Pitonisa habanera
Iván García
La Habana 17-09-2011 - 11:22 am.
Nació en el 59, fue obrera, miliciana, prostituta… Hoy cobra cinco pesos
por 'ver' el destino.
Un puesto de venta en La Habana.
Viste como una gitana. Falda ancha y pañuelo de colores chillones.
Mientras le tira las cartas a sus clientes, fuma un mocho de tabaco
barato. Se llama Luisa y aunque dice tener 52 años, sus ojos tristes,
dientes careados y rostro arrugado le dan la apariencia de una anciana
que acaba de cumplir los cien.
Es una de las tantas adivinadoras que en La Habana se ganan la vida
presagiando el futuro mediante barajas españolas o a través de las
líneas de las manos a sus clientes.
En cinco minutos, con voz pausada, te dice qué va pasar con tu vida en
la próxima década. Augura desgracias, viajes al extranjero, dinero o
infidelidades conyugales.
A ratos, cuando el mazo de naipes envía un mensaje adverso, suelta un
lagrimón. Luisa es una artista en su labor. Si un "muerto" le susurra al
oído el futuro de quien en ese momento está consultando, cambia la voz
como un ventrílocuo.
Esta habanera genuina nació una noche lluviosa de 1959 en el barrio
pobre de Carraguao, en el municipio del Cerro. Antes de descubrir su
habilidad para diagnosticar un cáncer o un golpe de suerte con sólo
mirar los ojos a una persona, trabajó en una textilera de las afueras de
La Habana.
Su existencia da para una novela ácida y realista. A lo Pedro Juan
Gutiérrez. Fue obrera y miliciana. Y también prostituta. Siempre se
buscó los pesos que le permitían alimentar a sus hijos.
En pleno período especial —esa crisis que ya cumplió 22 años dentro de
la crisis permanente— su hija mayor, conociendo las capacidades de su
madre para ver cosas, le propuso se tomara en serio la cartomancia y la
quiromancia.
Ella se leyó diez o doces libros viejos sobre esos temas. A través de la
ilegal antena por cable, observó la forma de actuar de Walter Mercado,
el rey de los horóscopos y las predicciones astrales en el sur de
Estados Unidos.
Una amiga santera le enseñó a tirar los caracoles y algunos trucos para
sacarle información a la gente. Cuando se sintió preparada, comenzó a
profetizar el destino a los transeúntes de diversas calles de la ciudad.
En Cuba, donde el futuro es mañana y los planes más alejados se hacen
para el fin de semana, personas como ella, capaz de avizorar el
porvenir, siempre tendrán el éxito asegurado.
Hay días que trabaja diez horas. Después de escuchar los vaticinios,
unos salen riendo, otros llorando. Pero Luisa siempre llega a su
habitación en una derruida cuartería, con los bolsillos de su amplia
saya repletos de billetes de 5 pesos, el precio que cobra por cada
consulta callejera.
"A diario me busco entre 100 y 200 pesos (de 5 a 10 dólares). Regreso a
la casa con un cansancio de siglos. Caigo en la cama como una piedra.
Hay personas que les he pronosticado un viaje al extranjero, me han
localizado y luego de regalarme dinero o ropa, me dicen: "Señora, usted
no se equivocó, hoy vivo en tal país. Me están agradecidos", cuenta Luisa.
Desde febrero de 2011, tiene licencia como trabajadora por cuenta
propia. Paga 65 pesos al mes por concepto de impuestos. Según ella, su
fuerte es predecir la muerte.
"De cada diez casos que profetizo la muerte, nueve fallecen. A veces por
piedad no digo mis predicciones. Hace dos meses, a un vecino le anuncié
que moriría en dos semanas. Unos días después, vino a verme: 'Luisa, te
equivocaste, sigo vivo'. Le miré a los ojos y supe que tenía las horas
contadas, pero no se lo dije. La mañana siguiente murió de un infarto.
Lo malo de una cartomántica es que no puede predecir su propio futuro".
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