viernes, 18 de febrero de 2011

En la vida real

En la vida real
Friday, February 18, 2011 | Por Víctor Manuel Domínguez

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – No pocos cubanos que logran
abandonar el país se convierten en neandertales de salón, con pistola al
cinto y cinta adhesiva para silenciar las opiniones adversas. Si bien
dentro de la isla muchos no se atrevieron a decir ni esta boca es mía
para cuestionar la falta de libertades, en el exterior rugen más que el
león de la Metro Goldwyn Mayer.

Las decisiones que no tuvieron valor de criticar en su país, las
impugnan desde un exilio adonde no llega el humo jodedor de una moto de
la Seguridad del Estado, ni el olor de los calabozos. Lo mismo se oponen
a la visita de Juanes a la Isla que a la llegada de los Van Van a Miami,
o montan carpas para exigir mano dura contra el acercamiento entre
cubanos y estadounidenses.

Los intercambios culturales entre ambas naciones son otra oportunidad
para ejercitar su estirpe de Trucutú, y la intolerancia genética
adquirida en los manuales de la revolución

La visita del presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba,
Miguel Barnet, a los Estados Unidos, invitado por Graduate Center de
City University of New York (CUNY), para asistir al lanzamiento
(edición inglesa) de su novela La vida real, desenfundó algunas lenguas
amordazadas por más de medio siglo.

Razones como: "es un cómplice de la dictadura, un censor", no bastan
para negar su presencia de un escenario donde la confrontación abre
grietas en el monólogo de las dictaduras. Si el Barnet de las obras de
testimonio Biografía de un cimarrón, Gallego y Canción de Rachel decide
defender la revolución, es su derecho, tanto como para los demás
cuestionarla.

El problema no está en si Barnet va y la Orquesta Sinfónica de Nueva
York no viene, sino en lograr que ambas visitas, más que una maniobra
política o un privilegio individual, se conviertan en un derecho para todos.

En vez de oponerse a que Barnet visite universidades norteamericanas,
deben levantar la voz y recoger firmas para que el poeta y escritor
Jorge Olivera Castillo pueda asistir a Harvard donde fue invitado por
el Departamento de Literatura y Literatura Comparada, a participar en el
año escolar 2010-2011 del Harvard College.

Sin embargo, más de veintidós cartas (encabezadas por la de Noam
Chomsky), dirigidas al gobierno y Ministerio de Cultura, no han sido
suficientes para que lo autoricen a viajar.

Si Barnet fue, qué bien. Si Jorge no va, qué mal. Si el primero escribió
el cuento Fátima o el Parque de la Fraternidad; el segundo publicó en el
exterior los libros Huésped del infierno, y Antes que amanezca y otros
relatos. Si el escritor oficial lanzó su poemarios Oriki y otros poemas,
Mapa del tiempo, y Con pies de gatos; el opositor publicó Confesiones
antes del crepúsculo, En cuerpo y alma y Cenizas alumbradas.

Cuando Barnet apoyó el encarcelamiento de 75 opositores al régimen,
Olivera fue condenado a 18 años de prisión. Dos visiones de la misma
realidad, y un solo derecho: el de viajar y expresarse.

Aunque en la vida real, el escritor oficialista que puede viajar es más
prisionero que el que escribe desde la oposición.

vicmadomingues55@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/en-la-vida-real/

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