miércoles, 14 de marzo de 2012

Medio siglo en régimen de guerra

Medio siglo en régimen de guerra

Algunos piensan que a la Libreta hay que hacerle una estatua, que sin
ella no hubiesen podido sobrevivir.
Ultima actualización 13.03.2012 12:09

Durante décadas la Libreta (de racionamiento) ha servido para que las
autoridades en Cuba presuman de que en la isla a nadie le falta un
pedazo de pan, y aunque en verdad haya sido la muestra más fehaciente de
las penurias vividas por la población en la isla, lo paradójico es que
al cabo de medio siglo de existencia algunos temen perderla.

Surgida con el engañoso nombre de Libreta de Abastecimiento en marzo de
1962 como remedio, según dijo entonces el gobierno, para paliar los
efectos de la escasez provocada por el embargo económico impuesto por
Estados Unidos, la cartilla de racionamiento se mantuvo como un grillete
puesto en la boca del cubano común, una mano oficial dando
"generosamente" de comer a la población.

Algunos piensan que a la Libreta hay que hacerle una estatua, que sin
ella no hubiesen sobrevivido a tantas estrecheces, que sin las colas en
las bodegas y carnicerías no hubieran podido disponer de una
alimentación, que aunque jamás fue ni suculenta ni balanceada, al menos
alcanzaba para no desfallecer de hambre.

Todo el mundo en Cuba sabe que, salvo el abastecimiento especial y sin
límites de que han disfrutado los altos dirigentes del partido y del
gobierno, las raciones de frijoles, arroz, azúcar, sal, pollo o pescado
cuando aparecía, picadillo de soja—porque la carne de res por largo rato
ha sido cosa de otro mundo--, una cantidad insignificante de aceite,
café al chícharo, un puñado de huevos de vez en vez, y muy raramente
pasta de dientes y jabón no han alcanzado ni siquiera para cubrir la
mitad del mes.

Pero aun así, el aviso hecho por las autoridades de que se van a
terminar los subsidios al calor de la "actualización" del modelo
económico decretado por el gobernante Raúl Castro ha destapado el pánico
entre la población.

Se ha dicho que la supresión (de la libreta) será paulatina, pero la
razón para el miedo es matemática: con ingresos tan sumamente bajos (que
en el mejor de los casos apenas llegan a $20 dólares mensuales), y sin
perspectivas de que el horizonte familiar cambie, el bolsillo no
alcanzaría ni para comer dos semanas.

De acuerdo con fuentes oficiales, la canasta familiar de alimentos
racionados, que se vende a precios subsidiados, le cuesta al gobierno el
equivalente de unos $1.600 millones de dólares, y la cuenta no da para
seguir importando casi $2.000 millones de dólares en alimentos todos los
años mientras se trata de apuntalar la economía, y por enésima vez se
habla de poner en marcha una producción agrícola y un rendimiento
económico hasta ahora sólo quiméricos.

El vicepresidente Marino Murillo, nombrado por Castro como supervisor
principal de los nuevos cambios económicos en Cuba ha admitido que hay
que " crear condiciones para que lo que se quite de la 'libreta' y se le
ponga un precio no subsidiado, la población tenga la alternativa de
comprarlo en algún lugar". La fórmula mágica, que además incluye el
despido de cientos de miles de empleados estatales, aún está por encontrar.

http://www.martinoticias.com/content/cuba_libreta_comida/9298.html

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