martes, 4 de agosto de 2009

De momento, todo igual

Publicado el martes, 08.04.09
De momento, todo igual
By MIGUEL COSSIO

El discurso de Raúl Castro el fin de semana parece ser el acta de
defunción que un burócrata redacta para lectores analfabetos.

El general intenta, sin embargo, atenerse a un realismo despojado de
toda esperanza y futuro. Tras un largo recuento de reuniones sostenidas
por la cúpula partidaria y gubernamental, cuyo contenido menciona con
simples eufemismos, el militar se siente obligado a introducir frases de
una apabullante genialidad: dos más dos suma cuatro, aunque muchas veces
tres en el modelo socialista que encabeza. Una mezcla de Perogrullo y
Cantinflas, justificaciones huecas al fin, con las que pretende explicar
lo que sabe de sobra toda ama de casa: hay que atenerse a los pesos y
centavos disponibles. Con un agregado sutil para sus múltiples (y
``comprensivos'') acreedores internacionales: apunten mis deudas en el
hielo.

A confesión de parte, relevo de pruebas. Castro el menor reconoce que no
sabe nada de economía, pero que su remedio para la crisis estructural
que vive el país es, sencillamente, apretarse el cinturón. Y el mayor
defecto de este discurso, al igual que los muchos otros que les ha
endilgado a la nación al amparo del ``gran hermano'', es que no tiene,
nunca ha tenido, una propuesta integral para atacar los problemas,
ningún plan a corto o mediano plazo que propicie soluciones de fondo y
abra perspectivas de crecimiento económico y progreso social.

Para justificar el nuevo apretón, que contempla un fuerte recorte en
salud y educación, dos de los estandartes históricos de la propaganda
revolucionaria, el general repite el principio obvio de toda economía:
los gastos deben estar en consonancia con las posibilidades reales del país.

Si lo tiene tan claro, ¿por qué su gobierno fijó en diciembre del 2008
una tasa de crecimiento de 6% del PIB para el 2009, meta que tuvo que
rebajar en abril a 2.5% y a 1.7% en julio? ¡Y aún no termina el año!

Es decir, si en 72 días el país perdió en el 2008 el 20% del PIB, como
pregona el compañero Raúl ($10,000 millones entre septiembre y
noviembre, a causa de los huracanes), ¿qué llevó a sus ministros a
pronosticar un crecimiento anual del 6%? ¿Maquillaje político? ¿Otro de
los incontables errores de cálculo del castrismo? La crisis mundial ya
estaba en pleno apogeo cuando fue lanzado tan alegre pronóstico.

Pero el general se escuda en ella para describir el origen del crítico
panorama nacional: caída de los ingresos por turismo y exportaciones,
principalmente de níquel; desequilibrio en la balanza comercial; escaso,
por no decir nulo, acceso a fuentes de financiamiento y déficit en la
generación de energía. Y aprovecha la coyuntura para anunciar la
postergación, una vez más y hasta nuevo aviso, del congreso del partido,
que ahora reemplaza con una conferencia nacional de altos funcionarios,
de la que saldrán elegidos a dedo los nuevos cuadros de la burocracia
revolucionaria.

Con ínfulas de estadista barato, Raúl Castro reitera que está dispuesto
a hablar de todo, y repite: de todo, a ver si alguien se lo cree, con
los Estados Unidos. O sea, que el vecino del norte levante el embargo,
pague cientos de miles de millones de dólares por todos estos años;
devuelva la base de Guantánamo; libere a los cinco espías, derogue la
ley de ajuste cubano y, ¿por qué no?, entregue créditos blandos a pagar
tarde mal y nunca. Mientras él no cambia nada, porque no fue electo para
restaurar el capitalismo o negociar el socialismo en Cuba.

Pese el hermetismo castrista, el discurso de Raúl puede leerse como el
acta de defunción de un régimen sin fecha precisa de muerte. O como el
general cree: el último intento de definir un modelo económico
socialista eficaz, que nadie conoce. O como sencillamente es: la
prolongación de la provisionalidad política, según la proclama del 31 de
julio del 2006.

MIGUEL COSSIO: De momento, todo igual - Opinión - El Nuevo Herald (4
August 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/511101.html

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