viernes, 12 de octubre de 2012

Ir o no ir, una decisión difícil

Ir o no ir, una decisión difícil
octubre 12, 2012
Rosa Martinez

HAVANA TIMES — Esther es una de mis mejores amigas. Con ella viví los
sufrimientos de la beca, la dicha de la libertad universitaria y las
escapadas con los primeros novios.

Son muchos los recuerdos buenos y malos que nos unen, ahora comenzamos a
vivir uno nuevo, aunque no desconocido.

Mi hermana negra, como ella se autodefine, decidió salir de Cuba para
siempre. Después de pensarlo mucho, se irá para Francia con su novio Andrés.

Andrés la ha estado presionando y ella ha aplazado la decisión
justificándose primero con la operación de su madre a mediados del año
pasado; después usó el pretexto de la abuela postrada que finalmente
murió, se quedó sin excusas: o se va o lo deja.

Todos, o casi todos entendemos a Esther. Por un lado está la situación
económica de la Isla que cada año empeora amén de las transformaciones
que se ponen en práctica en nuestro sistema social, y por otro están las
regulaciones migratorias que hacen de los cubanos unos desterrados.

Su padre, al parecer, lo aceptó con facilidad. Se veía contento el día
que cenamos juntos en una especie de despedida sin palabras tristes.

Su hermana, lloró y lloró, pero al final dijo: nunca te olvides de
nosotros, es lo único que te pido.

Marta, su madre no dijo nada en todo el día, parecía animada preparando
la comida favorita de su niña mimada. Todos disfrutamos de ese sabor
criollo que solo ella sabe impregnar en cada uno de sus platos; sentí
que faltaba algo, mas callé.

La madre tampoco abrió la boca cuando comenzamos a burlarnos de la idea
de una guajira caminando por las calles de París, de una Esther que
nunca más tomaría agua del Guaso, pues cuando regresara a Cuba estaría
adaptada al agua limpia que sale por las tuberías francesas.

Cuando decidí marcharme la madre de Esther me acompañó hasta la puerta.
Mi amiga prefirió seguir conversando con unos vecinos que se unieron a
la reunión familiar, dijo que aquello se estaba pareciendo demasiado a
un adiós y ella ni siquiera sabía si estaría mucho tiempo en aquel país.

Esther la quiere mucho Marta, usted lo sabe ¿verdad?, le dije.

Marta me miró con ojos tristes y me dijo: quien ama de verdad siempre
está cerca de las personas que quiere.

Sé que la vida no es tan simple como parece, y entiendo a Martha, pero
también entiendo a Esther, no sé sin un día su madre logre hacerlo también.

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