domingo, 7 de octubre de 2012

La moña revolucionaria no da para vivir

Reflexiones de la Caimana: La moña revolucionaria no da para vivir
Publicado el Domingo, 07 Octubre 2012 06:59
Por Ramón Alejandro*

Son muy contrastadas las diversas formas de comportamiento social que
naturalmente producimos los infelices individuos que a empujones andamos
inmersos en el complicado tejido interactivo en el cual toda
organización política nos enmaraña.

Entre esas formas posibles resaltan algunos ejemplos que pueden
convertirse en paradigmas definitivos y eventualmente inspirar a un
joven que debuta en la vida.

Quiero hacer resaltar solamente dos que se me antojan particularmente
aleccionadoras entre las muchísimas otras formas de comportamiento posibles.

Habrá siempre algún individuo a quien estaremos inclinados a considerar
como una excepcional lumbrera, y habrá también otros a los cuales simple
y sencillamente podremos considerar, sin excesivos escrúpulos, como
lamentables imbéciles.

Nietzsche se puso a divagar sobre el Übermensch y se disparó una trova
apasionante sobre la muerte de Dios y la nueva moral digna del
superhombre que iba a sobrevolar soberbiamente el abismo entre el Bien y
el Mal, tal cual estas nociones básicas de la moral nos habían sido
inculcadas a la fuerza, y con inmediata amenaza de hogueras ardiendo en
caso de disidencia. Si no me lo creen pregúntenselo al Cacique Hatuey de
Quisqueya, durante milenio y medio por nuestra Santa Madre la Iglesia
Católica y Apostólica de Roma.

Pero toda aquella interesante especulación filosófica naufragó cuando
llegó al poder en Alemania el cretino de Adolfo Hitler, electo en
absolutamente libres y democráticas elecciones como el zambo Hugo Chávez
fue electo en Venezuela. Creyéndose la encarnarnación del susodicho
übermensch, Hitler en cuanto pudo se le tiró al mismo tiempo a morderle
la pantorrilla a la mayoría de las democracias burguesas occidentales y
a la zangandonga URSS de su compadre Stalin.

Se le fue la mano al nagüe.

Le salió el tiro por la culata, al ambia.

Todavía el continente europeo no se ha recuperado de aquella memorable
Fiesta del Güatao que le costó 20 millones de cadáveres a la
civilizadísima cabecera de Occidente.

Pero sin subir tan alto en las jerarquías -ni en la Historia con
mayúscula- podemos ver como simples tarugos de gobiernos más o menos
legítimos, o que pasan por tales como el cubano, se comen tremendos
ñames sin darse ni siquiera cuenta.

Y mira que el muchacho ese del que les voy a contar la triste historia
tenía buenas barajas en su jueguito, que me da hasta pena cuando
considero con delectación, mientras vacilo sus fotografías, lo sabroso
que todavía luce ahora que ya está hecho un temba. Tremendo actorazo,
émulo de Richard Gere, galán digno de las más delirantes telenovelas al
gusto de México o de Venezuela.

¡Cuanto talento e incomparable figura desperdiciados!

Lo que habrá sido cuando estaba en plena actuación encima de su
espectacular escenario, sobre el cual fingió de maravillas su "falsedad
bien ensayada, su estudiado simulacro".

Para alquilar balcones, caballeros.

Por su parte y muchos siglos atrás, Leonardo da Vinci quien durante
muchísimos años recibió insignes señales de aprecio y distinguidos
favores por parte de los Sforza, familia de condotieros que en aquellos
tiempos gobernaba en beneficio propio el rico Milanesado, al ver la
derrota de su protector y amigo en su lucha contra Francisco Primero,
Rey de Francia, después de retirarse prudentemente a tierras seguras
fuera del escenario donde el tremendo ajetreo entre hombres de armas en
pugna por el poder de esa opulenta comarca puso la cosa mala, aceptó tan
campante y sin el menor remilgo la invitación del vencedor monarca
extranjero a seguir sus huestes victoriosas hasta el valle del Loira,
donde prosiguió su obra en un hermoso castillo.

Allí el respetuoso Rey lo acomodó hasta que en paz consigo mismo, expiró
a una avanzada edad después de beneficiar a toda la humanidad con un
caudal de inventos, ideas y pinturas exquisitas que todavía dan que
pensar y admirar al común mortal de hoy en día, 500 años después.

Ni se acordó más nunca de aquellos buenos tiempos que su desgraciado
amigo Sforza le hubo prodigado con amor de tirano.

Se limpió con lo que pudiera decir la gente bien pensante y los que le
salen a cualquiera con la moralina de siempre a propósito de cualquier cosa.

¡Oye, qué malagradecido que tú eres, chico!

Cuando Napoleón puso a su hermanísimo Pepe Botella a reinar sobre el
comejeneado trono de los borbones de España, Goya, quien había sido el
pintor de la corte durante muchos años, no se acomplejó por aceptar el
mismo puesto cuando el nuevo monarca apuntalado sobre las bayoneta
francesas del "Big Brother Napo" se lo propuso.

Resolvió como cualquiera su empleo fijo para poder seguir pintando a su
aire.

Parecería que los grandes talentos no se embarazan con boberías, y le
dan preeminencia a su propio beneficio igual que suelen hacer los
grandes de la política.

Solo los tarugos empedernidos obedecen a los criterios que dicta la
moralina de vulgo.
Y se clavan.

Un buen día Juan Pablo Roque se echó a nadar hasta la base de Guantánamo
para ponerse bajo la protección del Imperio Americano y servir de agente
secreto contra su hasta entonces muy querido gobierno revolucionario cubano.

Pero "lo suyo era puro teatro", como nos lo canta tan deliciosamente La
Lupe.

El tipo hasta se casó con una inocente, cuando de primera y pata, de
sopetón, va y fuácata, desaparece al acercarse la fatídica fecha del
asesinato de los cuatro igualmente inocentes pilotos de Hermanos al
Rescate, que dejaron su vida tratando de salvar cuanto cubano hallaban
zozobrando a la deriva en el Estrecho de la Florida.

"Fue su mejor actuación destrozar su corazón", nos recuerda igualmente
la misma Lupe.

Pero es que -según ese magnífico actor que es Juan Pablo Roque- parece
que esas desafortunadas futuras víctimas cometieron el horrendo crimen
de soltar cuatro papelitos sobre La Habana violando brutal e
imperdonablemente la quisquillosa susceptibilidad del Soberano Nacional
Exclusivo, Don Fifo Primero de Birán.

Porque todavía en su más reciente entrevista, Roque defiende tercamente
el derecho de Fifo Primero, segundo dictador de la dinastía Biranita
-fundada por Don Fulgencio Batista y Zaldívar y que nos gobierna desde
hace 80 años después de que heroicamente tumbamos al anterior dictador
Gerardo Machado- a defendernos contra las intolerables agresiones
perpetradas por quienes tan zoqueticamente, y por cuenta propia,
pretenden salvar a los que zozobran en medio de la traicionera Corriente
del Golfo en detrimento del legítimo orgullo patrio cubiche, tal cual lo
entienden los ñángaras en su indromuria mental tan lamentablemente
pasada de moda.

Pero nos dice todavía cosas más interesantes el socio: cuenta que
actualmente las está pasando perras y que vende su Rolex que le pagaron
los servicios secretos yumas y hasta la casa que heredó de sus padres a
ver si resuelve, porque la Moña Revolucionaria no le da para vivir.

Añora, dice, los cuatro años en que fue el tan bien pagado lacayo del
Imperio Revuelto y Brutal que nos desprecia.

El tipo de lo más orondo, insiste en que cumplió con su deber patriótico
mandando al otro mundo a los cuatro Hermanos al Rescate, y que está muy
orgulloso de sus proezas dignas de una de esas ficciones hollywoodenses
que embobecen consciente y malintencionadamente al pueblo cinéfago.

Se comió tremendo ñame y todavía no se ha enterado. No ha caído en la
dimensión trágica de la malanga extraña en la que se metió cumpliendo
con lo que le mandaba su Capitán Araña, el mismo que tiene en remojo y
por puro gusto a los cinco héroes del liriliri de la abeja heroica y de
la avispa chivateada por el propio Comandante Araña. Sin que nadie se
beneficie de tanta miseria humana que al Ocambo Palaciego le importa un
bledo.

Nada, que habrá siempre Leonardos da Vinci que conocen la vida y saben
vivirla, y pobres soplatubos como Juan Pablo, que para colmo tiene
nombre de Papa.

Siempre habrá Reyes ilustrados, vencedores y magnánimos como Francisco
Primero de Francia y mequetrefes fracasados como Don Fifo Primero de
Birán, soberanillo abusivo de una arruinada isla, antaño emporio de
riqueza poblada por un pueblo ya exsangüe, y por encima de eso, sumido
en la ignorancia de qué cuernos es lo que les está pasando de verdad con
su teque que nunca cesa.

Con su Leonardo da Vinci de bolsillo, el atrasado mental de Cacho.

¡Que nadie sabe como es que no se acaba se morir el muy guacandraco,
porque hace rato que le toca, asere!

Tal parece que el Dios Padre no quiere en el Cielo más barbudos que Él.

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que
publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

http://cafefuerte.com/culturales/noticias-culturales/literatura-y-artes-plasticas/2245-reflexiones-de-la-caimana-roque

No hay comentarios:

Publicar un comentario