jueves, 18 de octubre de 2012

El castigo como prevención

El castigo como prevención
Jueves, Octubre 18, 2012 | Por Augusto Cesar San Martin

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Según la filosofía del
régimen cubano, la delincuencia es un fenómeno ajeno al socialismo, un
vicio heredado de la sociedad anterior a 1959, y el sistema que impera
en la Isla es el único capaz de suprimir la criminalidad.

Pero pasan los años, y al régimen le resulta cada vez más difícil
mantener su teoría. Entre los esfuerzos por disminuir la criminalidad,
el más errado consistió en el recrudecimiento del Código Penal,
catalogado ya con anterioridad como extremista.

En 1999, aparecieron en la legislación nuevas figuras delictivas y se
elevó la cuantía de las sanciones penales que castigan las variantes del
robo. El aumento de la estructura penal intentó detener el crecimiento
de la corrupción y la multiplicación de los robos que afectaban la
seguridad pública.

Con esta política, la magnitud del delito dejó de ser un elemento básico
para adecuar la sanción. Las prisiones se saturaron de ladrones
sancionados como si fuesen asesinos, en un total desequilibrio entre el
delito y el rigor de la sanción. "Las penas deben ser proporcionales a
la gravedad de los delitos. Si todas las penas son igual de rigurosas,
el delincuente cometerá siempre un delito mayor", sentencia Error!
Hyperlink reference not valid., filósofo y jurista italiano, que ubicó
sus análisis en los actuales fundamentos del derecho.

Por un tiempo, esta estrategia del régimen cubano logró disminuir el
robo, pero a costa de privar al Estado del carácter coercitivo de la
pena para controlar la criminalidad. Tal privación, asociada con las
causas que provocan el delito, violentó la criminalidad.

En el pasado mes de septiembre, tres asesinatos de carácter proditorio
alarmaron a la población habanera, que no cuenta con datos reales sobre
el comportamiento del delito, debido al secretismo de los medios
oficiales sobre el tema.

Dos de los crímenes sucedieron en el mismo edificio, ubicado en la
esquina de 23 y O, una de las más concurridas y de mayor actividad
nocturna en la capital. Después de dispararle un tiro en la cabeza a la
víctima, el delincuente, un joven de 19 años, escondió el cuerpo debajo
de la cama y prendió fuego al apartamento. El móvil del asesinato fue el
robo de la mercadería que se almacenaba en el "clave", o sea, la tienda
clandestina de ropa.

Dos semanas después, en un apartamento de renta a extranjeros del propio
edificio, asesinaron a un ciudadano ruso. El turista fue degollado para
robarle 3 000 euros y dos computadoras portátiles.

Los hechos que pudieran declararse coincidentes se suman a otro similar,
ocurrido al mismo tiempo, en el colindante municipio de Centro Habana,
donde el asesinato de una anciana, con la intención de robarle un
televisor, marcó el ascenso de los niveles de violencia en la capital.

En igual sentido, los delitos contra la administración pública, que
indican los niveles de corrupción, se han consagrado en las altas
esferas del gobierno. Dirigentes históricos de la revolución se han
visto involucrados en redes de malversación y tráfico de influencias,
casos que por su repercusión, llegan al conocimiento público.

La diferencia de clases, agudizada en los últimos años, es un factor
determinante del desorden social. Mientras millones de cubanos se
sienten incapaces de mantener su economía doméstica, surge de la elite
gobernante una nueva clase alta que atesora fortunas.

Existen estratos sociales imposibilitados de participar en la nueva
política económica del gobierno, que intenta salvarse con las ruinas del
pueblo. Esta política de "sálvese quien pueda", después de destrozar la
economía del país, ha propiciado el incremento del delito, agravado por
los errores cometidos en materia de Derecho Penal.

El fenómeno de la delincuencia es universal, varia en dependencia de las
complejidades sociales. Optando por el recrudecimiento de las sanciones,
como hipotética solución, el gobierno pretende ignorar la verdadera
causa del aumento de la violencia: el alarmante recrudecimiento de la
crisis socio-económica que por medio siglo ha dominado en Cuba. Mostrar
interés por la realidad social es uno de los factores fundamentales para
disminuir la criminalidad; pero para nuestro dictadores, obviamente, el
camino hacia la prevención resulta menos atractivo que que el del castigo.

acesar2004@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/el-castigo-como-prevencion/

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