lunes, 18 de julio de 2011

El acoso a la prensa cubana

El acoso a la prensa cubana

Es imperioso que la comunidad internacional acompañe a la isla en su
prédica por el retorno de la democracia
Lunes 18 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa

Cuba parece moverse a dos velocidades. Por un lado, las reformas
tendientes a la apertura de la economía van acompañadas de la
posibilidad de disponer en el futuro inmediato de Internet de alta
velocidad. Por el otro, el Estado cubano insiste en restringir el libre
flujo informativo con acciones cada vez más represivas. Se trata de las
dos caras de la isla, reflejadas en el nuevo informe del coordinador
senior del programa de las Américas del Comité para la Protección de los
Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), Carlos Lauría.

Lo curioso es que el tendido del nuevo cable de fibra óptica en Cuba,
anunciado por la dictadura de los Castro, no representa,
lamentablemente, una garantía para el acceso irrestricto a Internet,
como ocurre en la mayoría de los países. Es necesario que se eliminen
todas las barreras legales para el acceso a la red y que los blogueros,
entre los cuales se destaca Yoani Sánchez por su coraje al enfrentar al
régimen con instrumentos precarios, puedan alojar sus sitios en dominios
cubanos.

De concretarse esa aspiración, quizá demasiado osada para un orden
represivo como el cubano, la isla comenzaría a emprender el camino de
ida hacia la democracia y la libertad, aniquiladas durante más de medio
siglo en nombre de una revolución que ya casi no tiene padrinos ni
referentes en el exterior. En un cambio de estrategia, según Lauría, las
prolongadas penas de prisión como castigo a la presunta traición que
significa informar y opinar han sido reemplazadas por la persecución
oficial de los periodistas independientes, caracterizada por detenciones
arbitrarias de corta duración, golpizas, campañas de descrédito,
persecuciones y sanciones sociales.

Esta penosa situación subsiste a pesar de la reciente liberación de los
últimos periodistas encarcelados durante la embestida contra la prensa
independiente en 2003, conocida como la "Primavera Negra". La mayoría de
esos periodistas fue conminada a abandonar el país. Tres se negaron,
pero fueron liberados bajo licencia extra penal por razones de salud. Es
una forma de libertad condicional que los vuelve vulnerables a ser
arrestados otra vez.

A esos periodistas se les impidió cubrir las alternativas del congreso
del Partido Comunista celebrado en abril y el aniversario de la
Primavera Negra recordado en marzo. Es otra muestra de la mordaza que
impone el régimen sobre la prensa independiente.

En este luctuoso panorama, la penetración de Internet en la isla es de
alrededor del 14 por ciento. Las conexiones privadas son fuertemente
restringidas. Para los periodistas independientes, las únicas
alternativas son las conexiones clandestinas en el mercado negro o el
acceso costosísimo en los hoteles, si no en embajadas extranjeras. Esto
último, se entiende, tiene innegables connotaciones políticas y
diplomáticas.

Por ese motivo, por primera vez un organismo internacional, que integra
la Argentina, ha honrado a diplomáticos comprometidos con la causa de la
democracia y los derechos humanos. El premio, que lleva el nombre de
Mark Palmer, en honor al ex embajador norteamericano en Hungría, fue
entregado durante la reunión Ministerial de la Comunidad de las
Democracias en Vilnius, capital de Lituania. La única mujer premiada fue
la holandesa Caecilia Wijgers, nominada por el Centro para la Apertura y
el Desarrollo de América Latina (Cadal), presidido por Gabriel Salvia en
Buenos Aires. A su vez, el Proyecto Puente Democrático de Cadal le
otorgó a Wijgers el Premio a la Diplomacia Comprometida en Cuba
2009-2010, que compartió con sus colegas Ingemar Cederberg (Suecia) y
Volker Pellet (Alemania).

En Cuba son los blogueros quienes están librando la batalla por la
libertad de expresión y merecen el mayor apoyo posible del exterior, de
modo que no se sientan solos en su lucha por un necesario y deseable
cambio de régimen.

El gobierno argentino, siempre renuente a denunciar las graves
violaciones a los derechos humanos de los Castro, debería tomar nota de
esta auténtica lucha por los derechos y las libertades, y brindarles su
respaldo en lugar de verlos como traidores a una causa que, en teoría,
está en las antípodas de su propio pensamiento. Mucho habrían hecho los
gobiernos extranjeros si, durante la dictadura militar argentina,
hubieran denunciado el drama de los desaparecidos que, no casualmente,
Fidel Castro en persona procuró omitir. Lo hizo para no entorpecer la
estrecha y paradójica relación de la Argentina con su principal
comprador de granos. Ese capítulo ominoso no figura en la versión
kirchnerista de la historia.

http://www.lanacion.com.ar/1390369-el-acoso-a-la-prensa-cubana

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