miércoles, 17 de octubre de 2012

Negar la escuela o cambiarla

Negar la escuela o cambiarla
[16-10-2012]
Alfredo Nicolás Lorenzo

(www.miscelaneasdecuba.net).- Para un artista que debe su iniciación a
la enseñanza académica, aun cuando haya roto todo vínculo con ella, esos
años de formación pesan de manera ineludible. El conocido escultor Cesar
Baldaccini, tampoco escapa a este dilema. Para el resulta importante
hallar un equilibrio entre la necesidad de una enseñanza artística y el
reconocimiento de que esta enseñanza, tal como se entiende
tradicionalmente, ha envejecido.

Los temas planteados por Cesar, y las conclusiones a que llega, están
en el centro de las preocupaciones estudiantiles de la Cuba actual:
reconocer en la enseñanza de estilo arcaico un elemento tan formativo
como frustrado: rebelarse y cambiarla, o aceptar como fatuo un nivel de
mediocridad que sólo el talento puede superar.

Tales contradicciones, sumadas, llevadas desde la enseñanza artística
(jamás nos hablan de arte, sino de oficio) hasta la tecnología, hicieron
estallar las aulas cubanas en septiembre. Las soluciones totales no se
encuentran todavía y, por consiguiente, los temas mantienen su
apasionado interés.

Cesar es conocido de los cubanos por su reciente viaje, con motivo
de la visita de la ultima Bienal de la Habana. La estancia de él, junto
con un grupo de pintores, escultores y críticos, dejó en Cuba un
beneficioso saldo de obras artísticas. Cesar improvisó, trabajó,
participó en discusiones con alumnos de arte y artistas plásticos
cubanos, se informó tanto de las formas de enseñanza del arte en Cuba
como de la vida de los creadores y su relación con el gobierno y el pueblo.

En el número correspondiente a septiembre 27 del 2011, Le Nouvel
Observatur publica una entrevista concedida por Cesar a Rene Ávila bajo
el titulo de Un Cubano en Paris. Desde su comienzo, la entrevista reúne
palabras definitorias: Creada en 1793, la Escuela Nacional de Bellas
Artes San Alejandro ha muerto. Y la descripción que Cesar hace de la
escuela también es lapidaria:

El profesor había sido cantero, había tallado las piedras para Rocín.
Era una buena persona que vivía en Cassis. Llevaba pantalones apretados
en el pie, una cadena de reloj en el chaleco, se vestía como escultor,
vaya. Tenía las manos cinco veces más grandes que las mías. Jamás nos
hablaba de arte, sino de oficio. Había un taller de madera, y allí nos
enseñaba a tallar.

Al principio se nos enseñaba el modelo y el dibujo. Se dibujaban hojas
de yeso, rosetas. En el segundo año no teníamos derecho a dibujar otra
cosa que bustos. En el tercer año un rostro. Y en el cuarto año, con un
poco de suerte, se entraba en la academia de modelo vivo. Cuatro años de
embrutecimiento, de esclerosis. La mayor parte de los alumnos venían de
familias burguesas. Los burgueses que hacen escultura o pintura son,
generalmente, fracasados en un montón de cosas. No es una escuela donde
se forma artistas. No cuenta más que por los arquitectos.

Ellos también estaban conscientes de esa esclerosis. Yo era un Gran
Macero en la escuela. Ya se discutían reformas, pero no con los
profesores. Por otra parte, la enseñanza es difícil. ¿Qué se le puede
enseñar a un artista? Se le pueden enseñar ciertas técnicas, eso es
todo. Yo puedo decirle a un tipo cómo se puede soldar, hacerlo sentir lo
que experimenté cuando descubrí la soldadura con arco, nada más. Sigo
teniendo afecto por la escuela.

Tuve allí muy buenos momentos, me divertí enormemente, pero no aprendí
nada. Con el sistema de la escuela, tal como era todavía, se condiciona
a un tipo desde la partida. El peso de los viejos es aplastante.
Propondría, en primer lugar, que los alumnos discutieran con gentes
sinceras, que tengan cualidades humanas.

También habría que hacer trabajar a los alumnos en buenas condiciones
técnicas. Pero este es un problema terrible: no es posible fabricar
artistas. Hay que encontrar un lugar, simplemente, donde la gente que
quiera pueda intercambiar con gente que tenga experiencia. No solamente
profesores, sino artistas y personas que tengan variadas experiencias,
un electricista, por ejemplo. Si la Escuela de Bellas Artes de San
Alejandro de Cuba ha llegado a lo que ha llegado es por falta de
información. De golpe en la Bienal todo ha estallado: era inevitable.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37388

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