viernes, 15 de julio de 2011

Fugas entre nubes, un suicidio casi seguro

Fugas entre nubes, un suicidio casi seguro

Más de una decena de jóvenes cubanos, quizás por desconocimiento, se han
aferrado a través de los años a esa vana esperanza, como una vía para
cambiar en unas horas el curso de sus vidas.

Rolando Cartaya, especial para martinoticias.com 15 de julio de 2011

Cuando uno viaja en una aerolínea comercial, a cada rato aparece en las
pantallas de los televisores de a bordo un dato de vuelo sobrecogedor:
la temperatura exterior alcanza -50 grados Celsius. Sólo unos
centímetros de fuselaje y la presurización de la cabina nos separan de
esa temperatura mortal. El compartimiento del tren de aterrizaje de un
avión comercial, en cambio, no está presurizado.

Y sin embargo, más de una decena de jóvenes cubanos, quizás por
desconocimiento, se han aferrado a través de los años a esa vana
esperanza, como una vía para cambiar en unas horas el curso de sus vidas.

La mayoría terminó perdiéndola. como Adonis G.B., de 23 años, cuyo
cuerpo inerte y magullado llegó el martes al aeropuerto madrileño de
Barajas, entre las ruedas de un Airbus 340 de Iberia.

El blog Café Fuerte publicó una cronología de los intentos similares
realizados entre junio de 1969 y esta última tragedia. De once que se
aventuraron, sólo dos sobrevivieron. El segundo en lograrlo, en
diciembre del 2002, fue un joven de 20 años, trabajador del aeropuerto
de La Habana, quien soportó en el tren de aterrizaje de un DC-10 de
Cubana de Aviación la travesía desde La Habana a Montreal, Canadá. Su
nombre no se dio a conocer debido a regulaciones de Inmigración
canadienses, pero vivió para contar que tras introducirse en el hueco
del tren de aterrizaje, se abrazó a un tubo de calefacción para
sostenerse y obtener el mayor calor posible. Ese fue un vuelo de cuatro
horas. De La Habana a Madrid son de 9 a 9 y media.

El otro sobreviviente fue uno de los dos primeros en intentar esa
locura. Su compañero, Jorge Pérez Blanco, de 19 años, no llegó con vida,
pero a Armando Socarrás, de 17, le llamaron el Hombre Milagro, tras
rebasar una travesía transatlántica Habana-Madrid en el tren de
aterrizaje de un DC-8 de Iberia. Tal vez es la notoriedad que alcanzó
Socarrás lo que conduce todavía a algunos jóvenes cubanos a pensar que
hay un porcentaje favorable de probabilidades de llegar vivo.

En un artículo titulado "Supervivencia en el Cielo", que puede leerse en
el portal argentino Planeta Sedna, se dice que la explicación que los
científicos dieron al caso de Socarrás es que había sido un rarísimo
ejemplo de hibernación humana.

Por encima de los 3 mil metros de altura empieza a faltar el oxígeno
necesario para la vida. El techo de servicio de los aviones comerciales
actuales es de casi 12 mil 500 metros. Y por debajo de 4 grados
centígrados una persona poco abrigada no puede incrementar su ritmo
metabólico lo suficiente para reemplazar el calor que desprende. Como al
descender la temperatura corporal también disminuye el consumo de
oxígeno, se cree que la de Socarrás se redujo justo lo adecuado, y sin
llegar a congelarse, a pesar de que iba vestido sólo con camisa y
pantalón, aminoró su consumo de oxígeno y sobrevivió.

Pero la baja temperatura y el aire enrarecido no son los únicos factores
en contra. En entrevista con la agencia EFE acerca del caso de Adonis,
el comandante de la flota Airbus 340 de Iberia, Jose María Íscar, señaló
que cuando el tren de aterrizaje está extendido, sosteniendo el avión,
el espacio del compartimiento es grande, pero una vez que se guarda,
apenas queda sitio libre. Según dijeron a EFE fuentes aeroportuarias, el
cuerpo del joven cubano presentaba señales de aplastamiento en la cabeza
y el tórax.

Y además está la presión atmosférica, que disminuye un 75 por ciento
desde el despegue hasta que la nave encuentra su techo de vuelo: de mil
13 milibares a nivel del mar, a unos 250 milibares a 10 mil 500 metros
de altitud. Los montañistas pueden ajustarse al cambio de presión porque
avanzan lentamente, pero los aviones de línea ascienden a razón de 450 a
600 metros por minuto.

Mejor olvidarse del memorable milagro de Socarrás. Lo más precioso que
Dios nos ha dado es la vida. Los jóvenes cubanos no deberían tentar al
Creador exponiéndola en un juego mortal en el que, no caracoles, ni
barajas o borras de café, sino rigurosos parámetros científicos, indican
que hay muchas menos probabilidades de sobrevivir que en una ruleta rusa.

http://www.martinoticias.com/noticias/Fugas-entre-nubes-un-suicidio-casi-seguro-125628913.html

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