lunes, 2 de agosto de 2010

Empeño inútil

Publicado el lunes, 08.02.10
Empeño inútil
By ALEJANDRO ARMENGOL

Varias organizaciones con nombres pomposos --Unidad Cubana. Foro
Patriótico Cubano-- persisten en el empeño de mostrar al mundo un exilio
envenenado en el revanchismo, la estupidez y la intransigencia.

Quienes no admiten una opinión contraria --basta escucharlos en la radio
de Miami-- pretenden promover y dirigir la puesta en marcha de una
sociedad democrática en Cuba.

Más allá del saludable fin terapéutico y de entretenimiento que
proporcionan a sus seguidores y oyentes --los que sin gastar un centavo
encuentran un foro en que manifestar sus amarguras y rencillas-- poco
logran, salvo servir de catarsis a exiliados frustrados.

En este sentido cumplen la función social y hasta humanitaria, al
brindar satisfacción y consuelo a una parte de esta comunidad que se
aferra al pasado. Pero si bien sus logros son pobres con respecto a lo
que ocurre en Cuba, sus objetivos van más allá de la tertulia, la
reunión en el café y la conversación de esquina.

Los principales dirigentes de estas organizaciones aspiran, de una
manera o de otra, a influir en el futuro de Cuba.

No lo han logrado nunca y ahora cuentan con menos esperanzas que antes
para alcanzarlo.

Con una obstinación invulnerable al paso del tiempo, los que pretenden
representar al exilio apelando a fórmulas gastadas y alimentando
rencores no se cansan de repetir que está cerca el fin del régimen
imperante en Cuba, con la esperanza --unas veces secreta, otras
declarada-- de que ellos puedan regresar a Cuba para jugar un papel
fundamental en los destinos de la nación.

Día a día ajustan su discurso para obviar las señales en contra, pasar
por alto los llamados a la discreción de sus propios aliados y olvidar
hoy lo que ayer indicaron era una prueba irrebatible de la certeza de
sus opiniones.

Nada detiene a estos líderes del exilio. Proclaman que su victoria está
cerca sin detenerse en las noticias, aferrados a un plan inútil y una
visión cada vez más alejada de la realidad cubana.

Esclavos de lo que vienen repitiendo año tras año, no tratan de ajustar
su estrategia a las condiciones actuales, desprecian cualquier táctica
que se aparte de su discurso aburrido y rechazan los puntos de vista
ajenos con el fervor de los iluminados.

Sin embargo, tanta supuesta pasión por la causa cubana no les impide
mantener su estilo de vida acomodada, alejada de los sacrificios a que
se ve sometido un exiliado cualquiera, en los más diversos lugares del
mundo, que sólo piensa en su país. La referencia constante a José Martí
no ha significado nunca el imitar su ejemplo. En su caso el exilio es
simplemente un pedestal, desde donde alcanzar mayores beneficios
personales. La supuesta denuncia de las atrocidades cometidas por el
régimen de La Habana siempre se interrumpe a tiempo, para dar paso al
comercial de la pastilla milagrosa, el plan de salud que atiende todo
tipo de enfermedades y la hipoteca prodigiosa, que le garantizará la
felicidad por el resto de su vida en Miami. Mientras tanto, con
paciencia y entusiasmo, se espera por el fin del castrismo.

¿Cuándo alcanzará fuerza política en Miami la tendencia más realista y
pragmática dentro del anticastrismo? La demora en lograrse este cambio
dificulta las esperanzas de que el exilio de Miami juegue una influencia
importante en el establecimiento de una sociedad más avanzada en la
isla. Esto resulta especialmente lamentable, si se tiene en cuenta que
esta comunidad cuenta no sólo con grandes recursos económicos, sino con
profesionales, especialistas y empresarios capaces de desempeñar una
función de impulso y ayuda para el avance democrático en Cuba.

No hay ejemplo mejor que el factor económico, para ilustrar cómo el
dinero ha servido --y sirve-- a los objetivos de dos grupos reducidos,
antagonistas declarados desde un principio, pero que comparten el
interés en mantener un statu quo.

En Estados Unidos, millones de dólares a través de contribuciones de
campaña y labores de cabildeo de grupos de exiliados, con una acción
caracterizada por actuar en favor del mantenimiento del embargo; una
política de supuesta confrontación, que se destaca sólo por su ausencia
de resultados, y una estrategia de aislar a Cuba que no rinde frutos.

En Cuba, millones de dólares también, que llegan en forma de remesas,
llamadas telefónicas y visitas, y contribuyen no sólo al alivio de la
situación de familiares sino a una precaria economía nacional.

ondos que influyen de forma determinante en la elaboración de la
política de Washington hacia el gobierno cubano, y cifras aún mayores,
que se limitan al ámbito doméstico, sin que quienes las envían reciban
el merecido reconocimiento, por parte de la Plaza de la Revolución, como
factores a tomar en consideración en la elaboración de las relaciones
entre la diáspora y la isla, más allá de la simple función de
suministradores de dinero, mantenedores sin voz ni voto. Un dinero que
funciona políticamente y otro que resulta nulo a la hora de hacer valer
los intereses de quienes lo envían.

Más allá de los encasillamientos generacionales y las divisiones por
edades, lo importante es que un grupo cada vez mayor, que aquí en Miami
forma parte de una generación de relevo --que en muchos casos por fecha
de nacimiento y época de residencia en la isla no comparten una historia
común con quienes llegaron primero al exilio--, entren a jugar el papel
que les corresponde.

aarmengol@herald.com"

http://www.elnuevoherald.com/2010/08/02/v-fullstory/776079/alejandro-armengol-empeno-inutil.html

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