lunes, 4 de julio de 2011

Pobre ex canciller

Pobre ex canciller
Adolfo Pablo Borrazá

Centro Habana, La Habana, 30 de junio de 2011, (PD) ¿Qué se puede
sentir cuando se tropieza en una guagua con alguien que hasta no hace
mucho fue una personalidad? El ex canciller Felipe Pérez Roque, el
delfín más aventajado de Fidel Castro, el hombre entendía, los
pensamientos del Máximo Líder, es hoy un cubano común. ¿Qué común? Es un
pobre cubano.

Nunca imaginé que al montar aquel ómnibus Girón destartalado me
encontraría con Pérez Roque. La vergüenza que noté en sus ojos cuando
lo miré me ayudó a estar seguro de que no me había equivocado de persona.

El ex funcionario debe extrañar muchísimo sus días de gloria con su
amigo y colega de causa, Carlos Lage. Tan fatídica fue su obsesión por
la "miel del poder" que sus jefes ni siquiera le dejaron el automóvil.

Pérez Roque siempre se creyó invencible y sagrado. Solo había que verlo
y escucharlo en cada discurso. Pero ahora es uno más, uno del montón.
Palpa diariamente como vive la gente de abajo. Esa que siempre despreció
y engañó para respaldar a su amado jefe. Hoy es testigo de las
necesidades del cubano de a pie, de las que nunca se preocupó porque se
lo daban todo a cambio de hablar basura y apoyar ciegamente los
designios y órdenes de los dueños de Cuba.

Lástima que ya no pueda chillar sus discursos en la ONU. Hubiese sido
excelente. Para empezar desmentiría que la situación de Cuba no era la
de un país sitiado a causa del bloqueo norteamericano. Sabe
perfectamente que son los caciques de esta isla los que imponen el bloqueo.

Debe ser duro para una persona como él, que vivió tanto tiempo en la
cúpula gobernante, verse así, casi a rastras. Más eso, a ninguno de los
que viajaban en el ómnibus le importó.

Si hay algo que duele más que el golpe, es la indiferencia. Pérez
Roque, ahora que se mezcla resignado con el pueblo, sabe perfectamente
lo que éste piensa sobre los líderes y su revolución. Seguramente se dio
cuenta que el apuntalamiento que soporta este sistema está basado en la
mentira de la que él mismo fue cómplice.

Para él no hay vuelta atrás. En vez de mirar hacia abajo avergonzado,
debería ser más valiente consigo mismo y pedir disculpas a la sociedad
que tanto engañó. Pero sería de ilusos esperar eso.

Ninguna acción de apoyo, ningún apretón de manos por parte de los que
viajábamos ni nada por el estilo, perturbó el viaje de nuestro antiguo
canciller, Ese que transmitía cabalmente los pensamientos del Líder Máximo.

El ostracismo al que fue destinado por sus jefes y la apatía mostrada en
veinte minutos de viaje por una docena de pasajeros, le enseñó al pobre
canciller que nadie en este mundo es todopoderoso.

adolfo_pablo@yahoo.com

http://www.primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/1722-pobre-ex-canciller

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