lunes, 20 de agosto de 2012

Un pelo en la sopa

Un pelo en la sopa
Lunes, Agosto 20, 2012 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Pasándose de curioso, llega a
ser inexplicable el relieve con que muchos articulistas han insistido en
la inocencia del barítono Ulises Aquino, director de Ópera de la Calle y
copropietario (en sociedad con el régimen) de una de las mayores
empresas "privadas" de Cuba. Su exculpa, según los articulistas, radica
en que es injusta la acusación de que Aquino se estaba enriqueciendo,
tal como lo afirma el dictamen esgrimido por las autoridades para
cerrarle el negocio.

Ya que se ha destrenzado tanta cháchara sobre el tema, no será necesario
volver aquí a los detalles de "El Cabildo", centro cultural, bar y
restaurante, con más de 100 empleados, entre artistas, técnicos,
administrativos, personal de apoyo y gastronómicos, los que, según su
regente, ganaban unos 80 cuc como promedio de salario mensual.
Precisamente en esto del salario de los empleados se insiste (por más
que hasta donde conozco, nadie contabilizó los honorarios de Aquino)
para negar la posibilidad de que fuese un negocio enriquecedor.

Pero, a ver, ¿qué tendría de malo que ciertamente "El Cabildo" fuera
(como creo yo que era) una fuente de enriquecimiento? ¿Qué tipo de
delito constituye enriquecerse mediante la iniciativa individual, y el
esfuerzo y el trabajo honrado?

En los cenagosos predios de la política -y nadie dude que este asunto es
político, más que económico y mucho más que cultural-, los conceptos de
verdad y mentira andan siempre contaminados por la hipocresía y el
oportunismo, y también por el más cínico de los componentes de nuestro
instinto de conservación. Por indemostrable que sea, es muy posible,
casi seguro que Aquino estaba haciendo su zafra. Sin embargo, ese es un
detalle nimio, lo menos importante del desaguisado en torno a la
clausura de "El Cabildo".

¿Acaso sería el primero y el único que se forra, mediante el visto
bueno, la cobertura y aun el apoyo material que garantiza el régimen a
cierta crema entre sus fieles, muy particularmente a quienes desde la
pretendida humildad, el patriotismo y la afiliación de izquierda les
pagan al cache con propaganda internacional?

El corresponsal de Reuters que, según se dice, provocó el desbarranque
de "El Cabildo", con su retumbante pero muy engañoso título "En Cuba, un
cantante de ópera construye un imperio", bien debe saber que el único
imperio (económico y de todo lo demás) que existe aquí es el del
régimen, construido hace ya más de 50 años. Sabe que es un imperio
omnímodo, que no admite competencia, y que sólo a partir de su
aprobación y apoyo, hemos estado presenciando aquí últimamente algunas
pequeñas floraciones de enriquecimiento individual, entre las cuales "El
Cabildo" no era siquiera la más próspera.

Si realizaran en nuestra Isla la misma labor incisiva, imparcial y
riesgosa que realizan en otras partes del mundo, tanto el corresponsal
de Reuters como los del resto de agencias extranjeras habrían detectado
sin mayores esfuerzos los imperios personales que hoy construyen -sobre
todo en La Habana- muchos protegidos del régimen. Eso por no hablar de
la forma de vida –no de ricos, sino de grandes millonarios- que se
gastan casi todos los comandantes y generalotes de la revolución, con
sus familias, más otros tantos magnates del cacicazgo.

Y mientras, uno no entiende por cuál Habana ha pasado Marc Frank,
reportero de Reuters, quien, en el texto que hizo volar a Ulises Aquino,
sostiene que aquí: "Si bien las reformas han animado la iniciativa
privada, llegan con restricciones para evitar que Cuba vuelva a una
sociedad dividida entre ricos y pobres".

Dividida no dejó nunca de estar nuestra sociedad, pero ninguna división
había sido tan dramática y trascendental como la que nos trajo el
socialismo, que es como aquí le llaman al fidelismo de signo caudillista
y tiránico. También tuvimos siempre ricos y pobres. Sólo que durante el
último medio siglo la cifra de ricos llegó a circunscribirse sólo al
núcleo de los caciques de la revolución y de su parentela, mientras la
de los pobres se disparaba hasta alcanzar cotos sin precedentes.

La única novedad es que en estos últimos años, entre los ricos muy
ricos, que son los caciques, y los pobres muy pobres, que es casi todo
el pueblo, viene abriendo brecha una especie de subclase, la de los
llamados nuevos ricos (que por lo general alcanza apenas el nivel de
clase media acomodada). No todos son necesariamente corruptos, aunque en
inmensa mayoría sí se aprovechan del ambiente de corrupción política y
administrativa que impera en el país, incluso mucho más que de las
pretendidas reformas, que, como ya se sabe, no son tales en la concreta.

Al frente de esa subclase, tanto por sus ganancias como por las
prerrogativas que les concede el régimen, avanza la élite de la
izquierda bistec habanera: intelectuales, artistas, antiguos altos
dirigentes, diplomáticos, gerentes, en fin, advenedizos del poder, con
el bolsillo verde y con el corazón dicen que rojo. Y es justo en este
grupo donde tal vez podríamos ubicar a Ulises Aquino, quien, sin ser un
privilegiado de cuna, parece haber sido lo suficientemente hábil como
para colarse en la fiesta de los bizcochos, donde no suelen admitir
galleticas.

Que un solo individuo organice en Cuba una empresa cuasi particular
donde intervengan con su labor 130 personas (entre ellas, unas 80
vinculadas al sector de la cultura) no es una simple rareza, es una
hazaña. Ningún cuentapropista podría conseguirlo ateniéndose únicamente
a sus medios, por más influencias que compre y por mucho que logre
taladrar los diques de la burocracia. Para lograrlo, a más de suerte,
hay que disponer de un buen palancazo oficial. "Somos parte del
Ministerio de Cultura –había puntualizado Aquino- pero somos una
estructura de nuevo tipo a la cual le han servido los cambios que se
promueven en el país". Allá el que se trague que la movida era así de
sencilla.

Pero no es de nuestro interés establecer cómo se las agenció Aquino. No
sería relevante para el caso. Lo que importa es entender que ese tipo de
empresa desbordaba los límites de los cambios que proyecta el régimen.
No era un pequeño negocio. Incluso aún se encontraba en fase de
crecimiento, pues, según el citado reporte de Reuters, sumaría pronto un
servicio de paseos en barco por el Almendares, nada menos que por ese
río que desemboca en mar abierto.

Si bien desde una perspectiva civilista Ulises Aquino es inocente,
puesto que no constituye delito enriquecerse mediante el trabajo y la
iniciativa creadora –al contrario, el delito de lesa infamia es negar
ese derecho a las personas-, yo no estoy seguro de que sea inocente
desde el prisma de la política. Como tampoco lo es ninguno de los otros
artistas, intelectuales y empresarios "revolucionarios" que hoy se
enriquecen (aunque sea con su trabajo o su talento) bajo la protección
del régimen y a cambio de hacerle propaganda a su dictadura inútil y
represora, que condena a la pobreza perenne a la mayoría de los cubanos.

El triunfante director de "El Cabildo" se escapó del redil, saltó la
raya trazada por el cacicazgo. Tal vez porque sobrestimó a sus padrinos,
o se sobrestimó a sí mismo, pero es más posible que lo hiciera por
ingenuidad, porque al vivir unos centímetros por arriba de la gente
común, llegó a perder pie dentro de la realidad que lo circunda, al
punto de creerse en serio la fábula de la actualización del modelo
socialista cubano. "Hay que demostrar que el socialismo es más lindo que
los demás, no basta con hacerlo feo…", había declarado.

Claro que al igual que muchos de su nueva clase, al no poder hacer el
socialismo lindo para todos los cubanos, se conformó de momento con
hacerlo lindo para él. Y en eso andaba cuando lo descalabraron. No por
bañarse en plata, sino por bañarse sin saber guardar la ropa. Su
empresa, mínimamente mayor que pequeña, y relacionada con la cultura,
para colmo, era un pelo en la sopa del reformismo timbirichero del
régimen. Así que simplemente lo sacaron del plato.

http://www.cubanet.org/articulos/un-pelo-en-la-sopa/

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