Domingo 25 de Julio de 2010 14:26 Reinaldo Escobar, La Habana
Una de las preguntas que he respondido con mayor frecuencia a
extranjeros interesados en Cuba es por qué la gente no hace nada por
cambiar el sistema. Me parece injusta e incorrecta la formulación, ya
que son muchos los que con enorme riesgo asumen posiciones en el vasto
espectro de la oposición interna.
Pero no puedo sustraerme a la tentación de hacer la interrogante a
quienes se la merecen, es decir, a aquellos que quisieran que las cosas
cambiaran pero se mantienen inertes, esperando a la buena de Dios.
A continuación, transcribo una serie de respuestas o, mejor, confesiones
de personas que se encuentran en ese caso:
—Imagínate, ¡si descubren las cosas que yo pienso me van a caer arriba!
—Tú sabes que yo soy plomero sin licencia; de eso mantengo a mi familia,
si me muevo un poco raro se ponen para mí.
—Qué más quisiera yo que salir a la calle con un cartel y gritarle
cuatro cosas a esta gente en su cara, pero hasta que mis hijos no
matriculen en la universidad no puedo hacer nada. No voy a arriesgar el
futuro de ellos por nada en el mundo.
—¡Tú estás loco? Si ahora mismo me van a grabar un disco con mis
canciones. Claro que tuve que quitar algunas de las que tú te imaginas,
pero un disco es un disco.
—Es que estoy en los trámites para un viaje al extranjero. Tengo que
estar más tranquilo que "Estatequieto".
—Lo mío es irme de aquí, en cuanto ponga un pie del lado de allá voy a
quitarme la máscara.
—Nada más estoy esperando a que se me dé la permuta. Los papeles de mi
casa están en candela y he tenido que darle dinero hasta al portero de
la oficina de Vivienda. Después veremos que puedo hacer.
—Yo no sirvo para eso. Admiro mucho a la gente que se atreve, pero nada
más hablar del asunto y ya me están temblando las rodillas. Te meten en
la cárcel y te pudres allá adentro y lo peor es que no pasa nada. Esto
se cae algún día y viene la gente de allá afuera a coger los mangos
bajitos y uno jodido, con úlceras en el estómago y quistes en los riñones.
—Ahora mismo están haciendo una racionalización en mi trabajo. Dicen que
van a sacar como al 20 por ciento. Hasta que no pase la ola no me muevo,
así es la cosa.
—¿Y eso para qué? ¿Tú crees que alguien te lo va a agradecer? Esa misma
gente a la que tú pretendes rescatarle sus derechos son los primeros que
te van a hacer un mitin de repudio. Mira, si hace falta ayudar en algo
yo podría hacerlo, pero nadie se puede enterar, por ejemplo conseguir un
poco de papel en mi trabajo, o algo parecido; pero firmar o salir a la
calle no, tú sabes que mi mujer padece de los nervios.
—Te voy a decir la verdad, y no te me pongas bravo. Yo no creo en nadie.
A ver quién me asegura que tú no seas de la Seguridad y me estés
probando para después echarme palante?
—Sí, yo sí estoy dispuesto a cualquier cosa, pero no voy a ser el
primero. En cuanto se arme la cosa me verás allí, gritando o lo que sea.
Sí, me encanta la idea. Llámame la semana que viene, o mejor el próximo
mes, es que ahora estoy complicado…
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/2566-los-motivos-del-cordero.html
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