viernes, 19 de octubre de 2012

Cuando se muera Fidel

Cuando se muera Fidel
[19-10-2012]
Jorge Hernández Fonseca

(www.miscelaneasdecuba.net).- La dictadura castrista ha cubierto con una
cortina de humo --la mal llamada "reforma migratoria"-- la situación
precaria de salud por la que objetivamente pasa el anciano dictador
cubano. Un rumor que se agigantó con el triunfo de Hugo Chávez en
Venezuela y el extraño silencio de la verborrea fidelista, siempre
presta a elogiar al caudillo venezolano, indicador indiscutible de que
algo sucede en el nido de la víbora.

Cuando se muera Fidel, en el momento que el régimen de Raúl decida darlo
a conocer públicamente, una pequeña isla del Caribe estará más cerca de
eliminar medio siglo de atrocidades cometidas en nombre de la justicia
social, y sus ciudadanos estarán finalmente más cerca de dejar de vagar
por el mundo cual parias apestados en busca de las oportunidades
perdidas en su bello y acogedor rincón natal y comenzarán tarde o
temprano el retorno en tropel para abrazar a sus seres queridos, hoy
rehenes de la pobreza, el maltrato y la ignominia.

Cuando se muera Fidel, aquellos que antaño festejaron hasta el amanecer
la muerte del dictador chileno Augusto Pinochet en Santiago de Chile,
Ciudad México, París y Moscú, se "rasgarán las vestiduras" por las
fiestas que escenificarán los exiliados cubanos en Miami, Río de
Janeiro, Madrid y Bogotá, argumentando que "toda muerte debe ser
respetada", aunque ni Castro ni Pinochet respetaron los miles de
asesinatos de sus regímenes sangrientos y de oprobio.

Cuando se muera Fidel, y los Estados Unidos ya haya enviado recados
conciliadores a los generales de Raúl, los cubanos enfrentaremos la
segunda etapa de nuestro trauma nacional, con una espera innecesaria
para nuestra liberación asociada a la certeza existente en la potencia
del Norte, respecto a la necesidad de un régimen militar y de control
social como el de Raúl Castro en la isla, sin el cual recibiría millones
de inmigrantes desesperados que huyen del hambre, la desesperanza y el
desasosiego.

Cuando se muera Fidel, y los inversionistas españoles tiemblen al ver la
geopolítica actuante por parte de los norteamericanos, sabremos
verdaderamente las intenciones "democráticas" de España con la isla,
momentos en que probablemente elevará su voz (ausente durante todo el
período dictatorial) hablando de garantías para sus inversiones, estado
de derecho y otras "perlas" por el estilo, sólo para preservar sus
discriminatorias inversiones, cómplices hoy de una dictadura de 15
dólares por mes.

Cuando se muera Fidel, y la Latinoamérica beligerante de Hugo Chávez,
Evo Morales y Rafael Correa, junto a la izquierda moderada de Lula da
Silva, Michelle Bachelet y Cristina Fernández de Kirchner, se junten
para despedir en la isla a su admirado "dictador de los otros", una
trompetilla universal retumbará en el sainete fúnebre, como colofón a
tanta afrenta acumulada en Sudamérica con un hombre que dedicó su vida
toda literalmente a acabar con su propio país y a discriminar a sus
compatriotas.

Cuando se muera Fidel, y lo peor del mundo "intelectual" se sienta como
una 'viuda inconsolable' para siempre, no habrá más viajes fáciles a la
isla a prostituir cubanitas jóvenes por un par de zapatos, un vestidito
para su hijita, o el simple derecho a comer como Dios manda, porque la
dignidad que no ha tenido la parte del pueblo sojuzgado que se ha
prostituido, se levantará con más fuerza contra tanta ignominia, en una
Nación inerme en manos de un grupo de canallas.

Cuando se muera Fidel, y la hipocresía corra a raudales en los sistemas
informativos de la prensa radial y escrita de la dictadura, llorando
cual plañideras confusas con su futuro incierto a la muerte del capataz,
quizá sea el momento de los cansados hombres y mujeres cubanos de la
isla darle un basta a tanta hipocresía acumulada en 50 años de
ignominia, opresión, discriminación y falta de derechos, resurgiendo el
espíritu rebelde de Martí, Maceo y Céspedes.

Cuando se muera Fidel, y el corazón del exilio cubano palpite junto al
corazón de los hombres y mujeres aprisionados dentro de la isla por el
verdugo que desaparece, se creará esa fuerza mística que guiará al
pueblo cubano en la consecución de sus objetivos más nobles asociados a
la libertad, la dignidad y el honor perdido en más de 50 años de
'afrentas y oprobios'.

Cuando se muera Fidel, y los cubanos nos sintamos finalmente "con patria
pero sin amo", encomendaremos la Nación recuperada a la Santa Madre
Virgen de la Caridad del Cobre, para que bendiga a todos sus hijos
perdidos dentro de la isla y a aquellos desperdigados por el mundo para
un abrazo definitivo y purificador, y así gritar unidos: ¡Dictadura
nunca más!

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37418

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