sábado, 7 de julio de 2012

Los “soperos”: de la gloria al infierno

Los "soperos": de la gloria al infierno
Viernes, Julio 6, 2012 | Por Víctor Manuel Domínguez

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -De la gloria nacida en los
aplausos del público que asiste al cabaret, o de imágenes sonrientes en
revistas y las pantallas de la televisión, en la denominada isla de la
música se pasa sin transición al infierno de mendigar para vivir.

Mucho se habla en medios oficiales de que los músicos antes de la
revolución tenían que realizar otras funciones para poder comer, como si
ahora bastara con el ejercicio de la profesión para satisfacer las
necesidades básicas de quienes trabajan en el sector.

Y es en el sector musical, a pesar de esa imagen de vitrina exitosa que
a veces encandila los sueños de la sociedad, donde mayores problemas se
presentan a la hora de subsistir, por los bajos salarios, la demora a la
hora de cobrar, y el descuento de un 40 por ciento de sus ganancias a
los pocos que pueden viajar al exterior.

Por esas y otras causas como las normas para la evaluación, el
intrusismo profesional y la restricción de plantillas en agrupaciones
del país, el descontento y la degradación profesional de muchos de los
que ejercen esta manifestación artística, son constantes en el panorama
musical de la nación.

Hermanados en la mendicidad, músicos jubilados o en activo, jóvenes
recién graduados de una escuela de arte, estudiantes y "soperos"
aficionados que atropellan un son en cualquier esquina o un bar, se
disputan los escenarios que les permitan sobrevivir.

Miguel Mariano, un showman que desbordó en la década de los 80 los
cabarés Pino Mar, Guanabo Club y Canímar, en las Playas del Este de La
Habana, y otros en el resto del país, vende por las mañanas viandas en
el mercado de los Cuatro Caminos, en Centro Habana, y por la tarde sale
a "sopear".

"Sopear es tocar por lo que te den. Medio dólar, 25 centavos, lo qué
sea. Desde que me jubilé de la Adolfo Guzmán, tengo que hacerlo para
tratar de que el dinero dure hasta el fin de mes, dijo entre pregones de
"coge tus plátanos burros aquí, y cebollas como estas no hay dos", el ex
rey de la risa en las noches de cabaret.

Preguntado si no le afectaba su imagen el nuevo rol, contestó que si
Compay Segundo vivió "de la sopa" después de jubilado, Ibrahim Ferrer
lustró zapatos y Ruben Rodríguez vendió maní, a él vender viandas y
cantar por una calderilla le daban de comer.

"Ellos al menos tuvieron suerte al final de sus vidas –expresó-, cuando
un productor extranjero los convirtió en el fenómeno del Buena Vista
Social Club. Mala suerte tuvo Carlos Embale, El Chino, que puso en la
órbita musical El Guanajo Relleno, y murió de hambre por las calles,
comiendo por la caridad del público que antes pagó para verlo actuar".

En el restaurante La Torre de Oro, una joven promesa del violín,
graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA), mientras espera su
oportunidad toca con un septeto desconocido para llevar a su novia a
comer o comprarse un jean para trabajar.

Tres de los integrantes de uno de los cuartetos emblemáticos del país,
por el día son cerrajeros en la calle Monte, y por las noches cantan en
el café Habaneciendo, El Gato Tuerto o el Alí Bar.

Las canciones cubanas que se escuchan y hacen furor en Nueva York o
Madrid, no pocas veces han sido compuestas o arregladas por alguien que
hace la "sopa" con la guitarra al hombro por el malecón.

vicmadomingues55@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/los-%e2%80%9csoperos%e2%80%9d-de-la-gloria-al-infierno/

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