martes, 26 de julio de 2011

CHINA Y LA LIBERTAD

CHINA Y LA LIBERTAD
26-07-2011.
Carlos Alberto Montaner

(www.miscelaneasdecuba.net).- Eric X. Li ha escrito una inteligente
defensa del modelo chino en The New York Times. El autor es un exitoso
inversionista que opera en Shanghai. Está formado en Berkeley, en
Standford y en Fundan University, una de las mejores instituciones
académicas de su país.

Conoce, pues, perfectamente bien el modelo capitalista de la democracia
liberal norteamericana y el modelo de capitalismo autoritario que ha
convertido a China en la segunda economía del planeta.

Su argumentación a favor del capitalismo autoritario chino los sostiene
en las siguientes cinco premisas:
• El gobierno, según las encuestas, tiene el apoyo mayoritario de una
sociedad que progresa y tiene fe en el futuro.
• Aunque el control está en las manos de un partido único, esa
institución es una verdadera meritocracia en la que los mejores
ascienden a las posiciones de poder, lo que le confiere legitimidad.
• Es falso que la falta de libertad de expresión restrinja la
creatividad y los impulsos innovadores de la sociedad: cada vez son más
las publicaciones científicas y las iniciativas empresariales de los chinos.
• Tampoco es cierto que el control autoritario del Partido Comunista
genere más corrupción. Algunas democracias multipartidistas como
Argentina, Italia o India son naciones más corruptas que China;
• La clave del éxito de China está en el liderazgo del Partido Comunista
y no en la economía de mercado. Si la economía de mercado fuera el
elemento fundamental del progreso cómo se explica el atraso y la pobreza
de países como Pakistán o Haití.
Es una lástima que Li dejara fuera de su análisis el tema de la libertad
individual. La libertad no es una palabra vacía destinada a escribir
versos en el día de la patria. Es el componente básico del bienestar
emocional. Consiste en poder tomar decisiones racionales sin coacciones
exteriores, basados en la información de que disponemos y los valores
que sustentamos. Es la conquista máxima de la evolución que nos separó
de las demás especies animales y progresivamente fue anulando el
comportamiento derivado de los instintos o de la obediencia inducida por
la ferocidad del mono alfa.

"¿Libertad para qué?" se preguntó un día desdeñosamente Lenin. Libertad
para decir, escuchar, leer o escribir lo que nos plazca; para
seleccionar nuestros afectos; para rechazar o aplaudir; para intentar
vivir dónde y cómo deseemos. Libertad para equivocarnos y levantarnos en
la constante lucha por una felicidad que sólo podemos definir
individualmente. Libertad para ejercer nuestras preferencias sexuales y
para criar a nuestros descendientes de acuerdo con nuestras convicciones
y valores. Libertad para ser coherentes con nuestros criterios íntimos y
no tener que fingir unas adhesiones que no sentimos, conducta hipócrita
que suele transformarse en malestar psicológico.

El autoritarismo, siempre artificial, dedicado a construir sociedades
uniformes, es un cruel generador de disonancias en quienes lo padecen.
He recurrido al ejemplo otras veces: ¿recuerda el lector lo que nos
sucede cuando mentimos? El cuerpo se rebela. Nos sudan las manos y las
axilas, aumenta la salivación, se acelera el corazón, la voz cambia, la
gesticulación nos traiciona. Contrario a lo que dicen los cínicos,
nuestra especie está biológicamente conformada para la coherencia y la
verdad y ese comportamiento sólo se obtiene donde podemos ser libres y
no estamos gobernados por un grupo de seres arrogantes que tienen todas
las respuestas y dirigen nuestras vidas como les da la gana.

Es posible, en alguna medida, que el éxito económico chino se deba a la
dirección férrea de un partido único. No es un caso excepcional. Es casi
seguro que el salto a la modernidad de España y Chile tenga una relación
directa con la mano dura de Franco y Pinochet, dos dictadores que
impusieron ciertas reformas necesarias para dinamizar el aparato
productivo de esas naciones, pero ése es sólo un aspecto del asunto. El
objetivo no es ser un esclavo bien cuidado, próspero y sonriente. El
objetivo, también, es no ser un esclavo.

Ojalá que los admiradores del capitalismo autoritario se den cuenta de
que otro mundo es posible. A los chinos no debe serles muy difícil
recordar que antes del reciente progreso de China continental, otros dos
apéndices de esa cultura se habían abierto paso hacia el Primer Mundo:
Hong Kong y Taiwán. Hong Kong, como colonia de Inglaterra, se hizo rica
sin dejar de ser libre. Taiwán se fue haciendo próspero y,
simultáneamente, su sociedad se desprendió de sus orígenes dictatoriales
y se trasformó en un pueblo libre.

Li debiera saberlo: no hay que elegir entre la libertad y el progreso.
Se pueden conquistar ambas metas. Otros lo han hecho.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=33070

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