martes, 19 de julio de 2011

Juguetes, para qué?

¿Juguetes, para qué?
Tuesday, July 19, 2011 | Por Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Yumisladys abre sus ojos negros
de cubanita, despierta y recuerda que hoy cumple siete años. Es el día
que oficialmente perderá el derecho a comprar un litro de leche por la
libreta de racionamiento. Por suerte mamá consiguió unos limones para
acompañar el agua con azúcar que seguramente le dará como desayuno en lo
adelante.

Es el Día de los Niños también, fecha que, según le cuenta abuelita,
hace muchos años el Comandante en Jefe ordenó celebrar cada tercer
domingo de julio, para acercarlo a los aniversarios de su asalto al
Cuartel Moncada en 1953, inicio de su revolución. Dicen que antes los
niños se acostaban emocionados muy temprano para esperar el 6 de enero,
Día de Reyes, y hasta a los más pobrecitos les ponían algún juguete
delante de las camitas, aunque papá hubiera tenido que carpintear un
camioncito y un bate, o una cuna para la muñeca de trapo cosida por mamá.

Pero eso quedó en el pasado de diferencias entre los niños ricos y los
niños pobres. Después, pusieron los juguetes racionados y los vendían
por la libreta: uno básico (o mejor) y 2 adicionales (cosas como una
pelota o un juego de yaquis). Tía le cuenta que abuelo quería comprar
la única bicicleta que habían traído para vender a la tienda, pero se
dio cuenta de que el administrador la estaba sacado por detrás, entonces
armó una tremenda discusión y él terminó en el hospital con un
infarto. Al año siguiente, por suerte, ya no tuvieron que dormir en la
cola para comprar los tres juguetes que le tocaban, porque el turno para
comprar se conseguía llamando por teléfono, pero era muy difícil lograr
que el teléfono conservara el tono de discar y pasaron horas llamando a
la tienda. Tío tuvo su última perreta cuando los abuelos sólo lograron
conseguir el turno casi para la hora de cierre del último día de ventas,
y ya no quedaba nada que sirviera.

Todo eso se "superó" cuando llegó el Período Especial. ¿Quién podía,
entonces, pensar en juguetes? Por aquellos años 90 y pico, el sudor
brotaba a borbotones en las furtivas guaguas repletas; casi siempre
había apagón en la escuela, el centro de trabajo, las reuniones y la
casa, donde había que aprovechar el rato con luz y agua para cocinar los
pocos alimentos forrajeados, que además podían echarse a perder por
falta de refrigeración. Después la situación comenzó a mejorar un poco y
abrieron las "shoppings". ¡Comida y juguetes!

Yumisladys juega con sus amiguitas a la shopping. Van a la que queda en
la esquina, miran los juguetes, los zapaticos y las ropitas, que mamá no
puede comprar porque todos son muy, muy caros. Regresan y dejan volar
su imaginación. Ella es la administradora, Yoandris, el supervisor que
vigila para que no roben, María Carla trae los juegos que le mandó su
abuela, ¡de afuera!, y se imaginan la comida y todo lo demás. A la
fiesta de fin de curso no sabe si podrán llevarla. Es en casa de un
niño que tiene de todo. ¡Hasta piscina! Bueno, ya debe terminar el
juego porque la llevarán al parque, donde actuarán unos payasos por el
Día de los Niños.

En Cuba, los niños tienen garantizada la instrucción y atención de salud
gratuitas. Por supuesto que debe ser así, porque los cubanos han
sacrificado 52 años, o sea varias generaciones, para que supuestamente
todo fuera mejor que antes de 1959. Sólo que antes de 1959 las escuelas
no sólo eran privadas, también las había públicas y en todas partes.
Ciertamente en algunas zonas, fundamentalmente rurales y apartadas, no
las tenían, pero los que hoy son abuelos fueron hasta las montañas para
eliminar el analfabetismo. Algo similar ocurrió con la atención de salud.

Sin embargo, el deterioro de la educación y la salud pública son sólo
parte de la crisis que existe en todos los aspectos de la sociedad
cubana. Los niños están subalimentados, y en algunas zonas del país la
situación es alarmante desde hace años.

Los jóvenes han sido formados en un ambiente de prohibiciones del
gobierno e ilegalidades, cometidas por sus mayores para sobrevivir con
la bolsa negra, nutrida por el robo y la corrupción; la represión ha
impuesto la doble moral, y la añoranza por lograr un futuro de
esperanzas en el extranjero, fundamentalmente en Estados Unidos. Otra
contradicción, pues al mismo tiempo que siempre los dirigentes les han
dicho que si esto no les gusta se vayan, es allí únicamente donde sus
parientes y amigos han podido progresar, y desde donde les envían algún
dinerito para mitigar la miseria cotidiana. Muchísimos bisoños cubanos
no tienen la opción de irse ni de recibir remesas de familiares en el
extranjero; a veces inmersos en un ambiente donde "todo vale", roban.
Durante muchos años han tenido que entretenerse jugando al dominó en las
esquinas con adultos alcohólicos que beben cualquier mejunje. El
alcoholismo pulula en cualquier barrio, desde el Malecón de La Habana
hasta las calles de Guantánamo, y la droga ya se extiende.

Increíblemente, los niños y jóvenes cubanos dicen que están aburridos.
A pesar de la propaganda que se hace cuando se celebra la Feria del
Libro, muy pocos leen. Seguramente el primer obstáculo para que se
motiven por la lectura es que no aprendieron a escribir y leer bien,
pues hasta recientemente se habían eliminado las clases de caligrafía,
ortografía, expresión oral y redacción. Los libros desestimulan porque
hasta los comics están atiborrados con propaganda ideológica. Los
cines dejaron de atraer desde tiempos inmemoriales, debido al deterioro
progresivo de las instalaciones, que en muchos lugares sencillamente
fueron cerradas. Las escasas discotecas no están al alcance de los
vacíos bolsillos de los jóvenes, que normalmente dependen de padres con
muy bajos salario. Tampoco los jóvenes que tienen trabajo escapan de
la miseria, porque sus sueldos resultan ínfimos, y cuando el gobierno
decretó el despido de 500 000 empleados, los primeros lanzados a la
calle fueron los recién graduados o los trabajadores con pocos años de
incorporación. Además se les limita su desarrollo al impedirles el
acceso a Internet, para privarlos de conocimientos e información.

En fin, el Día de los Niños es todos los días, más allá de las cifras,
posiblemente alteradas por las autoridades, que los representantes de
algunas organizaciones del sistema de Naciones Unidas u otras
organizaciones latinoamericanas, alaban como logros del régimen totalitario.

Es encomiable la dedicación de los artistas y grupos de aficionados
dedicados a entretener a los niños, muchos de ellos integrados por niños
y jóvenes quienes, con limitadísimos recursos y mucho ingenio, hacen sus
propios vestuarios, muñecos y todo lo necesario para su labor. Ellos
alimentan la imaginación, incentivan las ilusiones y provocan las
entusiastas carcajadas de los niños.

Lamentablemente, su trabajo solo llega esporádicamente a una pequeña
parte de nuestros infantes, que necesitan libertad para expresarse, una
verdadera educación que ofrezca opciones y prescinda del constante
adoctrinamiento ideológico, y más atención de los agobiados padres y la
sociedad, para adquirir valores morales positivos. Un futuro mejor es
posible.

http://www.cubanet.org/articulos/%c2%bfjuguetes-para-que/

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