viernes, 16 de septiembre de 2011

Muro de papeles

Muro de papeles
Friday, September 16, 2011 | Por Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Como tantos españoles
que viajan a Cuba, Ángela A. F. sabe que los habitantes de esta isla
viven inmersos en sus problemas, atiborrados de penurias y frivolidades,
al borde del caos y la enajenación. Sabe, además, que son afables y
amigos de sobredimensionar los sucesos de su entorno.

No sabía, sin embargo, que al casarse con un cubano con el cual llevaba
dos años de relación, atravesaría un calvario de citas, esperas, sellos,
papeles y divisas a granel, sin contar las trabas de todo tipo para
legitimar su unión ante el consulado de su país en La Habana.

En los días previos a su cuarto viaje, antes de descender en el
aeropuerto capitalino y abrazar a su amado, tuvo que corretear entre
Castellón y el consulado de Cuba en Valencia, donde pagó 500 euros por
cuatro documentos que mostraría a la especialista de la notaría
internacional, en Miramar, quien certificó la unión ante dos testigos y
un fotógrafo, tras cobrarle 625 dólares y revisar el manojo de papeles
del novio cubiche, un cincuentón apacible y escéptico que anduvo con
ella bajo el sol tropical, entre almendrones y oficinas. Luego
respiraron felices durante tres días en Varadero.

La felicidad duró poco, porque antes de acudir al consulado de España en
La Habana solicitaron el certificado de viajes en la consultoría
internacional de Miramar, donde le cobraron 150 pesos convertibles y le
advirtieron que la entrega del documento demora de uno a dos meses. Para
colmo de males, en la cita consular la funcionaria hispana no recibió el
resto de la documentación, pues su cónyuge debe gestionar un acta de
notoriedad e inscribir tres certificados en la notaría internacional del
Ministerio de Relaciones Exteriores, situada en 21 y 24, Vedado.

Con tantos papeles pendientes y la entrevista marital pospuesta, Ángela
decidió regresar al Mediterráneo hasta nuevo aviso. Mientras esperan por
los cuños de Relaciones Exteriores y por el dichoso certificado
migratorio, la pareja hispano-cubana se comunica por mensajes al móvil,
llamadas y correos electrónicos. En su caso, la nueva tecnología actúa
como celestina del reencuentro.

La odisea continuará con la solicitud de otra cita consular, la entrega
de los documentos pospuestos y el retorno de ella a La Habana para la
entrevista, en la cual responderán a preguntas surrealistas que
demuestren la legitimidad del matrimonio pues, como los cubanos inventan
vías de escape, los funcionarios consulares son catedráticos en trucajes
migratorios. Para dicho encuentro, ambos mostrarán las cartas cruzadas,
fotografías de pareja y las facturas de pago por los mensajes de
Internet y las llamadas realizadas desde España a la isla.

Si el consulado considera legítimo el matrimonio y lo inscribe en sus
archivos no cesará el muro de papeles y gestiones. Él tendrá que ponerse
las pilas al recibir el libro de familia, solicitar el visado por
reagrupación y luego bregar ante los uniformados de Inmigración y
Extranjería, quienes le exigirán el certificado de matrimonio, el
pasaporte, la obtención del permiso de salida, identificada como tarjeta
blanca o carta de libertad; todos en divisas, al igual que el permiso de
residencia en el exterior, sea temporal o permanente, y otros detalles
legales que multiplican las incertidumbres y frustraciones.

Aunque el futuro es incierto y la distancia dolorosa, Ángela es tenaz y
confía en el amor. Su cónyuge cubano ha sobrevivido a pruebas de mayor
realeza. Por el momento, ambos forman parte de esa legión de parejas que
andan separadas por la burocracia de Estado.

http://www.cubanet.org/articulos/muro-de-papeles/

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