miércoles, 22 de febrero de 2012

Un decadente Fidel Castro de escenografía y maquillaje

Fidel Castro

Un decadente Fidel Castro de escenografía y maquillaje

No es casual la tardía falsificación del tirano como padre de familia y
"buena gente"

Eugenio Yáñez, Miami | 22/02/2012

Mientras más se acerca la barca de Caronte a Punto Cero a recoger su
macabro cargamento, más desesperados los esfuerzos de la gerontocracia
cubana por "humanizar" la imagen del vetusto tirano. Ya no es cuestión
de presentarlo "invencible", "visionario" o "genial", sino como buen
padre, buena persona, alguien como cualquier vecino buena gente.

La primera de las andanadas de la etapa actual de maquillaje histórico
ha sido la publicación de los dos primeros tomos de unas aparentemente
interminables memorias, pues hasta ahora llegan solamente hasta 1958,
bajo el título de Guerrillero del tiempo, donde lo más significativo no
es lo que pueda decir, sino ver al "guerrillero" en la televisión
presentando el libro, hablando incoherencias, confundiendo información,
enredándose, balbuceando, todo ante la mirada embelesada de un coro
internacional de focas amaestradas, conocidas también como
"intelectuales de izquierda".

Sin embargo, la ofensiva publicitaria no se ha quedado en eso. Entre lo
más reciente en esta campaña de desinformación ha circulado en alguna
prensa italiana una supuesta declaración de la hija del dictador, Alina
Fernández, de que en los últimos tiempos Fidel Castro se ha ido
acercando más a Dios, al extremo de que se ha comentado por supuestas
"fuentes" del Vaticano que el Papa Benedicto XVI estaría dispuesto a
ofrecerle la comunión durante su visita a La Habana. Noticia que, sin
dudas, de inmediato desató el alboroto, y que solamente tiene un punto
débil: que la propia Alina Fernández ha desmentido tal declaración suya
sobre el supuesto acercamiento de su padre a lo divino, señalando
claramente que ella nunca dijo eso.

Y entonces, mucho más recientemente aún, y todo esto no puede ser
casualidad, el fotógrafo Alex Castro, hijo del tirano, publica un libro
con fotos sobre la tragedia del terremoto de Haití, e inmediatamente el
Dr. Antonio Castro, vicepresidente de la Comisión Nacional de Béisbol y
de la Federación Internacional de Béisbol Amateur, gracias a ser hijo de
quien es, acaba de señalar en un programa de la televisión cubana que su
venerable padre "inculcó" a sus hijos el amor al deporte.

"Con el poco tiempo que tenía con tantas responsabilidades, siempre nos
dedicó a la familia, a mis hermanos y a mí, un tiempo para inculcarnos
la validez del deporte, la importancia del deporte". "Cuando podíamos
jugábamos incluso béisbol o el deporte que pudiéramos con él" (…). "Mi
padre fue un practicante del deporte siempre (…) y para mí siempre fue
un ejemplo a seguir en la práctica del deporte".

Según la prensa extranjera en La Habana, estas declaraciones llamaron la
atención a los televidentes, "toda vez que es inusual en Cuba ver a un
hijo de Fidel Castro en la televisión y menos hablando de su padre".
Evidentemente, todo esto no es casualidad.

Puede entenderse el amor de hijo a padre por parte de "Fidelito", Alex,
Antonio, Alejandro, Alexis y Ángel (los únicos reconocidos),
independientemente del currículum del progenitor: al fin y al cabo, cada
quien tiene el padre que le trajo al mundo y no el que pueda seleccionar
por admiración o simpatías.

Pero parece que los hermanos aprovecharon muy poco de lo que les
"inculcó" su padre, que aparentemente no pudo o no tuvo tiempo (¿o sería
que no quiso?) inculcarles la "validez" y la "importancia" del trabajo
voluntario, las microbrigadas, el corte de caña, el trabajo en la
agricultura, la escuela en el campo, las guerras internacionalistas, los
contingentes obreros, la guardia obrera, la libreta de racionamiento, la
vigilancia cederista, las guaguas repletas de "hombres nuevos", los
círculos sociales obreros, las asambleas sindicales, la emulación
socialista, los mítines de repudio, los comedores obreros, las marchas
del pueblo combatiente, el servicio militar obligatorio, los domingos
rojos, la distribución de efectos electrodomésticos, los trabajadores
sociales, la batalla de ideas, las jineteras más cultas del mundo, o el
deporte sin instalaciones deportivas, recursos, ni alimentación
adecuada, y todas esas exquisiteces del paraíso proletario construido
por su padre.

Para no ser absoluto, y antes de que la Brigada de Respuesta Rápida
Digital comience a decir en sus comentarios lo que corresponda decir
esta semana, señalaré que no puede afirmarse absolutamente que el
excelso Comandante no les haya inculcado a sus hijos los valores
mencionados en el párrafo anterior. ¡No faltaba más!

Pero puede decirse, absolutamente, utilizando la misma sibilina
fraseología de las "verificaciones" que lleva a cabo el régimen, que
hasta el momento no se ha podido comprobar que los hijos del dictador en
algún momento hayan expresado "amor" o "inclinación", o hayan demostrado
en la práctica la "validez" o "importancia" de esas actividades
señaladas anteriormente, participando, aunque no en todas, al menos en
algunas de ellas, tal y como han tenido que hacer millones y millones de
cubanos durante más de medio siglo de dictadura castrista.

Sin embargo, el Comandante debe haberse encargado, si en algún momento
sus hijos se enteraron por casualidad —pues nadie se los debe haber
dicho—, de hacerles olvidar el hundimiento del remolcador 13 de Marzo,
el derribo de las avionetas civiles de Hermanos al Rescate, la Primavera
Negra, la inclusión de enfermos mentales y delincuentes comunes en la
flotilla de refugiados del Mariel, la injerencia en América Latina y
África, el apoyo a narcoterroristas, y el fomento del espionaje, entre
los eventos más recientes a "olvidar", junto con otros más antiguos,
como los fusilamientos, las decenas de presos políticos, las
confiscaciones arbitrarias, la eliminación de las libertades
individuales, el aplastamiento de la sociedad civil, o la "ofensiva
revolucionaria".

Pero bueno, no se le puede pedir tanto al Comandante. Bastante hizo que,
"con el poco tiempo que tenía con tantas responsabilidades", supo
inculcarles a sus hijos que los bates eran para golpear pelotas, no
disidentes. Que para ese trabajo sucio siempre habría "hombres huevos",
pero nunca "hijos de papá".

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/un-decadente-fidel-castro-de-escenografia-y-maquillaje-274198

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