miércoles, 18 de julio de 2012

“Ana Cecilia”, la socialización del trapicheo y el adiós a las “mulas”

Relaciones Cuba-EEUU

"Ana Cecilia", la socialización del trapicheo y el adiós a las "mulas"

Envíos "humanitarios" a Cuba por barco, beneficiando económicamente ¿a
quién?

Eugenio Yáñez, Miami | 18/07/2012 11:34 am

Tal parece que en silencio tenía que ser, pues la noticia del primer
viaje del buque "Ana Cecilia" desde Miami a La Habana con un contenedor
de cargamento humanitario se hizo pública poco antes de que se produjera.

Tanto los congresistas del sur de Florida como una parte de los "duros"
de la región y la prensa "seria" andaban tras la pista de un brote de
cólera en Manzanillo, en la oriental provincia cubana Granma, que a
pesar de lo que se quiera decir, ya parece controlado (¿alguien ha
pensado cómo se disemina un brote de cólera en África, o cómo ocurrió no
hace tanto en Haití?). De manera que lo que se comentó alredor del "Ana
Cecilia" y el primer viaje de un buque de carga de Miami a La Habana en
más de medio siglo, resultó poco y débil, a pesar de todas las aristas
que tiene esta operación.

Un pequeño buque de carga de poco más de 90 metros de eslora, con
capacidad para 16 contenedores, y con bandera de ¡Bolivia! (país que no
tiene costas), viajó a La Habana con un contenedor de carga
"humanitaria", y estaba obligado a regresar vacío a Miami, pues las
regulaciones del embargo le prohíben traer cualquier otra cosa. Es
dudoso que este primer viaje haya permitido demasiada ganancia a la
compañía International Port Corporation (IPC), empresa encargada del
despacho, que anuncia cobrar $ 5,99 por libra que se envíe. Pero eso no
es tan decisivo: las primeras operaciones de un negocio nuevo implican
siempre el costo del "marketing" y de que el mercado conozca la nueva
oferta.

No es el primer barco que llega a Cuba con productos de Estados Unidos
en los últimos años. Gracias a las excepciones autorizadas por el
presidente George W. Bush, hace años que llegan a Cuba barcos
provenientes de Estados Unidos, cargados básicamente de alimentos, que
tienen que ser pagados al contado y por adelantado. Es decir, no fue
Barack Obama el primero que aflojó clavijas a La Habana: cuando se trata
de los intereses nacionales del país, el establishment de Estados Unidos
es mucho más flexible en conceptos geopolíticos y pragmáticos que las
posiciones que proclaman demócratas y republicanos, sobre todo en
tiempos de elecciones.

No tengo nada en contra de los envíos de dinero, alimentos, medicinas,
ropa y otros productos a los cubanos dentro de la Isla, que mucho los
necesitan. No soy de los que aseguran que si dejáramos de enviar tales
cosas se produciría en la Isla un levantamiento popular contra el
régimen. Si ni organicé tal levantamiento ni participé en él cuando
vivía en Cuba, ¿con qué derecho podría incitarlo ahora, en la
tranquilidad y seguridad de este exilio (destierro, emigración, o como
quieran llamarle), por duro que nos resulte?

Si el circuito de viajes Miami-Habana de International Port Corporation,
que casualmente comienza al mismo tiempo que La Habana anuncia el
restablecimiento y aumento de los aranceles para la importación de
productos no comerciales, logra consolidarse y establecerse, será el fin
de las "mulas". "Mulas" que disfrutan el viaje sin tener que pagar:
vuelan con pasajes pagados por compañías de viajes y envíos a Cuba
(compañías autorizadas por La Habana), y llevan productos para uso de
los cubanos en la Isla, cuyos familiares o amigos en Estados Unidos
pagan por el envío. Si la "mula" tiene un familiar o un conocido en el
paraíso socialista, además del pasaje se ahorra el alojamiento, y con un
puñado de dólares pasa días agradables como turista entre los pobres a
un precio relativamente módico.

Las "mulas" resuelven una necesidad específica, pues al no existir un
sistema regular de correos ni mensajería entre ambos países, de alguna
manera hay que hacer esos envíos, más aún con las condiciones de penuria
en que viven los cubanos en la Isla. Así que, ahora más que nunca,
literalmente, no se trata de matar al mensajero. Sin embargo, esa
necesidad específica, en las condiciones de oferta limitada y demanda
exacerbada que ha existido durante tanto tiempo en Estados Unidos con
relación a Cuba, ha supuesto precios monopólicos, que no queda más
remedio que pagar si se necesita este servicio.

Como enseñó Adam Smith, el carnicero no nos vende la carne porque se
preocupa por alimentarnos, sino porque ese es su negocio para obtener
beneficios. Y las compañías de pasajes y envíos, y las "mulas", hacen su
tarea por obtener beneficios. No hay nada malo en ganar dinero con
negocios honestos, aunque la gerontocracia en La Habana se empeñe en
expresar lo contrario (cuando los beneficios no son para ellos).

Con el circuito marítimo Miami-La Habana de hecho se produce una
"socialización" de los envíos, desde el punto de vista de concentración
de la actividad: un contenedor equivale a ¿cuántas mulas? Cantidad que
se multiplica por 16, que son los contenedores que puede cargar un buque
como el "Ana Cecilia" una vez a la semana. Y si además se establece el
precio de $ 5,99 por libra, y los envíos en La Habana pueden recogerse
en el puerto o recibirlos en sus domicilios en cualquier lugar de la
Isla a través de la empresa (del Gobierno) "Cubapack" (pagando por ello,
claro), todo parece indicar que si este negocio logra establecerse
estaremos viendo muy pronto no el adiós a las armas, sino el adiós a las
mulas.

La empresa asegura tener las licencias que exigen el Departamento de
Comercio y la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) de EEUU.
Las regulaciones del embargo permiten el transporte de mercancías
consideradas ayuda humanitaria, lo que incluye medicinas, comida, ropa,
electrodomésticos, muebles, materiales de construcción, piezas de
vehículos y generadores eléctricos.

Interesante negocio que encuentra un nicho de mercado donde parecía
haber un coto cerrado por casi medio siglo. ¿Cómo no se le ocurrió a
nadie antes, con tantos emprendedores cubano-americanos en este país?
Dice un genial paranoico amigo mío en Canadá que tal vez La Habana
podría tener algo que ver con la idea o la ejecución de esta nueva
operación comercial. Yo no tengo argumentos sobre esto, pero reconozco
que no deja de ser un criterio interesante.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/ana-cecilia-la-socializacion-del-trapicheo-y-el-adios-a-las-mulas-278582

No hay comentarios:

Publicar un comentario