lunes, 8 de noviembre de 2010

El sentido común de la Posición Común

Publicado el lunes, 11.08.10
El sentido común de la Posición Común
By GINA MONTANER

La represión arrecia de nuevo en Cuba. Recientemente Reina Luisa Tamayo,
la madre del preso de conciencia Orlando Zapata, a quien el régimen
cubano dejó morir en una huelga de hambre, fue brutalmente acosada por
las fuerzas del orden. Todo indica que ha concluido la tregua vigente
desde este verano, la cual formaba parte de un acuerdo con el gobierno
español para ir liberando prisioneros políticos gradualmente.

A nadie debe extrañarle este nuevo golpe bajo del castrismo. Unos días
antes de la golpiza propinada a Reina Luisa y otros disidentes, la Unión
Europea (UE) había ratificado la Posición Común con respecto a Cuba. O
sea, los países de la UE mantienen la presión a la espera de que se
produzcan cambios que propicien la apertura política en la isla, pero
dejando abiertos los canales diplomáticos y los intercambios que
facilitan el diálogo. A pesar del intenso lobby que el ex ministro de
Asuntos Exteriores de España, Miguel Angel Moratinos, llevó a cabo para
levantar la Posición Común con el fin de favorecer al régimen de La
Habana, finalmente prevaleció el consenso de que Cuba debe dar señales
claras de que está dispuesta a iniciar un proceso hacia el pluralismo
que incluya el respeto a los derechos humanos.

No es sorprendente, pues, que la dictadura de los hermanos Castro haya
vuelto a desenmascararse sin el menor rubor mostrando su verdadero
rostro, que es el de la intimidación a los opositores. De nuevo
enfrentados a una opinión pública internacional que exige pruebas de
buena fe y no la limosna de un puñado de presos liberados por la puerta
trasera, Raúl Castro sabe que en esta ocasión difícilmente podrá obtener
a cambio el levantamiento del embargo por parte de la Administración de
Obama o la normalización de relaciones con la UE. Simplemente sus gestos
no son suficientes y no convencen a las naciones democráticas. Entonces
para qué, razonan los castristas, continuar fingiendo que se acabó la
mano dura cuando no se consiguen réditos económicos y políticos como
recompensa a esta puesta en escena.

A Reina Luisa Tamayo y el grupo de opositores que alzan su voz contra la
opresión que no cesa, los seguirán persiguiendo y hostigando porque si
no les sirven de recambio en negociaciones palaciegas, más vale tenerlos
a raya y recordarles que la calle es de los revolucionarios y no de la
disidencia. En todo caso, para las autoridades cubanas la mejor solución
al recurrente problema de la oposición que resurge cuando y donde menos
se lo esperan, continúa siendo la de desterrar a los desafectos
mandándolos al exilio con un billete de ida.

eina Luisa Tamayo, una Madre Coraje que desfila cada domingo hasta la
tumba de su hijo con el arrojo de quien ya no tiene nada que perder, es
un símbolo demasiado poderoso que desarma a sus verdugos: tan humilde,
tan del pueblo, tan espontáneo el desgarro en sus procesiones
dominicales. No hay nada que hacer frente a su heroica estampa. De ahí
la urgencia de los represores por deshacerse de ella y neutralizarla.
Qué más habría deseado el gobierno cubano que engañar a la UE y a
Washington con sus trampas y mentiras. Pero, como suele suceder con los
sistemas totalitarios, les resulta imposible ocultar el eclipse bajo el
que vive sumido el pueblo desde hace más de medio siglo.

Otro año más, a los castristas no les queda otra que dejar a un lado la
peligrosa pantomima y retornar a su esencia, que es la de los desmanes y
los atropellos. De nuevo son ellos mismos, con las viejas mañas de una
dictadura. Son como el abusador que vuelve a casa bajo la falsa promesa
de no propinar más palizas. Tarde o temprano siempre recaen y queda al
descubierto su monstruosa naturaleza. Lo que está claro es que ya nadie
le cree el cuento al gobierno cubano.

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http://www.elnuevoherald.com/2010/11/08/834245/gina-montaner-el-sentido-comun.html

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