lunes, 18 de julio de 2011

Vuelo 6620

Publicado el lunes, 07.18.11

Vuelo 6620
Gina Montaner

Hay viajes que uno nunca quisiera emprender. El cuerpo sin vida del
cubano Adonis G. B. será repatriado de Madrid a La Habana cuando la
embajada del país del que huyó lo devuelva a Cuba. Así de cruel y
caprichosa es la vida. El deseo de este joven de 23 años era escapar del
encierro de aquella isla maldita. Y ni siquiera se cumplirá su última
voluntad.

En un primer momento la instantánea resultó confusa: una masa alargada
sobresale del tren de aterrizaje de un avión de Iberia recién llegado al
aeropuerto de Barajas. El ojo humano tarda unos segundos en descifrar el
contorno hasta reconocer las líneas de un torso desnudo que se ha
deslizado del estrecho recoveco de la aeronave. Y luego la cabeza, los
brazos entumecidos, la espalda amoratada. Una dura imagen extrañamente
armoniosa en la composición perfecta de una foto tomada al azar. Es el
cuerpo inerte de Adonis G. B., pero bien pudiera ser una escultura fetal
de Henry Moore, uno de los tortuosos bustos que el pintor cubano
Servando Cabrera dibujó en rojo y negro. O uno de los talles heridos y
amordazados que otro compatriota de Servando, el gran Rolando Dirube,
pintó en el exilio evocando el presidio político cubano.

En su locura por fugarse a cualquier precio de esa cárcel que es Cuba,
Adonis G. B. fantaseó con rozar la libertad aferrado como un pájaro
indefenso a un monstruoso aparato de hierro. Nunca sabremos en qué
instante del fatídico viaje se durmió para siempre arrullado por el
silencio y el frío. Aterido, violeta y finalmente libre. Ajeno al
tintineo de las copas de cristal en clase Business. Nadie le dedicó un
brindis al polizón y sus quimeras.

No conocemos el rostro de Adonis G. B. Si acaso murió con la mueca de
una triste sonrisa en su desesperada y juvenil ilusión de creerse
liberado al fin. Sin más bultos que el suicida coraje de quien está
convencido de que podrá sobrevivir al periplo improbable colgado de un
hilo entre nubes y hielos. Un torso diminuto y frágil que navega en el
cielo. Insubordinado y dormido.

Si hubiese justicia en este puerco mundo, a nadie se le ocurriría
devolver a Adonis G. B. al infierno del que se evadió a costa de su
propia vida. Su torso inmortalizado debería descansar a salvo de cadenas
y servidumbres. El regreso de la mortaja en la abrigada panza de un
avión es demasiado agravio para su corta existencia. Ahora sí tiene el
billete que no pudo comprar en vida. El brindis. Las risas livianas en
la cabina. En su delirio de altura Adonis siente que toca tierra firme
en una ciudad con primaveras. Percibe un débil aleteo. Es su corazón
antes de apagarse. Hace frío y todo es azul.

Nadie esperaba a Adonis G. B. en Barajas. El suyo era un viaje
solitario. Sin maletas ni pasaporte. Un ave extraviada buscando refugio
en el ala de otra gigante y metálica. No basta una ensoñación ni el brío
de un torso varonil para aferrarse a la alucinación de que la vida está
en otra parte. El avión de Iberia 6620 se elevó sobre La Habana y el
polizón divisó la inmensidad del mar. Fue lo último que vieron sus ojos
de muchacho loco que se atrevió a soñar.

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http://www.elnuevoherald.com/2011/07/18/984559/gina-montaner-vuelo-6620.html

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