martes, 20 de marzo de 2012

Nuestra responsabilidad en Cuba

Nuestra responsabilidad en Cuba
marzo 20, 2012
Yusimí Rodríguez

HAVANA TIMES, 20 marzo — Apenas acabo de escribir la última línea de "En
Cuba, el Partido no necesita ir a elecciones", y estoy comenzando un
segundo post. Así, casi sin respirar. Pero lejos de sentirme
particularmente productiva, me siento avergonzada.

No he escatimado palabras, e ironía, para cuestionar la existencia de un
solo partido político en mi país, de una constitución que solo nos
permite la libertad de expresión y de prensa de acuerdo a los fines de
la sociedad socialista, de un sistema electoral diseñado para que no
elijamos.

Siempre que me atrevo a criticar el sistema político cubano, recuerdo
que diez años atrás, estuve entre los millones que firmaron la reforma
constitucional que establecía la irrevocabilidad del socialismo en Cuba.

La cuestión no era si consideraba el socialismo como la mejor opción
para el país. Seguro lo pensaba así en aquel momento; a veces, lo pienso
aún, sobre todo porque cada día me convenzo de que el sistema que impera
en el país, poco tiene que ver con el socialismo.

Pero la cuestión era más profunda: el derecho de decidir abandonar el
camino del socialismo cuando lo deseáramos. El derecho de las futuras
generaciones a abandonar el camino del socialismo (o a tomar el
verdadero camino del socialismo) si lo desean.

Escribir es fácil, sobre todo si lo haces en un sitio digital al que
pocos ciudadanos del país tienen acceso. Lo difícil es actuar con
responsabilidad en el momento preciso. Yo no lo hice. Firmé aquel
documento sin pensarlo dos veces, sin leerlo una sola vez.

No recuerdo si consideraba el socialismo como la mejor opción en aquel
momento, porque no me lo pregunté. No fue mi fe en el socialismo lo que
me llevó a firmar.

Podría decir que fue el miedo, porque aquel remedo de consulta popular
no se llevó a cabo de forma secreta: el presidente del Comité de Defensa
de la Revolución (CDR) fue casa por casa a recoger las firmas.

Pero sobre todo, firmé por comodidad, por conveniencia.

Acababa de obtener un empleo como profesora de inglés en el Instituto
Superior Politécnico José Antonio Echevarría, conocido como la CUJAE.

Acababa de obtener el status de profesora universitaria, menos mal
pagada que los colegas de nivel medio, un poco más reconocida a nivel
social, un poco más cerca de la posibilidad de un viaje.

Quería conservar ese empleo, quería conservar la posibilidad de aspirar
a un viajecito. Quería sobre todo tener tranquilidad, mantenerme alejada
de los problemas.

No fue hasta cinco años más tarde que supe que aquel "apoyo" a la
reforma, no tenía nada que ver con "exigencias y amenazas del gobierno
imperialista de los Estados Unidos."

Era la respuesta del Estado Cubano al proyecto Varela, que había logrado
reunir 11200 firmas, mas de las 10 000 firmas de electores registrados,
necesarias para proponer leyes, de acuerdo a nuestra Constitución.

El pueblo de Cuba no tuvo la oportunidad de conocer el proyecto Varela
ni lo que proponía. Pero sé que de haberlo conocido en el 2002, tampoco
me habría atrevido a dejar de firmar el documento que el presidente del
CDR llevó a mi casa.

Ahora me toca avergonzarme cada vez que conozco a alguna persona que
tuvo la osadía de no apoyar aquella reforma constitucional. Pero también
me alegro de tener la oportunidad de decir que tuve miedo de no firmarla.

Cada vez que una cubana o cubano tenga al menos el valor de decir que
tuvo miedo, que aún tiene miedo, estará demostrando que en Cuba la
libertad de expresión no existe.

http://www.havanatimes.org/sp/?p=60236

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