lunes, 3 de octubre de 2011

El régimen y el IDH: una historia de cariño

Economía

El régimen y el IDH: una historia de cariño
Elías Amor
Valencia 03-10-2011 - 9:00 am.

¿Cómo es que el Índice de Desarrollo Humano de Cuba es comparable al de
Francia o España? ¿Qué significa esto?

Niñas cubanas repiten: 'Pioneros por el comunismo, seremos como el Che',
antes del inicio de clases. (REUTERS, La Habana, 28 de septiembre)

No es mala noticia que Cuba cotice alto en el ranking de países de la
ONU, de acuerdo con el indicador de desarrollo humano, el IDH, uno de
los que elabora esta organización para analizar de forma comparativa las
economías de los distintos países.

El régimen castrista suele apoyarse en este tipo de indicadores para
destacar sus realizaciones "sociales", comparándose con el resto de
países de América Latina, entre los que Cuba pasa a ocupar una posición
realmente elevada cuando se utiliza el IDH. De hecho, en la última
estimación realizada hace pocos días, Cuba ha sido el único país de
América Latina que se encuentra entre los diez con mejores resultados en
el IDH no económico en la última década. De hecho, como se destaca en
Granma, "es la única nación en desarrollo con mayor desempeño en ese
aspecto, con un aumento de dos años en la esperanza de vida y de cinco
en los de escolarización esperados".

Hasta aquí, posiblemente nada que objetar, y felicitaciones por los
resultados obtenidos si los queremos creer. Durante décadas, las
comparaciones que los economistas realizan entre los países para
estudiar la dimensión económica se han basado en el Producto Interior
Bruto, su valor total, o el per cápita, indicadores que, en el caso del
régimen castrista, sitúan a Cuba entre los últimos países del mundo por
los bajos niveles de eficiencia y productividad, la desequilibrada
estructura sectorial y el modelo de economía planificada de corte
estalinista mantenido durante medio siglo.

Es cierto que el PIB y el PIB per cápita se han cuestionado por los
estudiosos del crecimiento y del desarrollo para citar, por ejemplo, su
escasa utilidad en países como los exportadores de petróleo del golfo,
que obtienen valores muy elevados por su concentración en una materia
prima en presencia de reducidas poblaciones.

Pero mención aparte de estas críticas puntuales, el valor de una
economía, su capacidad para crecer, generar empleo y riqueza, se
encuentra mucho mejor representado por el PIB y el PIB per cápita, que
por elaboraciones sintéticas como el IDH. No será este el lugar para
abordar con detalle la composición de este indicador, que se viene
utilizando por los analistas como un complemento del PIB y su per
cápita, bajo la hipótesis, ciertamente verificada con la experiencia
disponible, que existe una elevada correlación positiva entre ambos. De
modo que una economía potente, diversificada y con un alto nivel de
renta, lo que supone un elevado PIB per cápita, está relacionada con un
alto nivel del IDH, y viceversa.

Es por ello que el resultado del IDH en Cuba sea "motivo de sorpresa",
tal y como expuso en conferencia de prensa Khalid Malik, secretario
general auxiliar de las Naciones Unidas y nuevo Director de la Oficina
del Informe de Desarrollo Humano (IDH).

Malik explicó que el IDH, que surgió hace dos décadas para complementar
la información económica, incluye el PIB per cápita, pero éste no es el
único indicador principal del índice, sino que también se incluyen la
salud (con referencia a la esperanza de vida de la población al nacer) y
la educación (que hace referencia a los niveles de matriculación en el
sistema educativo). El hecho de que el PIB per cápita se vea compensado
en el IDH con los otros indicadores, lleva a Cuba a situarse en el grupo
de países con un índice de desarrollo humano alto, similar al de otras
potencias con un nivel de desarrollo superior, como España, Francia o
Alemania.

El régimen castrista se ha caracterizado, en los últimos años, por una
estrategia para distraer, disimular, torpedear y falsear las
informaciones estadísticas más relevantes para el análisis de la
economía. En 2004 se abrió un conflicto con los economistas de CEPAL, ya
que el régimen intentaba situar una tasa de crecimiento del PIB de la
economía castrista, del 11%, que los técnicos de este organismo se
negaron a aceptar. La distorsión se encontraba en la imposición por el
régimen de un método específico y propio, ajeno a la metodología
estadística internacional, para la estimación de los gastos sanitarios y
de educación, sí, precisamente esos mismos que elevan artificialmente el
IDH de Cuba para situarla entre los principales países del mundo.

Manipular la estadística supone un coste en términos de credibilidad que
cuesta décadas corregir. El IDH de Cuba es elevado, pero la imagen que
proyecta la economía castrista al viajero internacional no permite
concluir datos de estas características. Cierto es que puede existir una
larga esperanza de vida al nacer, pero de qué sirve tener una población
envejecida que malvive con reducidas pensiones sin apenas capacidad de
gasto, y lo que es peor, con un grave riesgo para el futuro del sistema
de pensiones por la baja productividad del trabajo. Y de qué sirve una
elevada tasa de participación de la población en el sistema educativo,
si esa formación una vez concluida, no se puede poner en valor real, y
muchos ciudadanos terminan ocupándose en actividades poco relacionadas
con sus estudios, pero mejor retribuidas.

No hace falta insistir mucho en este tipo de cuestiones. Pero la
credibilidad de una economía es fundamental para que la misma pueda
consolidar su posición en la economía mundial, algo de lo que adolece la
economía castrista. Si en noviembre se presenta el Informe de Desarrollo
Humano 2011 en La Habana, sería conveniente abrir una reflexión sobre
todas estas cuestiones antes de que sea demasiado tarde.

http://www.ddcuba.com/cuba/7272-el-regimen-y-el-idh-una-historia-de-carino

No hay comentarios:

Publicar un comentario