martes, 21 de agosto de 2012

Perdedores

Perdedores

La bloguera Regina Coyula cuenta en su blog cómo fue su encuentro con
amigas ex bailarinas del Ballet Nacional de Cuba que ya no viven en la isla.
Regina Coyula
agosto 20, 2012

¿Fulano?, En Guanajuato. ¿Menganita? En el Boston Ballet. ¿Ciclano? Con
Maurice Béjart. ¿Zutanito?, montó una escuelita en Miami. ¿Esperanceja?,
No le ha ido tan bien, da clases de baile en Barcelona… Eso fue,
poniéndome al día al encontrarme con cinco amigas, ex bailarinas del
Ballet Nacional de Cuba, dos de ellas por cierto, en la enorme nómina
de los afincados "afuera".

No tuvieron que cerrar la puerta tras de sí, a diferencia de la mayoría
de los ajenos al sector cultural. Los médicos siguen bajo penalización
para abandonar el país y esa penalización aumenta y se extiende a la
familia si "desertan" en un viaje de trabajo o en misión
internacionalista. Al igual que los profesionales universitarios, los
militares y dirigentes de nivel medio, deberán esperar cinco años
desvinculados de su antigua actividad, y entonces, solicitar permiso al
ministro del ramo si pretenden viajar por razones personales.

Volviendo a la conversación con mis amigas (recuerden que el micromundo
refleja el macromundo), con mayor o menor éxito ninguno de los
bailarines por los que pregunté ha pensado en regresar; cuando la
añoranza por el terruño pesa demasiado, ponen un disco de María Teresa
Vera o VanVan y ese fin de semana se dan un atracón de carne de puerco y
frijoles negros.

–Se pierden muchas cosas–, me decía una de mis amigas, con veinte años
protestando del clima madrileño, –se extraña a la familia, el barrio,
los amigos, algunos lugares, es muy duro–. La hija de mi amiga que se
fue siendo niña, por allá estudió Empresariales, tiene piso y auto
propios, prefiere pasar sus vacaciones en San Petersburgo; su mamá
quisiera convencerla de venir a Varadero, pero ella prefiere las
Maldivas. Le hago notar a mi amiga que de estar en Cuba, su hija
viviría con ella, lucharía con el transporte urbano y sabría de Maldivas
por la foto de una revista. Ahí se recompone y asiente. Elogio su
cuidada figura y le pregunto si se ha "hecho algo" (lifting, botox,
lipo-algo). De eso nada. Dieta orgánica y cuidados con la piel por el
clima seco. Me aclara que usa cremas de Mercadona, pero por los
resultados, seguro son mejores, pero a ella le da pena conmigo que
aparento la edad que tengo.

–Si te pones a pensar, somos los perdedores. Tuvimos que dejar todo
atrás y empezar de nuevo, tuve que luchar con el desprecio de muchos,
ahora ya no es así, pero cuando yo me fui sí. Y por mucho que se
quiera, nunca es igual. Lo de uno es lo de uno–, me dice convencida.

Y creo que la entiendo, porque la añoranza y el desarraigo pueden ser
muy fuertes; porque todo el mundo dice que la comida no sabe igual, que
el cielo no es del mismo color y esas cosas. No tengo esas sensaciones,
mis carencias espirituales son de otro tipo.

—Todos somos perdedores, solo que a ti se te nota menos–, le digo
sonriendo.

Publicado con autorización de la autora del blog lamalaletra

http://www.martinoticias.com/content/article/13879.html

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