miércoles, 4 de agosto de 2010

Buscando salida para una Cuba imprevisible

Buscando salida para una Cuba imprevisible

FRANCESC GRANELL 04/08/2010

El ministro Moratinos ha venido luchando a lo largo de los últimos
tiempos y, en especial, durante el primer semestre de 2010 de
Presidencia española del Consejo de la UE, para que la Unión Europea
modifique la Posición Común que -desde que se aprobó el 2 de diciembre
de 1996 a iniciativa del Gobierno de José María Aznar- ha venido
tratando de impulsar -sin éxito- una democratización y una
transformación hacia la economía de mercado del régimen cubano.

Después del mes de febrero de 2010 en que el régimen de los Castro dejó
morir al preso Orlando Zapata en su huelga de hambre, Europa se muestra
escéptica sobre los intentos españoles de flexibilizar la Posición Común
sobre Cuba. Bélgica -que ha sustituido a España en la presidencia del
Consejo como segunda del trío España/Bélgica/Hungría- opina que liberar
a unos cuantos presos políticos no es señal suficiente de que el régimen
cubano se transforme.

En estos días pasados, Fidel Castro ha vuelto a la actividad pública en
actitud agresiva tras dos años de haber cedido el mando a su hermano
Raúl. La reaparición de Fidel con uniforme militar no va sin embargo a
aliviar la desastrosa situación económica y la caída de los antes
envidiados niveles sanitarios en que Cuba está metida, pese a la enorme
ayuda recibida de Hugo Chávez a cambio de recibir médicos cubanos. Más
bien, diría yo, esta reaparición política de Fidel en tonos agresivos
pone en tela de juicio cualquier esperanza de evolución hacia la
renormalización de una Cuba en grave crisis, no por la existencia de un
enemigo exterior, como pretende Castro, sino por la inviabilidad de su
sistema económico y político.

Las actuaciones de Moratinos tratando de buscar una salida para Cuba no
son las primeras que desde Europa se han favorecido en contra de las
actitudes de enfrentamiento, sanciones y bloqueos practicada por Estados
Unidos respecto a La Habana por medio de la Ley Torricelli, la Ley
Helms-Burton y la Sección 611, que alguna vez ha comentado el profesor
Roy en estas mismas páginas.

Manuel Marín -cuando era Comisario Europeo en la Comisión Delors- trató
de impulsar un acuerdo euro-cubano pero el proceso se malogró por el
derribo de unas avionetas de Hermanos del Rescate por cazas Mig cubanos
en febrero de 1996. En diciembre de 1997 yo mismo, como director,
entonces para cuestiones del Caribe de la Comisión Europea, con la
Comisión Santer y siendo Pinheiro el comisario para cuestiones de
Desarrollo, llegué a convencer a Fidel Castro de que diera algún paso
que le permitiera acceder al Grupo de Países de África, Caribe y
Pacífico (ACP), entrando así en la negociación del Acuerdo de asociación
de Cotonou con Europa que debía firmarse en breve, pues con un acuerdo
colectivo de aquel tenor habría menos reticencia europea a aceptar un
país con un nivel de democracia comparable al de algunos otros países
firmantes.

Estábamos en el palacio de la Revolución, en La Habana, eran las tantas
de la noche y aún recuerdo cómo, dirigiéndose a su entonces ministro de
Asuntos Exteriores, Roberto Robaina, Fidel Castro decía: si los otros
países del Caribe están en esta negociación nosotros debemos también entrar.

Sin embargo, el intento no duró mucho, pues en respuesta a la posición
crítica con el régimen cubano manifestada por Europa en la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra, a principios de 2000,
Castro ordenó separarse de las negociaciones con la UE que iban a
concluir poco después con la firma, el 23 de junio de 2000, del
actualmente en vigor Acuerdo de Cotonou entre 77 países ACP -no todos
perfectamente democráticos- y los entonces 15 países miembros de la UE.

Esto quiere decir que las posiciones del régimen de los Castro respecto
a la apertura exterior han debido contemplarse siempre con mucha
prudencia, pues el antagonismo de La Habana no solo ha sido contra
Estados Unidos -el eterno enemigo exterior desde Bahía Cochinos y la
crisis de los misiles soviéticos en época de Kennedy-, sino contra la
propia Europa, más predispuesta al diálogo constructivo siempre que se
avance hacia una cierta transformación del régimen.

Visto lo visto, y a pesar de que puedan producirse algunas
excarcelaciones -con el apoyo de la Iglesia y de España- de aquí a
septiembre, y de que Raúl prometa estimular el trabajo autónomo, no creo
que Europa vaya a considerar que eso sea suficiente para reconsiderar
globalmente sus relaciones con unos Castro que son siempre impredecibles
en sus reacciones. Me gustaría, sin embargo, equivocarme pues ello
indicaría que los Castro habrían puesto en marcha un auténtico y
suficiente programa de reformas económicas y políticas. Cuba se lo merece.

Francesc Granell es catedrático de Organización Económica Internacional
de la UB y ex director para el Caribe de la Comisión Europea.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Buscando/salida/Cuba/imprevisible/elpepuopi/20100804elpepiopi_5/Tes

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