lunes, 26 de julio de 2010

LA ECONOMÍA CUBANA EN LA ENCRUCIJADA

LA ECONOMÍA CUBANA EN LA ENCRUCIJADA
26-07-2010.
Elías Amor Bravo
Economista, Unión Liberal Cubana

(www.miscelaneasdecuba.net).- El 26 de julio es una buena fecha, como
otra cualquiera, para reflexionar sobre el estado actual de la economía
cubana y sus posibilidades de futuro. Nada que celebrar ni conmemorar,
con la fría realidad de unas cifras macroeconómicas que el reciente
Informe de CEPAL acaba de difundir.

Crecimiento del PIB al 1,4% en continuo desplome durante los últimos
tres años, bajos niveles de inversión en infraestructuras, debilidad del
comercio exterior y escasez y penuria agravada por bajos salarios reales
configuran las líneas generales de un escenario poco halagüeño para los
cubanos.

Ninguno de los experimentos ensayados por Raúl Castro ha dado sus
frutos, como cabía esperar. No se trata de parchear los agujeros negros
de una economía insolvente, sino de dar un giro de 180º en la dirección
de la misma, promoviendo un cambio en profundidad de sus estructuras,
las mismas que han venido funcionando de forma muy deficiente en los
últimos 51 años.

La economía cubana no puede seguir siendo un ensayo permanente de
totalitarismo marxista leninista y estalinista en pleno siglo XXI, en la
que no cabe el ejercicio de la libertad de empresa y la defensa de un
marco estable de derechos de propiedad para toda la población.

El apartheid económico que sufren los cubanos, como consecuencia de un
sistema monetario dual que penaliza la producción y el consumo nacional
en relación al exterior, no es sostenible, ni se puede mantener de forma
indefinida. Elevar salarios, sin mejorar la productividad al mismo
tiempo, no puede más que suponer aumentos de precios o racionamientos
generalizados. Los cambios deben alcanzar los conceptos, las políticas y
el modelo, en su conjunto.

¿Por dónde empezar? Hay que asegurar, por medio de reformas legales y
administrativas, que la economía pase a manos de los ciudadanos, y deje
de depender de un Estado totalitario, ineficiente y comunista. Se debe
privatizar la mayor parte de la oferta productiva del país, agricultura,
minería, sector industrial, turismo, servicios educativos y sanitarios,
incluidos. Las actividades económicas de consumo, distribución, ocio y
cultura deben ser privatizadas de forma inmediata, y facilitar su plena
inserción en la economía mundial.

No hay que temer a la libertad económica, precisamente, una economía
como la cubana, con bajo nivel salarial y elevado capital humano, puede
ser un éxito a nivel regional e internacional si se despliegan de forma
adecuada sus potencialidades. Tan solo es cuestión de que el capital
empresarial tenga libertad para desarrollar sus iniciativas de forma
ordenada y regulada por la intervención de la política económica,
reservándose el Estado dicho papel y suprimiendo su tradicional dominio
de la economía.

La devolución del capital productivo y empresarial al pueblo debe ir
acompañada de una mejora de la renta y riqueza de los cubanos, que eleve
su nivel de renta permanente a medio plazo, aumentando el consumo y el
nivel de bienestar. Producir más, para poder consumir más.

Aprovechar los niveles de ahorro para mejorar las infraestructuras
productivas del país, empezando por la vivienda, cuya recuperación sólo
se puede garantizar por la acción de la iniciativa privada. Existen
mecanismos administrativos para llevar adelante estas reformas, sin un
excesivo endeudamiento público y con enormes posibilidades de mejorar el
crecimiento económico a medio y largo plazo, de forma sostenible.

Y todo este proceso de cambio se debe realizar en el menor tiempo
posible, sin dudas ni temores, asumiendo que el objetivo final es
devolver a los ciudadanos lo que les fue confiscado y robado por el
sistema comunista. Es un retorno al comienzo, es el reconocimiento de
que se ha perdido medio siglo, pero que ahora en una década es posible
avanzar.

No soy de los que creen que la transformación de valores, creencias y
actitudes que el régimen castrista ha impuesto a la población puede
actuar como freno al dinamismo de la sociedad cubana en materia de
asuntos económicos. No lo quiero creer, y simplemente observo la
experiencia de miles de ciudadanos del país que al exiliarse en otros,
salen adelante con una gran capacidad de trabajo, de asunción de riegos
y de sentimiento emprendedor.

La capacidad para salir delante de la economía y la sociedad cubana va a
depender del tipo de normas administrativas, fiscales, legales y
económicas que introduzca el gobierno, es decir, de la magnitud del
cambio que sean capaces de asumir. Un cambio que ya no puede esperar más.

Hoy 26 de julio, ignoro que ideas económicas va a anunciar Raúl Castro a
la población. Tampoco me interesan mucho. El no es el artífice de estos
cambios, ni tiene capacidad ni liderazgo para ello. Carece de consenso
social y no tiene la legitimidad democrática que una transformación de
esta magnitud en la economía, exige a un dirigente político.

Raúl Castro se limitará a anunciar algún parche más, su prensa adicta lo
venderá como un éxito y un triunfo, y poco más. Pero la realidad es que
la economía cubana no puede seguir participando de este juego de ineptos
y de demagogia, y pide cambios. Cambios cuanto antes.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29084

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