"Estos ancianos eran muy jóvenes cuando, arrastrados por el furor
revolucionario, se incorporaron a un proyecto que los ha conducido a un
presente de limosnas y dependencias".
martinoticias.com 15 de junio de 2011
"Son personas que vieron a sus hijos y a sus nietos lanzados -quizás por
ellos mismos- a la boca del león".
Opositores dentro de Cuba han asegurado que los recortes presupuestarios
a la seguridad social, la salud pública y otros sectores, emprendidos
por el gobierno cubano, unido a los bajos salarios y los aumentos de
precios de los alimentos, el transporte y los combustibles han
convertido la vida en un calvario, fundamentalmente para los miembros de
la tercera edad.
El historiador Manuel Cuesta Morúa ha explicado que para él la vida de
los ancianos se convierte en una especie de metáfora del proceso
político cubano y le llama "tercera edad de la revolución" por la
depauperación que presenta.
Cuesta Morúa ha descrito -tanto al gobierno como a los ancianos- como un
estado de desespero y angustia porque la vida se les termina y no han
logrado un legado que dejar al futuro.
"Estos ancianos eran muy jóvenes cuando, arrastrados por el furor
revolucionario, se incorporaron a un proyecto que los ha conducido a un
presente de limosnas y dependencias, y aunque no me gusta el término,
son el reflejo de la decadencia", ha explicado el historiador.
"Son personas que han llegado a un túnel muy oscuro en el que, al
despertar, no se piensa siquiera en el día de mañana, sino en la hora
del almuerzo porque la mayoría se levanta sin tener qué desayunar", ha
dicho al respecto Luis Felipe Roja, autor del blog Cruzar las Alambradas.
Para el bloguero y poeta holguinero, más que la pobreza material, lo que
agobia a los ancianos cubanos, es la pobreza espiritual: "son personas
que vieron a sus hijos y a sus nietos lanzados -quizás por ellos mismos-
a la boca del león y ahora, después de tantos fracasos y decepciones, no
hallan cómo salvarlos de ese horror".
"Ese sentimiento de culpas es, tal vez, lo que más infeliz puede hacer a
un abuelo" ha concluido Luis Felipe Rojas.
"Esos ancianos, sumidos en el olvido, que deambulan por las calles
envueltos en harapos, vendiendo jabitas, maní o cualquier cosa que les
permita sobrevivir a una pensión miserable, merecen atención aparte" ha
clamado el activista de derechos humanos Juan Francisco Sigler Amaya.
Los ancianos, según Sigler Amaya, al jubilarse deben ser mantenidos por
sus familiares porque las pensiones que reciben sólo les alcanza para
sobrevivir tres a cuatro días al mes.
Ha explicado el activista de derechos humanos que lo más deprimente es
ver cómo algunos ancianos, ante la falta de energía, se suicidan, o
entregan sus domicilio a personas extrañas con la condición de que les
den de comer el poco tiempo que les queda de vida.
"Estos ancianos, a quienes hace más de cincuentas años, el gobierno de
los Castro prometió una vejez digna, feliz y protegida, hoy no son más
que fantasmas que deambulan sin esperanzas" finalizó Sigler Amaya como
un grito de auxilio por ellos.
http://www.martinoticias.com/noticias/vIEJITO-123911774.html
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