viernes, 12 de octubre de 2012

Laura: la nueva dimensión del heroísmo

Laura: la nueva dimensión del heroísmo
Viernes, Octubre 12, 2012 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Pocos días después de la
muerte de Laura Pollán, estaba yo sentado en la sala de su casa,
conversando con Héctor Maseda, cuando un vecino tocó a la puerta. Venía
a disculparse con Héctor por considerar que sus hijos, unos jovencitos,
no respetaron el luto del barrio, al estar escuchando música en alto
volumen.

Héctor, que ni siquiera había reparado en el detalle de la música, me
explicó entonces que su esposa era muy apreciada por todos en la
vecindad. Ni un solo residente de la cuadra se prestó jamás para
participar en los groseros mítines de repudio que, frecuente y
sistemáticamente, organizaba la policía política contra Laura. Siempre
estuvieron obligados a reclutar sus hordas lejos del barrio.

La forma amable, diáfana y generosa con que Laura se relacionaba con
todos sus vecinos no pudo merecer menos. Sería imposible decir algo
igual sobre uno solo entre los muchos dirigentes del régimen. Tal vez ni
siquiera sea posible decirlo sobre uno solo entre sus mártires, porque
al margen de otros defectos o virtudes, todos en general practicaron la
violencia, o aprobaron su práctica; incluso, la mayoría de ellos agredió
físicamente a los rivales ideológicos, y muchos, al morir, cargaban más
de un crimen sobre su conciencia.

Entre el rico legado de Laura Pollán a la causa de la libertad y del
progreso en Cuba, constituye un aspecto meridiano su transparencia
moral. Afirmaba el célebre crítico social Thomas Carlyle que las
sociedades humanas se fundan sobre el culto a los héroes. Ojalá no
tuviese razón, pero como todo indica que la tuvo, representa un
privilegio para el movimiento de oposición interna en la Isla que sus
héroes más sobresalientes hayan puesto siempre por delante el pacifismo,
la humildad y la decencia, así como una radical desligadura del talante
egocéntrico y demagógico que caracteriza a los políticos de todos los
bandos.

El ejemplo de estos nuevos héroes ayudará en un futuro a nuestra
sociedad a librarse del enorme lastre moral que nos impusieron el
conservadurismo y el miedo.

Por otro lado, en el mero patrón de conducta de estos nuevos héroes se
afinca uno de los descréditos más rotundos para la actual dictadura
cubana, con toda su metralla patriotera y su hipócrita muela
popularista. La muerte (y la vida) de Laura Pollán -como antes la de
Orlando Zapata y después la de Oswaldo Payá-, echó por tierra la tan
desvergonzada y alevosa argumentación del régimen de que todos sus
opositores son mercenarios regentados por Estados Unidos, y que sus
verdaderos objetivos son ganar unos dólares o conseguir visas para el
exilio.

Ya quisiera uno solo de los jerarcas de nuestro cacicazgo, desde el
mayor hasta el menor, estar capacitado para darle al pueblo la mitad de
las pruebas de desapego por lo material y de honesto patriotismo que
salta a la vista apenas repasas la historia de Laura Pollán o de algunos
de los otros luchadores cívicos. Si el nuestro no fuese uno de los
únicos países del mundo en que los gobernantes no están obligados a dar
cuenta pública de sus pillerías, ya quisieran ellos poder airear ante
los medios de difusión conductas tan intachables.

De cualquier modo, aunque la impunidad dictatorial los libre de
reconocer sus desventajas y su falta de compostura, de vez en cuando se
les escapan efluvios, con los que demuestran que ni ellos mismos se
creen ya la insustancial guayaba de llamar mercenarios a los opositores.
Laura, Zapata y Payá, entre otros que, por suerte, aún están vivos, les
reventaron los soportes del mito.

Claro que, perros güeveros al fin, ahora suelen llamarles a los
disidentes "pro-norteamericanos". Son tan simplistas que piensan que el
mundo es tan simplista como ellos, de manera que les basta con acusar a
alguien de pro-norteamericano para descalificar, por mala, cualquier
cosa que piense o diga o haga.

Cuando la razón duerme, ya quedó dicho, los monstruos se apoderan
inevitablemente de la escena, o siguen gobernándola desde la
irracionalidad. Ahora sólo nos falta saber por cuánto tiempo más lo
harán, por cuánto tiempo más se lo permitiremos, y, sobre todo, a costa
de la vida de cuántos otros héroes de nuestro ejemplarmente civilizado,
ético y valeroso movimiento de oposición.

Feliz la sociedad que no necesita héroes, escribió alguna vez Bertolt
Brecht, cuya agudeza resulta indiscutible aun para quienes no lo vemos
como santo de nuestra devoción. Pero ya que desgraciadamente Cuba los
necesita todavía, no nos queda sino asumir el orgullo de contar con
héroes como Laura Pollán, cuya real dimensión es otra asignatura
pendiente para los historiadores del futuro.

http://www.cubanet.org/otros/laura-la-nueva-dimension-del-heroismo/

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