de la revolución, recurrió a ese método de lucha.

También, por supuesto, y en mayor medida, me resulta aún más
injustificable el terrorismo de Estado practicado por el gobierno de
Castro, cuando adiestra, ayuda y alienta a terroristas como el
venezolano Carlos Ilich Ramírez, El Chacal, formado en Cuba y preso en
Francia por numerosos crímenes, así como en el pasado hizo con los
tupamaros uruguayos, los montoneros argentinos y los etarras españoles.
Si es condenable que existan organizaciones terroristas, más lo es que
existan gobiernos terroristas, como sucede con el de los Castro, que así
figura en la lista que compila anualmente el Departamento de Estado
norteamericano.

Si a la señora Anna Cherubini le interesan los vínculos de Bosch con
otras personas que practican el terrorismo, no debe señalarme a mí, sino
a Fidel Castro. Además, debe tener en cuenta la afectuosa relación que
existió entre Bosch y Fidel Castro desde fines de los años cuarenta.
Ambos fueron amigos y ambos militaron en la Unión Insurreccional
Revolucionaria (UIR) que dirigía Emilio Tro. Por eso, Orlando Bosch,
cuando triunfó la revolución en 1959, se convirtió en el coordinador del
Movimiento 26 de Julio en la provincia de Las Villas y Fidel le ofreció
el cargo de Ministro de Salubridad, distinción que no aceptó porque era,
realmente, anticomunista.

De paso, como veo que tiene interés en los hechos de sangre originados
en las riñas políticas cubanas, la señora Cherubini debe averiguar y
contarles a los lectores italianos por qué en la época en que Fidel y
Bosch eran amigos y militaban en la UIR, Castro trató de matar al
estudiante Leonel Gómez (lo hirió por la espalda) el 12 de diciembre de
1946. Y por qué asesinó al sargento de la guardia universitaria Oscar
Fernández Caral el 4 de julio de 1948, si éste no mentía al acusarle de
dispararle, poco antes de fallecer. Asímismo, podía aclarar, de una vez
por todas, la responsabilidad de aquel joven Fidel Castro en el
asesinato del líder estudiantil Manolo Castro (no estaban relacionados)
el 22 de febrero de 1948, entonces acusado de ser el autor intelectual
del crimen.

Sin embargo, como italiana que es, o dice ser, o se supone que sea, si
de verdad está interesada en el terrorismo y la violencia
revolucionarias, acaso le interesará explorar las relaciones entre el
aparato subversivo cubano y las Brigadas Rojas, y, sobre todo, el Gruppi
di Azione Partigiana fundado por Giangiacomo Feltrinelli, un millonario
comunista totalmente deslumbrado por la figura de Fidel Castro, como me
contó el periodista italiano Valerio Riva, quien viajó a La Habana en
los primeros tiempos de la revolución junto a Feltrinelli.

¿Cómo responde usted a quienes dicen que estaba al tanto de la
preparación del asesinato del rector de la Universidad Centroamericana,
el jesuita Ignacio Ellacuría, que tuvo lugar en noviembre de 1989 en
Salvador? ¿Y cómo se explica el hecho de que, justo una semana antes, en
el curso de un programa de Mercedes Mila, amenazó a Ignacio Ellacuría?

En noviembre de 2009, el diario español El Mundo informó que, de acuerdo
a los documentos desclasificados de inteligencia de EE.UU. y la CIA y el
CESID (servicio secreto español), sabían que el sacerdote salvadoreño
Ignacio Ellacuría y cinco de sus compañeros serían asesinados por
escuadrones de la la muerte del ejército salvadoreño.

Solamente la mala fe y la voluntad de difamar pueden llevar a Anna
Cherubini —o sea, a los servicios secretos cubanos— a repetir una
infamia que ya he desmentido con pruebas que están al alcance de
cualquiera que busque en YouTube.

Mi debate con el jesuita Ignacio Ellacuría en el programa de Mercedes
Milá ocurrió cinco años antes del monstruoso asesinato de éste y otros
sacerdotes y colaboradores. Y fue un debate intenso, pero respetuoso,
como correspondía a dos personas decentes. Por supuesto que no existió
por ninguna de las dos partes la menor amenaza. Fue un simple
intercambio vigoroso de ideas.

Es interesante analizar cómo el aparato de difamación del gobierno
cubano monta la mentira que ahora repite Anna Cherubini: 1) aparece una
información en un diario español que dice que los servicios de
inteligencia de ese país sabían que iban a matar a Ellacuría el 16 de
noviembre de 1989. 2) Con el mayor descaro, mienten y afirman que una
semana antes del asesinato, yo había discutido con el sacerdote en la
television y lo había amenazado de muerte. El gobierno cubano oculta que
el debate había sucedido cinco años antes, y que en él, por supuesto, no
había existido ninguna amenaza. 3) Hacen la afirmación canallesca de
que, como yo vivía en España, sabía que los militares salvadoreños iban
a matarlo y por eso lo amenacé.

Con lo que no contaba el aparato de difamación castrista es que existía
una copia del debate que se puede ver en YouTube o en mi blog. No
obstante, el gobierno de los Castro continúa repitiendo la mentira, como
ahora ha hecho Anna Cherubini.

¿Cómo se definen las actividades dirigidas a bloquear las inversiones
extranjeras en Cuba, como las visitas a las oficinas de las compañías
extranjeras que operan en Cuba por los miembros de la PDC (Plataforma
Democrática Cubana) y por el propio Montaner? ¿Es verdad que por ese
tono amenazante Montaner fue expulsado de las oficinas de Tryp Hoteles?
¿Es cierto que Montaner y el PDC amenazaron con elaborar el "Salón de la
Vergüenza", una lista negra de las compañías extranjeras que operan en Cuba?

Jamás en mi vida he estado en las oficinas de Tryp Hoteles, así que es
absolutamente falso que fui expulsado de ellas (ni siquiera sé dónde se
encuentran). Por el contrario, hace unos años, unos ejecutivos de esa
empresa, muy amablemente, me invitaron a cenar en Madrid para conocer mi
opinión sobre estas inversiones de los hoteleros españoles o de
cualquier nacionalidad en Cuba.

Tras escucharlos durante veinte minutos quejarse y burlarse de la
realidad política cubana, les dije, y ahora reitero, que por dos razones
fundamentales esas inversiones en hoteles pueden tener consecuencias
penales, cuando se restablezca en Cuba la democracia.

La primera: las multiples violaciones de las normas establecidas por la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), institución a la que
pertenecen tanto España como Cuba. En esa Isla, el Estado, de común
acuerdo con su socio inversor extranjero, les confisca a los
trabajadores el 95% del salario mediante un cambio de moneda tramposo, y
le prohibe todos los derechos sindicales, comenzando por el de huelga.
Eso constituye delito.

La segunda razón: la complicidad entre la gerencia extranjera de esos
hoteles y las actividades ilegales de espionaje a que someten a muchos
de los huéspedes. La cadena Tryp, Meliá y el resto de los empresarios
hoteleros son cómplices en la colocación de cámaras de video y
grabadoras de audio en las habitaciones, y saben que entre sus empleados
hay policías dedicados a esos menesteres. Incluso aplicando la propia
ley cubana actual, esas actividades son ilegales.

Téngase en cuenta que no se trata de empresarios que invierten en países
controlados por dictadores, sino de empresarios que se asocian con la
dictadura para ganar dinero sin importarles los derechos de los
trabajadores o la intimidad de las personas que utilizan sus servicios.
Si en Madrid o en Roma un hotel oculta micrófonos o cámaras en las
habitaciones de los huéspedes, los responsables de ese delito pueden
acabar en la cárcel y resultar severamente multados.

Lo que entonces les dije a los hoteleros de Tryp, en el tono cordial que
suelo utilizar, porque me pidieron mi opinión, es que esa colaboración
es profundamente inmoral, y les recordé lo que les sucedió en Alemania a
empresas como Bayer, Krupp y Volkswagen por colaborar con la dictadura
nazi: además de pedir perdón públicamente por lo que ahora llamaríamos
"irresponsabilidad moral coorporativa", hasta hace unos años estuvieron
pagando altas multas por su comportamiento contrario a la ética.

¿Está de acuerdo de haber apoyado, como admitió ("... porque nos
detuvieron casi en el momento en que planeábamos ayudar a las guerrillas
campesinas de las montañas del Escambray...", en Havana Journal, 16 de
agosto de 2005), el trabajo de las bandas terroristas que aterrorizaron
a la Sierra del Escambray en los años 60 y que cometieron crímenes
atroces como el del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech?

1960. Situémonos en Cuba. Apenas ha pasado un año de la fuga de Batista
y ya se ha constituido una dictadura comunista. La revolución, hecha
para restaurar la libertad, ha sido traicionada por Fidel Castro. Todos
los periódicos, medios de comunicación y escuelas privadas fueron
confiscados por el Gobierno en los primeros 18 meses. Sorpresivamente,
Fidel entregaba la revolución a la Unión Soviética y calcaba esa manera
siniestra de organizar la sociedad. La diversidad, incluso el
homosexualismo, se convertía en un crimen. Cualquier crítica se pagaba
con la cárcel. En ese momento, ya había unos 19.000 presos politicos en
el país y no cesaban los fusilamientos.

Ante esa traición, numerosos revolucionarios que habían luchado contra
Batista, vuelven a tomar las armas contra la nueva dictadura. En las
montañas del Escambray, en el centro de la Isla, se produce una
verdadera rebelión campesina dirigida por el comandante Plinio Prieto,
el capitán Porfirio Remberto Ramírez, presidente de los estudiantes de
la Universidad de Santa Clara y el comandante Evelio Duque.

Todos son oficiales del ejército revolucionario que derrocó a Batista.
Quieren y piden democracia. Han visto con horror cómo apresaron y
condenaron a 20 años de cárcel al comandante Huber Matos, uno de los
héroes de Sierra Maestra, por escribirle una carta privada a Fidel
Castro denunciando la entronización del comunismo.

El ala democrática del primer gobierno de la revolución, tiene que huir
del país o esconderse para volver a la lucha. El Dr. Manuel Urrutia,
primer presidente de la revolución, debe buscar refugio en una embajada
junto a toda su familia. Se sabe que hay poco tiempo para evitar que la
dictadura de corte estalinista arraigue en el país. Todas las
universidades se convierten en focos de conspiraciones contra la nueva
tiranía.

Es en ese contexto en el que yo, a los 17 años, hace más de medio siglo,
junto a un grupo de estudiantes, como hicimos miles de muchachos, nos
integramos a la Resistencia, como hicieron los franceses o los italianos
honorables y patriotas contra los nazis y los fascistas.

Fue en ese contexto en el que planeábamos ayudar a las guerrillas
campesinas del Escambray para evitar la tiranía que se cernía sobre el
país y rescatar la democracia negada por Castro pese a sus previas promesas.

Lamentablemente, los cuatro amigos (entre miles de estudiantes que
conspiraban) fuimos apresados y condenados a largas penas. A uno de
ellos, a Alfredo Carrión Obeso, lo asesinaron los guardias en la cárcel.
Yo logré escaparme al poco tiempo de haber sido apresado.

No dudo que algún grupo guerrillero antitotalitario haya cometido
excesos condenables, pero los fusilamientos en masa de los detenidos los
cometía el Gobierno. Como me contó un médico, oficial del ejército de
Castro que luego desertó en España, mataban inmediatamente a los
prisioneros de un tiro en la cabeza, para abrirles rápidamente el
estómago y los intestinos con el objeto de averiguar cómo se alimentaban.

En el Escambray, en efecto, hubo crímenes lamentables. De cada 100
crímenes, 99 los cometió la dictadura. Esta historia ya le he contado en
alguno de mis libros.

Estas son las preguntas que me gustaría hacerle al señor Montaner. Una
vez dicho esto, me pregunto: ¿le compraría un coche usado a este hombre?
Un coche que no lo sé, pero no es un libro!

Mis preguntas a Anna Cherubini

Este final de la señora Cherubini sirve para demostrar, con sus
palabras, por qué miente y difama, por qué intenta asesinar mi
reputación: su propósito —que es el de la policía política cubana— es
intentar impedir que se publiquen o se lean mis libros o los escritos de
cualquier demócratas de la oposición. A eso se dedican las dictaduras
totalitarias: a censurar, a impedir que las personas se expresen
libremente. En eso consiste el "asesinato de la reputación".
Afortunadamente, es inútil. Un día los pueblos derriban los muros.

Por último, en vista de que yo he respondido las preguntas de la señora
Anna Cherubini —o de quien las haya formulado—, me gustaría que en justa
reciprocidad me respondiera las mías. Son muy sencillas:

1) ¿Por qué en Cuba, después de 53 años de dictadura de partido único,
no se les pregunta a los cubanos, como proponía Oswaldo Payá, si quieren
seguir con ese fallido sistema, o si prefieren un modelo de Estado
multipartidista en donde haya diversas opciones, como existe en las 20
naciones más prósperas del planeta y, además, en toda América Latina?

2) ¿Por qué los cubanos no pueden organizarse y reunirse libremente
para defender las ideas y los intereses que comparten? ¿Por qué no
pueden crear sindicatos que no dependan del Estado-patrón? ¿Por qué no
pueden escribir y debatir sus ideas y propuestas con libertad?

3) ¿Por qué los cubanos no pueden leer los libros y los diarios que
desean, o escuchar las emisoras internacionales de radio que les plazca,
o tener antenas parabólicas para ver televisión de otros países, o
acceder libremente a internet? ¿No han bastado 53 años de
adoctrinamiento y pensamiento único, infligidos a tres sucesivas
generaciones de cubanos, para convencerlos de las bondades de un sistema
que tiene que dedicarse a ocultar la realidad exterior como mecanismo de
defensa?

4) ¿Por qué los cubanos no pueden entrar y salir libremente de la Isla,
sin necesidad de permisos? ¿Son esclavos o menores de edad?

5) ¿Por qué se les niega a los cubanos la posibilidad de enriquecerse
con el producto de su esfuerzo, como se autoriza a los extranjeros? ¿Por
qué los cubanos talentosos, capaces de crear riqueza si los dejaran, no
pueden aspirar a vivir con las comodidades con que viven, por ejemplo,
Raúl Castro o Ramiro Valdés?

Si Anna Cherubini no desea o no puede responder estas preguntas, tal vez
el coronel Rolando Alfonso Borges se anime a hacerlo. Al fin y al cabo,
en su condición de Jefe Ideológico del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba no solo le corresponde la tarea vil de intentar
asesinar la reputación ajena. Entre sus funciones está defender la
maltrecha reputación de la revolución. Aquí tiene una oportunidad de
hacerlo.


http://www.diariodecuba.com/cuba/12655-anatomia-de-un-intento-de-asesinato-de-mi-reputacion

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