miércoles, 22 de agosto de 2012

El circo castrista y los payasos Julian y Rafael

Julian Assange, Rafael Correa

El circo castrista y los payasos Julian y Rafael
Entretenimiento de verano para "antiimperialistas" aburridos
Eugenio Yáñez, Miami | 22/08/2012 11:04 am

Con Fidel Castro alejado ¿indefinidamente? de la escena, y Hugo Chávez a
media máquina por su enfermedad y una campaña electoral cada vez más
compleja, el circo castrista necesitaba con prisa nuevos personajes para
entretener "antiimperialistas", por lo que apareció rápidamente la
pareja de Julian Assange y Rafael Correa.

Hay que ser demasiado fantoche para pretender darle órdenes a Estados
Unidos, proclamar que robar documentos secretos de cualquier país es un
acto heroico o puro pasatiempo, que los delitos sexuales provocan
persecuciones políticas, que la justicia sueca no es independiente y se
doblega ante su Gobierno, o que el presidente ecuatoriano es un campeón
de la libertad de información, que es lo implícito en la perorata del
advenedizo Assange desde un balcón de la Embajada de Ecuador en Londres,
único espacio "abierto" a que puede aspirar sin ser detenido.

Según el periódico Juventud Rebelde, que como todos sabemos es muy
respetuoso de la libertad de expresión, el presidente Correa "negó que
Assange o Ecuador impidan la aplicación de la justicia sueca y señaló
que por el contrario se brindaron las facilidades en la legación
diplomática para su declaración por presuntos delitos sexuales" pero
expresó que sobre el asilado "no se dieron garantías de que no sería
extraditado a Estados Unidos, donde probablemente sea juzgado con pena
de muerte al existir presiones políticas".

Sin embargo, y esto no lo dice Juventud Rebelde, aún no está claro si
será deportado a su país el asilado Alyaksandr Barankou, que denunció la
corrupción en Belarús, después que el dictador Alexander Lukashenko
pidiera al presidente ecuatoriano en Quito que le revocara el asilo al
disidente: al fin y al cabo, no se trata de un "antiimperialista".

Correa, en actitud francamente bananera, y desesperado por ocupar el
protagonismo continental que van dejando los ocasos de Fidel Castro y
Hugo Chávez, cree que la justicia sueca tiene que interrogar en la
embajada ecuatoriana en Londres a un australiano acusado por un delito
común cometido en Suecia, y además dar garantías de que no sería
extraditado a Estados Unidos, porque ese país le impondría la pena de
muerte por presiones políticas. Lo que a primera vista parece una
soberana estupidez cambia al saber que el presidente ecuatoriano se
graduó de universidades en Estados Unidos y Bélgica, y que no es un
analfabeto: entonces hay que concluir que es un perfecto cínico y
desvergonzado, sabe que lo que está diciendo es falso, y que la justicia
en Suecia y Estados Unidos no funciona tan impúdicamente como en Ecuador.

En apoyo al circo, la maquinaria "bolivariana" se movilizó rápidamente
desde el principio en defensa del derecho de asilo, la inviolabilidad de
las sedes diplomáticas, la soberanía de Ecuador y el derecho a la
libertad de expresión.

En un país como Cuba, donde hubo condenas de hasta 28 años de cárcel
cuando la "Primavera Negra" por ejercer el periodismo independiente, sin
haber sustraído ni un solo documento del Gobierno, ni siquiera
"confidencial", ¿cuál sería la sentencia para quien hiciera públicos
miles de documentos secretos del Gobierno, poniendo en peligro la
integridad y la vida de muchos ciudadanos y funcionarios? Si alguien
hiciera eso, ¿podría salvar el pellejo refugiándose en una embajada para
solicitar asilo?

En julio de 1959 el entonces presidente cubano Manuel Urrutia Lleó tuvo
que renunciar, por presiones de Fidel Castro, y finalmente buscar asilo,
primero en la Embajada de Venezuela en La Habana, y posteriormente en la
de México, al romperse las relaciones diplomáticas entre La Habana y
Caracas. Dentro de ambas embajadas permaneció AÑOS sin poder salir del
país, porque al régimen no le daba la gana de otorgarle salvoconducto.

Tras los sucesos de la Embajada de Perú en 1980 que desembocaron en el
puente marítimo del Mariel, los cubanos acusados de lanzar un ómnibus
contra la embajada para entrar, y de la muerte de un custodio en la
balacera que se produjo (aunque nadie en el ómnibus estaba armado),
estuvieron durante muchos años en la embajada peruana sin recibir
salvoconducto.

Y si de inviolabilidad de las embajadas se trata, como señala el
canciller del régimen, Bruno Rodríguez, hay que recordarle que en
febrero de 1981 las tropas especiales del MININT cubano penetraron
precisamente en la Embajada de Ecuador en La Habana, sacaron a la fuerza
a catorce personas que habían solicitado asilo político, incluyendo tres
mujeres y cuatro menores de edad, todos desarmados. Los menores fueron
separados de sus padres, y días después se supo que uno de los menores,
de quince años, había fallecido.

El régimen declaró que la entrada de sus fuerzas en la Embajada "se
realizó con la autorización ecuatoriana", pero el entonces presidente
Jaime Roldós respondió muy claramente que "Ecuador no autorizó ni podía
autorizar jamás que la sede de su Embajada haya sido objeto de tal acción".

Inglaterra advirtió a Ecuador que, en base a una ley inglesa de hace
unos 25 años, podría retirar la inmunidad a la Embajada y penetrar para
capturar al payaso australiano, lo que desató la furia "independentista"
y "soberana" del presidente Correa, que se atragantó con declaraciones
tremendistas y apocalípticas.

Sin embargo, tal vez no sea necesario enviar a los especialistas del
Special Air Service británico a cambiar de domicilio a Julian Assange
una madrugada cualquiera. Basta con no otorgarle salvoconducto y
mantenerlo en la embajada ecuatoriana en Londres indefinidamente, en la
pequeña habitación donde está recluido, donde necesita una lámpara solar
y una estera de caminar para hacerse la idea de que está al aire libre.

Veremos qué tiempo aguanta. Muchos "duros" no lo son tanto cuando el
zapato aprieta. Y el australiano no parece tener madera de líder
"antiimperialista" para una estancia demasiado prolongada en la sede
diplomática.

El que haya personas que le apoyen, creyendo que defienden libertades,
pero en realidad por su "antiimperialismo" genético, resentimientos y
frustraciones, le sirve para quince minutos de fama o alimentar su
enfermizo ego, pero no para mucho más.

Recordemos a otro héroe "antiimperialista" reciente, el destituido
gobernante hondureño Manuel Zelaya, que después de bufón itinerante
terminó "asilado" en la embajada brasileña en Tegucigalpa por obra y
gracia del corrupto Lula da Silva: a los pocos meses le daba igual ser
presidente que payaso, con tal de poder caminar por la calle.

La diferencia es que Assange solamente podrá caminar por las calles
después de aclarar sus asuntos pendientes con la justicia sueca en
Estocolmo.

http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/el-circo-castrista-y-los-payasos-julian-y-rafael-279413

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