lunes, 6 de diciembre de 2010

De extremas y silencios

De extremas y silencios
Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Mientras Hugo Chávez
notifica ante el Parlamento de Venezuela su propósito de instaurar unas
fuerzas armadas de extrema izquierda, que asuman las decisiones de su
gobierno e impidan el triunfo de la derecha en las elecciones de 2012,
sus mentores de Cuba promueven algunas medidas liberales para sobrevivir
sin las cargas que se echaron encima al asumir el poder absoluto décadas
atrás.

Ni Chávez aprende de los errores de sus patriarcas ideológicos, ni los
Castro aflojan la mano en cuestiones esenciales. El aprendiz de brujo
sudamericano no es sutil, se lanza al ruedo con la espada de Bolívar
como máscara y los preceptos del socialismo para expropiar y excluir a
sus contrincantes, y después adoctrinar a las masas mediante la
enseñanza y los medios de comunicación.

Los cubanos conocemos el resto de la película, pero no sabemos cómo
sacudirnos la pesadilla, cuyo último capítulo tiene como guión la
discusión de los Lineamientos sociales y económicos del VI Congreso del
Partido Comunista, a celebrarse en abril del 2011; nada nuevo por
cierto, pues las zigzagueantes discusiones preceden a dichos congresos
desde el ya lejano año 1975.

Los congresos sirven para conservar el poder; las discusiones populares
para legitimar al Partido y sus elegidos. La novedad del próximo
cónclave radica en que los capitanes necesitan sacudir el lastre que
desequilibra la nave y arriesga su llegada al puerto del socialismo, tan
lejano como las nieblas del futuro.

Mientras Chávez busca la autopista del socialismo por los atajos de la
extrema izquierda, su homólogo del Caribe abre algunas válvulas para
obtener créditos, disminuir la presión internacional, evitar el
crecimiento de la oposición y resolver problemillas internos, como la
inercia, las "gratuidades indebidas", la empleomanía ficticia, la
ineficacia productiva, la indisciplina laboral y social, el robo
generalizado y el "síndrome del pichón", lo cual apunta a la
descentralización y la autonomía empresarial e individual, frenadas por
el absolutismo y las normativas burocráticas.

Acostumbrados a "discutir" dentro de los límites del modelo socialista,
los cubanos que hablan sobre los lineamientos en sus centros de trabajo,
saben que es más de lo mismo, pues una vez aprobado el documento estarán
justificando las cartas de los despidos masivos y el cese de los
subsidios. El documento omite el papel que le corresponde a la propiedad
privada, cuya reforma es imprescindible; no señala la concesión de los
derechos y libertades individuales abolidas en la década del sesenta,
desde la libre expresión, reunión y asociación, hasta el derecho a
poseer propiedades y sindicatos independientes.
El intento de preservar un modelo agotado es una burla a la nación.
Medio siglo de socialismo demuestra que la planificación y la propiedad
estatal no resuelven los problemas. No se trata de actualizar el
descalabro, son necesarios nuevos actores y el reciclaje en el poder
para rematar el rostro de la intimidación. Si Chávez repite la puesta en
escena es su problema, lo nuestro es salir del teatro.

http://www.cubanet.org/CNews/year2010/Dic2010/06_C_2.html

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