El jaque mate venezolano
[22-05-2012]
Dr. Darsi Ferrer
Ex preso de Conciencia
(www.miscelaneasdecuba.net).- Existe la posibilidad cada vez más certera
de que el otrora hiperkinético Hugo Chávez no llegue a la meta de las
elecciones para el cargo presidencial. Tal pronóstico va levantando un
muro de sombras en el entrecejo de la carcomida dictadura totalitaria
cubana, su embarcador life-coach.
Y ciertamente no deja de ser sombrío porque no tienen dónde escoger un
continuador de la talla delirante del bolivariano.
O, por lo menos, a la altura de lo que le interesa al régimen militar
antillano. En esa mesiánica Venezuela del Siglo XXI no es fácil
encontrar una similar mezcla de dócil ignorante carismático asperjada
con el extremo caldo de la egolatría. Por suerte, o por desgracia, según
quién mire, no abunda tanto ese fatal coctel.
Empantanados en sus segundas posiciones tras la aislada sombra del líder
en declive por sus padecimientos de salud, las grises figuras relevistas
se remueven inquietas. Con angustia ven cómo el tiempo va pasando sin
que el empecinado (o sugestionado) Chávez se dé por vencido y ceda el
puesto para que uno de ellos intente salvar el escaso tiempo que queda
hacia la carrera de las elecciones. Y así, aun si se mirara todo este
enojoso asunto con entusiasmo, el que como una dosis de crack la
dictadura cubana se insufla a diario, se enfrentaría un futuro escenario
de imposibles.
El primero, el menos probable, que Chávez alcance con hálito humano el
resultado de lo que se va a dilucidar el próximo octubre y continúe de
pertinaz presidente-comandante hasta el 2050. El segundo, que llegue por
propio pie y que, como Filípides en Atenas, tras anunciar la victoria
aquea en Maratón, caiga muerto en el sitio. Tercero, que se vaya antes
de este mundo y en las elecciones, o los turbios tiempos que seguirán
para los malos propósitos, ni sus seguidores, y mucho menos los
angustiados castristas, se acuerden ya de él. A fin de cuentas, ésta
sería la puesta en práctica de la filosofía tradicional desde la Sierra
Maestra: No me digas lo que hiciste; dime lo que estás haciendo.
En cualquiera de estos crispados casos, queda el escenario de un jaque
pastor para el régimen cubano. Ninguno de los seguidores de Chávez que
alcance el poder está interesado en mantener ni al oneroso aliado ni a
todas esas falsas estructuras geopolíticas creadas con asesoría de los
manipuladores consiglieris isleños. El ALBA, el CELALC excluyente de USA
y Canadá, el suministro de petróleo regalado, los innecesarios papeles
de intermediario económico asignados a la dictadura cubana, nada de esto
se va a sostener por una masa geopolítica que en realidad es puro humo.
El peso real de esas instituciones con lo único que se puede comparar es
con el inagotable e inútil empeño que le puso Hugo Chávez en crearlas y
sostenerlas. ¿Quién no recuerda los papelones del ALBA intentando forzar
a Honduras a su credo? ¿O pretendiendo sacar provecho del terremoto
haitiano para imponer un régimen de izquierdas? ¿A Venezuela intentando
denodada, e inútilmente, lograr una transitoria curul frente a su rival
Guatemala en el Consejo de Seguridad de la ONU? ¿O yendo a darle
consejos que no le pidieron, y sin caso, a otro mal difunto, Gadafi en
Libia? ¿O siquiera el vergonzoso apoyo, aunque el espaldarazo no levantó
ni polvo, que le brindaron los cancilleres del ALBA a la feroz dictadura
de Al Assad en Siria, mirando hacia otro lado mientras el régimen
masacraba ciudadanos que reclaman libertades?
Más, lo peor del derrumbe de todo este entramado de instituciones
políticas creadas con el fin de establecer un frente "antiimperialista",
será para la víctima más dolida, la fea verruga cubana. No sólo quedará
huérfana, sin un benévolo socio a toda prueba que sin pestañar les cubra
el desastroso experimento cuartelario con buena parte de la riqueza de
su propio país. También terminarán colgando al desnudo sus pellejos de
extemporaneidad.
Quizás entonces desaparezca esa veleidosa fascinación que mantienen las
élites políticas y académicas latinoamericanas hacia experimentos
populistas y totalitarismos de izquierda. Léase Socialismo del Siglo
XXI, Revolución Cubana, Revolución Sandinista, Unidad Popular, aprismo o
peronismo, hay algo que los embelesa con estas fútiles utopías. Tal vez
son motivados por algún ardiente anhelo, bien oculto en las conciencias,
de imitarlos no bien caiga la ocasión. Y no es de extrañar, demostrada
la durabilidad que tienen estos proyectos absolutistas frente a los
torvos y mal encavados regímenes militares de derecha.
Proclamar humanismo y supuesta redistribución de la riqueza nacional
siempre es más cool. No importa las atrocidades que generaron en el
pasado siglo y que la Historia se ha encargado de revelar. Las elites
gubernamentales ignoran olímpicamente los abusos e ilegalidades que
acometen estos procesos antidemocráticos, bien distintos a los
fundamentos que les permitieron a ellos mismos alcanzar el poder en sus
naciones.
Por eso las falsas estructuras regionales, supuestamente creadas para
unir económicamente a la vasta región con nexos culturales de un mismo
origen ibérico, no sólo fueron concebidas en los profundos rincones
donde la dictadura isleña fragua sus fracasados Pinochos políticos.
También las élites latinoamericanas dieron su complaciente beneplácito.
No ocurrió la repulsa de un régimen democrático ante una tiranía. Se
quedaron como de piedra con una larga retahíla de casos diversos, desde
el extremista y bandido primer gobierno de los sandinistas, pasando por
Bishop y la Nueva Joya en Granada, hasta recalar en el atónito Allende.
Con plena injerencia del gobierno totalitario cubano, se pretendió
conformar un Frankenstein donde democracia y libertad formales,
fácilmente desplazables cada vez que se requiriera, se ligaran con los
peores métodos represivos heredados, y perfeccionados por el fatídico
Campo Socialista.
Sin embargo, a estas recientes estructuras fabricadas entre el gobierno
chavista y la inteligencia cubana ya se les ve la corta vida que les
queda. Sin este valladar regional, la dictadura militar cubana quedará
más frágil ante la arremetida de los cambios libertarios que trae
consigo la globalización. Y aunque parezca imposible para algunos,
mírese para el Medio Oriente.
El mundo árabe es un buen ejemplo de transformaciones que se
consideraban inverosímiles. Aunque aun mucho mejor referencia lo es la
distante Birmania, donde una dictadura militar, tan brutal y empecinada
como la cubana, ha sabido nadar y guardar los calzoncillos secos,
cediendo su mando a los nuevos protagonistas democráticos, con la
reconocida opositora Aung San Suu Kyi a la cabeza, a cambio de amnistía
para sus crímenes.
El gobierno cubano se niega a hacer lo mismo, ya sea por vejez, temor,
arrogancia o falta de imaginación. Más, los Castro saben muy bien que no
pueden confiar en los cófrades del enfermo gobernante venezolano. Los
apandillados y oportunistas con los que Chávez se ha sabido rodear en
vida, en muerte se lanzarán por el camino más corto y lógico de la
supervivencia: el pacto con la oposición y con el gobierno de los EEUU.
Sabedores que su jefe significa el único valor más o menos seguro para
mantenerse en el poder, y ciertos de que no van a contar con él cuando
pasen unos medulares meses, se remueven inquietos en sus puestos. Ya
deben andar ofreciendo guiños y seguridades a sotto voce, rozando o
transgrediendo hacia la traición a la fanáticamente ingenua ortodoxia
chavista que les hace corros.
Y en caso de ganar, van a quitarse el brazo asfixiante de la dictadura
cubana que tienen sobre los hombros. Desembarazados del molesto garrote
cubano, propondrán a la nación un tranquilizante chavismo light. Dejarán
de meter ruido regional o continental y ofrecerán parcelas de poder a
sus adversarios políticos.
Si acaso, cuando a la dictadura castrista le saquen los trapos sucios en
los foros internacionales, se mostrarán levemente indignados y
solidarios, pero no irán más allá de un cariñoso espaldarazo
diplomático. A fin de cuentas, eso cuesta bien poco y deja buen look de
progresista. No es difícil reconocer que librados de los pedigüeños
regionales, siempre les quedará más dinero para redirigirlo a sus bolsillos.
Y en el caso de perder, que es lo más probable, se sentirán inspirados
por el viejo ejemplo de la "piñata sandinista" y el moderno de los
viejos dictadores birmanos. Con esa palanca a mano, se querrán
garantizar inmunidad y el borrón y cuenta nueva para sus personas. Para
dar fe de sus nuevos propósitos, garantizarán el desmonte cubano con
claros y firmes pasos. A cambio pedirán que se archiven las pistas
frescas de todo lo que se robaron en gruesos numerarios durante el
triunfalismo chavista.
Saben que, de vencer la oposición, hay demasiado por hacer para
reordenar el país hacia un cauce más normal que este carnavalesco
período galopante. Fuera de juzgar a unos cuantos chivos expiatorios
entregados por los mismos pactantes oficialistas en retroceso, no le
durará mucho la furibunda confrontación política al nuevo gobierno.
Sería demasiado para una nación que ha cosechado una amplia sarta de
problemas en los últimos años.
En conclusión, y para lo que más interesa a los cubanos, la dictadura
militar se va a quedar como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando.
Perderá la plataforma económica que los mantiene respirando y la
plataforma política regional que los aupa y legitima. Sus contubernios
con algunos repentinos amigotes emergentes y oportunistas del exilio, la
jerarquía de la iglesia católica en la isla, y algún que otro aliado
solidario desde lugares demasiado distantes, o sólo moralmente, no le
van a llenar el tanque de gratis ni en cantidad suficiente como para
seguir moviendo su destartalado perol. Malos tiempos se avecinan para
ellos y duros, pero definidores, para un pueblo que sólo está pensando
en cuándo llegará el pollo a la bodega, en podrirse en vida contemplando
el culebrón brasileño de turno, o en salir echando por cualquier hueco
de la alambrada frontera.
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