lunes, 15 de octubre de 2012

El infierno somos todos

El infierno somos todos
Lunes, Octubre 15, 2012 | Por Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Aseguraba Jean-Paul Sartre
que "el infierno son los otros". En el socialismo cubano –su versión
castrista- el infierno somos todos. Somos verdugos los unos de los
otros. Ni siquiera están en paz consigo mismo los que se esfuerzan por
ser lo más justos posible. Algo bien difícil en medio de tanto canalla,
envidia, doble discurso e hipocresía. De todos modos, siempre tendremos
que lamentar lo que nos obligaron a hacer o lo que no hicimos, casi
siempre por miedo.

Se trata de subsistir a costa de lo que sea. Estafar, robar, intrigar,
adular, prostituirse, delatar… Vale todo. Siempre habrá algún eufemismo
para no llamar las cosas por su nombre. Y muy pocos tienen moral para
reprochar, porque de una forma u otra, también tienen tejados de vidrio.

Es una guerra cotidiana de todos contra todos. Con tantos problemas y
diferencias como hay, con tanta impotencia y rabia acumulada, hemos
llegado a odiarnos y a pedirnos la cabeza los unos a los otros. Estamos
listos a manotear y gritar como energúmenos y abalanzarnos sobre el
adversario –que puede ser cualquiera, incluso nuestra pareja- y hacerlo
pedazos. En definitiva, nos enseñaron desde que éramos pioneros por el
socialismo a odiar al enemigo y luchar hasta aniquilarlo (¿no juraron
nuestros niños que serían como el Che?).

Intolerantes que aprendimos a ser, ya no sabemos discutir ni de pelota.
Las broncas estallan por cualquier razón o sin ella. Lo mismo en una
cola, a bordo de una guagua atestada o en el hogar donde ya no cabemos
porque somos demasiados y tenemos distintos y encontrados intereses.
Peleamos como perros y gatos, la diferencia es que los animales tienen
límites para sus rencores. Los humanos, no. Y peleamos con lo que haya a
mano por la comida que no alcanza, los celos, la casa, el dinero que
nos deben o porque alguien nos pisó o nos miró atravesado.

¿De qué solidaridad internacional se habla si no somos solidarios entre
nosotros mismos? Solo hay que ver, a la hora de trepar a la guagua,
como los hombres empujan a las mujeres, las ancianas y los niños. Y no
ceden el asiento a los impedidos físicos o las embarazadas si no son los
que les corresponden porque lo indica un letrero.

En su libro "Cuba: ¿revolución o reforma?", el periodista Enrique Ubieta
Gómez afirma que mientras un cubano sea capaz de dar botella en su
carro, habrá socialismo en Cuba. Lamento contradecir una vez más a
Ubieta, pero a juzgar por el auge de los boteros, los camioneros que
en la autopista solo entienden de billetes de veinte pesos para arriba,
los choferes asaltados, las mujeres violadas en las carreteras y los
funcionarios que viajan a bordo de sus raudos carros como si llevaran a
Dios y también a Carlos Marx y a Fidel Castro cogidos por las barbas,
presiento que al aventón, solidario y garante del socialismo, le queda
bien poco.

Y ya no sé si lamentar que se acabe la solidaridad ciudadana entendida
como el compincheo menesteroso entre vecinos por una libra de arroz, un
puñado de sal, un jarrito de azúcar, una coladita de café o una
cucharada de aceite, si antes de que lleguen los mandados del mes en la
bodega, ese mismo vecino te estafará, o lo que es peor, se prestará a
chivatearte a ti o a tus hijos, que crecieron y jugaron con los suyos,
asistieron a las mismas escuelas y se prestaban la ropa y los zapatos
para ir juntos a las fiestas los fines de semana.

En definitiva, eso fue lo que aprendimos en aquellas becas en que se
compartía todo, desde los cigarros hasta el exiguo chorro de agua de la
ducha, y donde nos delatábamos mutuamente, porque nos enseñaron desde
niños que eso no era chivatear, sino nuestro deber revolucionario. En
los análisis de grupo, cualquiera de tus compañeros pedía la palabra y
decía con quien te reunías, lo que conversabas, si leías libros
prohibidos y revistas extranjeras, preferías la música americana,
tratabas a maricones o te carteabas con parientes en Miami….Lo más
jodido era que a veces hasta pensaban que lo hacían por tu bien…

Así, hemos llegado, nosotros y nuestros hijos, al deprimente presente en
que sentimos desconfianza y temor del vecino y del compañero de trabajo
o de estudio. Y hacemos a los demás lo que no deseamos que nos hagan,
precisamente para no darles tiempo a hacérnoslo. Realmente patético. Con
estos truenos y estas fieras, ¿qué podemos esperar del mañana?

luicino2012@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/el-infierno-somos-todos/

No hay comentarios:

Publicar un comentario