Sábado 24 de Julio de 2010 18:39 Agencias
Millones de cubanos estarán pegados el lunes a sus televisores en busca
de respuestas cuando el general Raúl Castro pronuncie el discurso más
importante del año, informa Reuters.
Cuatro años después de reemplazar a su hermano Fidel Castro con la
promesa de mejorar la deteriorada calidad de vida de su pueblo, la lista
de interrogantes es larga y cada vez más cubanos expresan frustración
por la lentitud de los cambios.
Un millón de empleados públicos que Castro ha dicho que "sobran" querrán
saber, por ejemplo, si van a ser despedidos. Otros se preguntan si el
presidente piensa generalizar su experimento de privatizar pequeños
negocios como barberías.
"Yo esto lo veo súper lento, lentísimo (...) Es un proceso que no
sabemos si es para adelante o si es para atrás", dijo Iván, un albañil
en el centro histórico de la Habana Vieja.
Los inversores extranjeros buscarán en la voz ronca del general de 79
años señales de que Cuba liberará millones de dólares congelados en sus
bancos por problemas de liquidez y abrirá nuevas áreas de su economía
socialista al capital.
Y la oposición querrá saber si la decisión de Castro de comenzar a
liberar este mes a 52 presos políticos representa un cambio de
mentalidad o es sólo una concesión táctica ante las críticas
internacionales sobre derechos humanos.
El mitin en la ciudad de Santa Clara estará condimentado además por la
posibilidad de que reaparezca Fidel Castro, que la semana pasada rompió
cuatro años de aislamiento y apareció en pequeños actos públicos.
Según la agencia oficial Prensa Latiina, el presidente venezolano, Hugo
Chávez, anunció que, a solicitud de Raúl Castro, será el orador de honor
el acto del 26 de julio.
Chávez informó que Raúl Castro lo invitó a dirigirse a los cubanos en la
actividad por la fecha en la ciudad de Santa Clara. El mandatario ya
había anunciado su visita a Cuba en ocasión de las "celebraciones".
¿Aperturas o consignas?
Raúl Castro es un hombre de bajo perfil mediático y el mitin del 26 de
julio es una de las tres o cuatro ocasiones al año en que se dirige en
directo a los ciudadanos. Por eso, hasta sus críticos estarán atentos.
"¿Se anunciarán medidas de apertura económica y política o sólo se
repetirán viejas consignas?", escribió la bloguera Yoani Sánchez en Twitter.
Desde que asumió el poder, Raúl Castro dio independencia a los
agricultores, eliminó algunas de las muchas prohibiciones que agobian a
los cubanos y emprendió una reorganización del Estado socialista
heredado de su hermano Fidel.
Pero ha dicho que la descapitalizada economía de un país dependiente de
las importaciones y sometido a un embargo comercial de Estados Unidos no
le permite ir más rápido.
"La población no entiende por qué, en medio de una situación tan
crítica, ya no hayan sido tomadas las medidas necesarias para
revertirla", escribió el académico Esteban Morales.
"Tan confusa situación ha dado lugar a especulaciones de la población,
especialmente a aquellas que atribuyen la falta de medidas al hecho de
que dentro de la máxima dirección del país existen contradicciones sobre
qué hacer", añadió.
Morales fue recientemente separado del Partido Comunista tras publicar
en internet un texto alertando sobre la corrupción en el gobierno.
El discurso de Castro será escuchado con atención también fuera de Cuba.
Christopher Sabatini, un analista del Council of the Americas en
Washington, cree que podría incluir guiños a Estados Unidos y la Unión
Europea.
"Ellos saben que el mundo los está mirando tras la liberación de los 52
presos políticos. Quizás no vayan mucho más lejos, pero tampoco quieren
perder la atención", dijo.
Barberos inquietos por precios topados
El discurso del 26 de julio podría dar pistas sobre la velocidad y el
calado de los cambios en la agenda de Castro.
El general parece, por ejemplo, decidido a entregar pequeños negocios a
los trabajadores, una concesión importante luego de décadas de control
estatal casi absoluto.
Pero sus primeros pasos encontraron obstáculos. Su gobierno entregó
miles de hectáreas de tierras a agricultores que carecen de insumos para
cultivarlas.
Y en algunos casos los trabajadores perciben resistencia del sistema a
cederles realmente el control.
En una pequeña barbería de la Habana Vieja, donde cuelga una fotografía
del guerrillero Ernesto Che Guevara, el peluquero Michael Martínez teme
que después de entregarle el negocio, a cambio del pago de impuestos,
las autoridades cambien las reglas del juego.
"Al principio pensábamos que las cosas eran color de rosa, que tu podías
cobrar lo que entendieras que valía tu trabajo", dijo, mientras cortaba
el pelo a un cliente.
"Pero ahora parece que nos quieren imponer topes de precios. Y eso no
puede ser, porque si haces eso no es negocio para nosotros", añadió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario